NUEVA YORK (Reuters Health) - Los síntomas depresivos maternos prenatales están asociados con una alteración de la conectividad funcional de la amígdala cerebral de bebés de seis meses de edad, según demuestra un nuevo estudio.

"Nuestros resultados sugieren que los orígenes del desarrollo de los circuitos neuronales relacionados con el aumento de la vulnerabilidad que genera la depresión sería nevidentes en la infancia, y una función de las influencia sintrauterinas del ánimo materno", dijo por e-mail el doctor A Qiu, de la Universidad Nacional de Singapur.

La exposición a la depresión materna está asociada con un aumento de la vulnerabilidad en el recién nacido, según publica el equipo de Qiu en Translational Psychiatry. Los cambios de la amígdala cerebral también están relacionados con la depresión.

Pero en estas asociaciones aparentes también influirían factores posnatales, como el cuidado de los padres, de modo que se desconoce si la depresión materna prenatal también influye en la función de la amígdala de los bebés.

El equipo estudió a un grupo de embarazadas, evaluadas con la Escala de Depresión Posnatal de Edimburgo (EPDS, por su sigla en inglés) a las 26 semanas de gestación y a los tres meses del parto. Cuando los bebés (n=24) tenían seis meses de edad, se les realizaron neuroimágenes por resonancia magnética.

Tras considerar los síntomas depresivos maternos posnatales, los bebés de las mujeres con síntomas más graves registraban una conectividad funcional más alta entre la amígdala y el córtex temporal izquierdo, la ínsula y otras regiones.

Los resultados "coinciden con los patrones de conectividad observados en los adolescentes y los adultos con trastorno depresivo mayor", lo que muestra "la base neural de la transmisión familiar de los fenotipos asociados con los trastornos del ánimo".

Además, "respaldan la creciente evidencia que sugiere que los orígenes de muchas anormalidades cerebrales en los trastornos neuropsiquiátricos y del neurodesarrollo se remontarían a la vida intrauterina", sostiene el equipo.

Los autores señalan que las limitaciones del estudio incluyen la muestra relativamente pequeña y la falta de evaluación de los síntomas depresivos maternos a los seis meses, cuando se realizaron las neuroimágenes de los bebés.

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