El decano del Colegio de Psicólogos de Baleares analiza las secuelas que está dejando la pandemia en la sociedad e incide en que "el cuidado de la salud mental no es un capricho, sino una necesidad básica y un derecho".
Pregunta.- ¿Están teniendo mucho trabajo los psicólogos con la pandemia?
Respuesta.- Desgraciadamente, sí. Ansiedad, estrés, insomnio, miedo, conductas suicidas, depresión, sensación de desamparo, pérdida del trabajo, fallecimiento de familiares... son las consecuencias que se derivan de la crisis sanitaria. Todo ello ha supuesto un grave problema de salud pública y una gran alteración para la vida de las personas, sobre todo para las más vulnerables.
Además, no hay recursos de atención psicológica en el ámbito público y es necesario sensibilizar a nuestros políticos de que el cuidado de la salud mental no es un capricho, es una necesidad básica y un derecho. Debe aumentarse urgentemente el número de plazas de profesionales de la psicología en Atención Primaria y Salud Mental.
P.- ¿Cómo podemos mitigar el desasosiego que provoca esta situación y qué secuelas psicológicas arrastraremos?
R.- Estamos ante una situación de incertidumbre, indefinición, de no saber qué va a pasar a corto plazo en nuestro día a día. Hay desasosiego y también hartazgo y cansancio. Esta situación que vivimos ha supuesto reajustar las relaciones familiares, sociales y laborales. Y no está siendo fácil. Pero es importante combatir esa mal llamada 'nueva normalidad' teniendo en cuenta que esta situación es pasajera.
Tenemos que poner en valor todo aquello que la situación actual nos permite hacer, no lamentarnos de lo que no. Y si la situación generada por la pandemia nos desborda, podemos llegar a tener una afectación psicológica importante que requiera de intervención profesional para evitar su cronificacion.
P.- ¿Cómo afectaría a la ciudadanía un nuevo confinamiento domiciliario?
R.- Todo depende de en qué términos se hiciera. Personalmente, no creo que volvamos a un confinamiento de las mismas características que el anterior. De producirse, seguramente lo viviríamos de manera diferente pues ahora sabemos lo que es. Pero nadie lo desea porque ha sido muy duro. Toca, por tanto, hacer una llamada a la responsabilidad personal y a ser solidarios y cumplir las normativas establecidas.
P.- ¿Se avivarán los disturbios violentos si se producen restricciones tan severas? ¿A qué responden estas conductas?
R.- Creo que estamos ante grupos muy reducidos que aprovechan cualquier situación o acontecimiento para generar violencia y disturbios. Está claro que hay hartazgo ante lo que estamos viviendo y no todo el mundo tiene la capacidad de gestionarlo adecuadamente. Pero aquí hablamos del goce por el vandalismo, por destruir, por quemar y eso nada tiene que ver con ser contrario a las medidas adoptadas. El problema es que siempre hay grupos que distorsionan lo que puede ser una protesta pacífica.
P.- ¿Pasar unas Navidades solos, aislados y alejados de la familia puede traer consecuencias irreversibles, especialmente al colectivo de personas mayores o vulnerables?
R.- Vamos a tener que estar muy pendientes de los colectivos vulnerables y las personas mayores. La soledad, la tristeza y los duelos no resueltos en las personas mayores conforman una situación que se repite en las fechas navideñas y este año se verá acrecentado.
P.- ¿Cree que en Baleares se están haciendo bien las cosas?
R.- Yo creo que sí. Tenemos la ventaja de estar en un archipiélago, lo que ha limitado la expansión de los contagios. Creo que se adoptan las medidas que tocan en función de la evolución de la pandemia. Cierto que son medias restrictivas que no siempre son bien acogidas ya que afectan a la economía, pero la salud debe ser prioritaria.
P.- La presidenta Francina Armengol tuvo que pedir perdón por estar en un bar de madrugada tomando gin tonics en plenas restricciones. ¿Son los políticos los primeros que no dan ejemplo?
R.- Los políticos, que son las personas en las que la ciudadanía ha depositado su confianza, son los primeros que deben dar ejemplo. Se deberían regir siempre por la ejemplaridad, la responsabilidad y la transparencia. Si no es así, pierden credibilidad. Cada vez es más difícil creer en los políticos, lo que lleva a la sociedad a la indiferencia y el rechazo.
P.- Los jóvenes están en el punto de mira y muchos les señalan como causantes de la propagación del virus por su conducta irresponsable. ¿Le parece justo o tiene este colectivo mayor dificultad para gestionar una crisis de esta magnitud?
R.- El distanciamiento social como medida para disminuir la propagación del virus ha sido muy difícil para los adolescentes porque los desconecta de sus amistades. El confinamiento ha supuesto una ruptura y ahora pretenden recuperar el tiempo perdido. Quieren divertirse y esto ha generado cierto rechazo y preocupación por las aglomeraciones y la ausencia de medidas de seguridad. Hasta cierto punto, ha sido una reacción normal. Pero creo que no debemos criminalizar a la juventud porque los adultos deberíamos ser los primeros en cumplir las normas y dar ejemplo.
P.- Se ha constatado un aumento del consumo de ansiolíticos, incluso comprándolos en el mercado negro. ¿Estamos ante una sociedad que necesita alienarse para poder ver la luz al final del túnel?
R.- Tenemos que evitar la medicalización excesiva de la población ante la aparición de algún síntoma o afectación psicológica. Este tipo de medicación genera adicción y la persona no debería automedicarse. A día de hoy, hay más de dos millones de españoles que toman ansiolíticos con regularidad. Es un dato preocupante. No podemos medicalizar los problemas que van afectando a la persona. Está comprobado que el tratamiento psicológico reduce el consumo de ansiolíticos, pero el problema es que España tiene una ratio de profesionales de la psicología en el ámbito público muy por debajo de la media europea.
P.- ¿Han dado los niños y la comunidad educativa una lección de comportamiento?
R.- Tanto las familias como los alumnos han tenido en líneas generales un comportamiento ejemplar, afrontando la incertidumbre y los miedos con acceso a poca información y mucha de último minuto. Los centros educativos, por su parte, han hecho lo que han podido con los medios y pocos recursos de los que han dispuesto, quizá porque la comunicación que ha existido con la Administración ha sido ambigua y con medidas que han generan desconcierto y desconfianza en las familias. Quizá se han infravalorado los derechos y necesidades de los niños y se les han aplicado restricciones excesivas sin valorar el impacto en su salud psicológica y emocional.
P.- ¿Cómo equilibrar salud y economía? Baleares vive del turismo y mucha gente se está viendo afectada.
R.- Una gran parte de la población de Baleares trabaja en el turismo, un sector lleno de incertidumbre que afecta tanto a aquellas personas que a día de hoy están trabajando, en un ERTE o en el paro. Para sobrellevar esta situación es crucial que haya una buena comunicación entre la empresa y la plantilla, ya que hace que el trabajador siga comprometido con la empresa y empatice con la situación económica adversa que atraviesa, y al mismo tiempo permite que la empresa conozca cuál es la realidad de la plantilla.
Por otro lado, las personas que están en el paro precisan una atención en materia de orientación laboral, así como propuestas formativas que añadan valor y sean útiles para su reincorporación al mercado laboral lo antes posible. Por ello, es importante que los servicios de orientación públicos puedan proveer de estos servicios a la ciudadanía.
P.- ¿Cómo valora el anuncio de la vacuna de Pfizer?
R.- Es una muy buena noticia que hemos de tomarla con optimismo. Pero no debemos magnificarlo, no sabemos las presiones económicas ni los intereses que pueda haber detrás de este anuncio. Por tanto, hay que ser cautelosos. En cualquier caso, es una brecha de esperanza que permite vislumbrar una solución y una sensación de alivio a corto plazo.
