Los adultos mayores que sufrieron abusos físicos cuando eran niños tienen significativamente más probabilidades de desarrollar dolor crónico, enfermedades físicas crónicas, depresión y ansiedad, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá).
"Lamentablemente, nuestros hallazgos sugieren que la experiencia traumática del abuso físico infantil puede influir tanto en la salud física como mental muchas décadas después. También subraya la importancia de evaluar las experiencias infantiles adversas entre los pacientes de todas las edades, incluidos los adultos mayores", han dicho los expertos.
Las enfermedades físicas que se desarrollaron incluyeron diabetes, cáncer, migrañas, artritis, enfermedades cardíacas, diabetes y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Asimismo, los vínculos entre el abuso infantil y la mala salud física y mental persistieron incluso después de tener en cuenta los ingresos, la educación, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y otras causas de mala salud.
"Los profesionales de la salud que atienden a los adultos mayores deben ser conscientes de que nunca es demasiado tarde para derivar a las personas a asesoramiento. Se probó una intervención prometedora, la terapia cognitiva conductual [CBT], y se encontró que es efectiva para reducir el trastorno de estrés postraumático y los síntomas depresivos y de ansiedad entre los sobrevivientes de abuso infantil", han argumentado los investigadores.
No fue posible que el estudio transversal determinara las vías específicas a través de las cuales experimentar abuso físico en la niñez afecta la salud de un individuo más adelante en la vida. Los estudios actuales sugieren que el abuso físico infantil produce varios cambios fisiológicos, incluida la desregulación de los sistemas que regulan la respuesta del cuerpo al estrés.
Futuras investigaciones prospectivas que investiguen las interrupciones de estos sistemas que ya están vinculadas a varias enfermedades físicas y mentales, como niveles anormales de cortisol, pueden ayudar a arrojar luz sobre la experiencia de las víctimas de abuso infantil.
Los datos para este estudio se extrajeron de una muestra representativa de adultos de 60 años o más en la provincia canadiense de Columbia Británica. Comparó a 409 adultos mayores que informaron antecedentes de abuso físico infantil con 4.659 de sus compañeros que informaron que no habían sufrido abuso físico durante su juventud. Los datos fueron extraídos de la Encuesta de Salud Comunitaria Canadiense.