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No te asustes si te da miedo salir de casa: es lo normal



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Noticia | 09/07/2020

Cada persona es un mundo, y ahora que, tras un abrupto confinamiento salimos a la calle, debemos adaptarnos a esta nueva vida y no todos lo hacemos igual. Cosas como volver a ver los amigos, coger el autobus o hacer la compra convierten lo que para unos es cotidiano, en actividades que entrañan dificultad. Se detectan casos de ansiedad, angustia y agorafobia o, por el contrario, gente que vive sin ninguna prudencia.


«Por mucho que ahora llamen "nueva normalidad" a lo que vivimos, es nueva pero no es normalidad», asegura María del Carmen Rodríguez, tutora del grado de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). La profesional comenta que, tras estos meses encerrados, volvemos a las calles, a las tiendas, a los despachos... y debido a la nueva sociabilización, «será necesario tener muy en cuenta las agorafobias (por el confinamiento) y los cuadros de ansiedad, tanto por los efectos sanitarios como por la repercusión económica y social». Rodríguez, que trabaja mayoritariamente con niños, comenta que durante la vuelta «se ha encontrado con nuevas consultas de adultos con cuadros de ansiedad, de parejas afectadas por el confinamiento y de niños con fobias, pesadillas y problemas de conducta», por lo que, sea cual sea nuestra edad o sexo, podemos sufrir las consecuencias psicológicas.


La profesional apunta que, a escala personal, debemos parar un momento y hacer una reflexión: «Han sido tres meses, pero parece un instante, una pesadilla. Debemos hacer un poco de memoria y mirar qué hemos hecho y qué no hemos hecho durante estos meses, a fin de no repetir errores. La gente que ha hecho consultas y que ha pedido ayuda está haciendo este proceso, pero no todo el mundo puede permitírselo o es consciente de que lo necesita».



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Las personas mayores, los más afectados


Esta pandemia ha tenido efectos muy diferentes según la edad. También a la hora de vivirla, las personas se han enfrentado a ella de forma diferente. Comenta la psicóloga que «las personas mayores han sido disciplinadas, han hecho un esfuerzo para seguir el confinamiento. Han sufrido soledad (especialmente los que no dominan las nuevas tecnologías, como por ejemplo móviles, tabletas, videollamadas, etc.); han vivido el confinamiento con tristeza y añoranza, pero con resignación».


En cuanto a los niños, Rodríguez hace dos distinciones de cómo se ha vivido esta situación, tanto de confinamiento como de desconfinamiento. «Algunos han necesitado apoyo emocional durante el confinamiento, hecho que se ha manifestado en trastornos de conducta y pesadillas. Hay otros que al principio lo soportaban bastante bien y que, justamente en el momento de volver a cierta normalidad, están más nerviosos. Muchos de ellos se han conectado a las redes sociales y a los videojuegos más de lo que ya es habitual y, ahora que tienen que salir, les está costando mucho», señala. Por el contrario, los adolescentes comenta que «han salido a la calle con la necesidad de encontrarse con sus amigos y realmente no tienen conciencia de la situación, por lo que se están poniendo en peligro. No respetan la distancia de seguridad, entre otros incumplimientos».


Montserrat Lacalle, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y experta en atención a personas mayores, afirma que si hablamos de este colectivo —y sabiendo que no nos referimos al 100 % de la población—, «hablamos de miedo». Por ello, recomienda que, las personas que tienen mayores cerca, «puden acompañarlos y ofrecerles espacios donde puedan hablar» y continúa para recomendar que si, cuando hayan explicado lo que necesitaban explicar, vemos que pasan los días y no salen tenemos estrategias para ayudarles: «Su nieto puede ir y decirles "¡Vamos a salir juntos!", sin forzarlos y sin obligarlos; poco a poco y a su ritmo. Necesitamos mucha paciencia y acompañamiento».


Cómo vencer el miedo


De repente, nos encerramos y ahora hay que volver a salir. Se trata de muchos cambios en un tiempo relativamente corto. Lacalle explica que «a las personas mayores la adaptación les cuesta más que a los jóvenes». Asimismo, apunta que «la conciencia de su vulnerabilidad hace que ahora vayan con prudencia y que se anticipen a situaciones negativas» que no se han producido y que tal vez no se producirán, aunque es cierto que «el reencuentro con la familia y el hecho de ver a sus nietos ha sido muy importante para ellos y lo han vivido muy positivamente».


La profesional afirma que «sabemos que hacerse mayor implica más riesgo de enfermedad, ya que las personas son más frágiles y el cuerpo no tiene la misma resistencia». Por ello señala que la sensación de vulnerabilidad ha sido mucho mayor con el Covid-19. «Si ahora miramos las estadísticas, aproximadamente el 80 % —o más— de las personas que han fallecido a causa del virus tenían más de setenta años. Hay gente mayor que se para y dice "¡el riesgo es real!"», comenta.


Rodríguez añade una reflexión en torno a estos datos: «Se hace muy presente la percepción de que las personas mayores son un estorbo, que si enferman se las puede dejar morir. Ante la pérdida de muchos de sus congéneres, les ha quedado esa sensación». A pesar de todo esto, Lacalle puntualiza que «la agorafobia es un trastorno y que para producirse debe cumplir unos criterios determinados». «Podemos encontrar personas más tocadas, pero no tenemos que hacer diagnósticos rápidos e inmediatos. Hay gente que necesita más tiempo que otra. Además, algunos toman medidas adaptativas y eso no es malo», señala.

Fuente: ABC

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