En las últimas fechas, tanto la obesidad como la depresión han compartido el título de convertirse en enfermedades metabólicas, más allá de ser solo problemas de la conducta.
La obesidad constituye uno de los principales "estigmas sociales", y su repercusión psicológica es innegable. De forma alterna, la depresión es un factor determinante en el desarrollo de la obesidad.
El tratamiento de la obesidad debe incluir un manejo integral asociado al tratamiento de la salud mental subyacente.
La relación entre la obesidad y el desarrollo de trastornos mentales es objeto de estudio en diversas etapas de ambas. Es innegable la relación que existe entre estas patologías, hablando de un síndrome complejo en el que la obesidad y la depresión han mantenido múltiples vías de comunicación neurobiológicas, psicosociales y ambientales. El estudio de obesidad y depresión ha sido objeto frecuente de atención en la literatura médica, como consecuencia de la elevada prevalencia de ambas condiciones en la población y sus efectos dañinos sobre la salud cardiovascular y la calidad de vida. Adicionalmente, las alteraciones mentales pueden desempeñar un papel significativo en la identificación de factores etiopatogénicos implicados en el origen de la obesidad. Así, establecer las posibles interrelaciones entre obesidad y patología psiquiátrica constituye un objetivo de alto interés y potencial repercusión significativa sobre la práctica clínica habitual y, por tanto, sobre la salud pública.
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