“Miedo” es una de las palabras que más han repetido los pacientes supervivientes de cáncer desde que comenzó la pandemia causada por la covid-19. A contraer la enfermedad, miedo por la falta de acceso a respiradores y a unidades de cuidados intensivos (UCI), a la incertidumbre, a acudir a los hospitales, a no tener a su especialista de referencia disponible.
Sin duda, durante este tiempo, las consecuencias del coronavirus nos han golpeado como sociedad, pero más aún si cabe a los pacientes con cáncer y aquellos que, aún con la enfermedad en remisión, veían su vida limitada y un futuro incierto.
A todo ello se ha sumado el colapso de los propios centros hospitalarios con una elevada sobrecarga asistencial, lo que ha ocasionado que durante este periodo se diagnostiquen en Europa cerca de un 20% menos de casos de cáncer según datos de la Sociedad Europea de Oncología (ESMO).
En este sentido, en algunos hospitales con mucha sobrecarga asistencial también ha habido retraso en los tratamientos crónicos y en las revisiones de estos pacientes. Además, hay que tener en cuenta que, a día de hoy, no hay evidencia sobre cómo establecer protocolos para los supervivientes de cáncer y hemos de acoplarlos a los protocolos de actuación que existen para la población general. Lo que, si qué es cierto, es que sin duda pueden tener mayor susceptibilidad a la covid-19 y a sus complicaciones.
Al lado del paciente
¿Qué hemos hecho pues, los profesionales, para limitar este aislamiento social (aún más complicado en estos pacientes que ya habitualmente tienen necesidades emocionales especiales) y el impacto psicológico de esta pandemia?
Es muy destacable la lucha de la mayoría de los servicios de Oncología Médica por mantener la administración de tratamientos, aunque sea con esquemas más espaciados para limitar las visitas al hospital. También hemos constatado el beneficio de las consultas telefónicas, que han abierto el camino de la telemedicina cuando es posible: los pacientes han podido tener accesibilidad a los oncólogos y sentir su cercanía.
Ha sido una buena oportunidad para cambiar y ampliar las maneras de comunicarnos con los pacientes minimizando sus riesgos de acudir al hospital. Esto que hemos tenido que poner en marcha forzados por el contexto, puede llevar a innovación en los recursos de salud que pueden perdurar más allá de la pandemia.
Por último, es muy importante que los clínicos se comuniquen con los pacientes sobre sus riesgos individuales; informarles de cuándo deben consultar, y transmitir que es normal que tengan altos niveles de ansiedad. También es importante intentar crear grupos de soporte 'online' que pueden ayudar a los pacientes que están aislados. Y estimular y animar al ejercicio físico, tan esencial para el autocuidado y bienestar físico y mental.
En definitiva, los supervivientes de cáncer necesitan atención personalizada durante estos momentos de crisis y herramientas de soporte y apoyo que les ayuden a borrar esa huella psicológica invisible que les ha marcado esta pandemia.
