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EL INVENTARIO DE DEPRESIÓN RASGO-ESTADO (IDERE): DESARROLLO Y POTENCIALIDADES

  • Autor/autores: Lic. Marta Martín Carbonell / Dr. Jorge A. Grau Abalo / Lic.Vladimir Ramírez Pérez

    ,Artículo,Diagnóstico,


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Artículo | 04/03/2001

La depresión ha sido uno de los fenómenos más estudiados y no por eso, mejor comprendidos. Una de las fuentes de confusión que suele influir en las discusiones sobre este tópico se encuentra en el hecho de que el término tiene significados distintos en diferentes campos, como por ejemplo en la neurofisiología, la farmacología, la psiquiatría y la psicología. De hecho, en una misma disciplina como la psicopatología, la palabra depresión suele usarse indistintamente para referirse a un estado de ánimo, a un síntoma y a un síndrome.



El abordaje psicológico sobre las relaciones entre la vulnerabilidad personal y los acontecimientos vitales en la génesis de la depresión también han contribuído a aumentar la incertidumbre con respecto al término. Los modelos más difundidos (como el modelo psicoanalítico de la retroflexión de la hostilidad, los modelos cognitivos conductuales de Beck, Selgiman, Lewinshon, etc.) han realizado aportes interesantes para la comprensión de algunos trastornos depresivos, pero no esclarecen definitivamente la relación que existe entre la fenomenología de los estados depresivos y los procesos que conducen a su génesis y desarrollo. En estos modelos se tiende a confundir los factores personales predisponentes con síntomas propios de la depresión, sin que queden delimitadas las fronteras que pudieran diferenciar a una persona que está deprimida de una persona con propensión a deprimirse.



La tendencia experimentar frecuentes e intensos estados depresivos, como un rasgo aislado o como un determinado tipo de estructuración de la personalidad aparece ya en el pensamiento de Kraepelin con su concepción de la locura maníaco-depresiva y su personalidad de base , en las ideas de Bleuler cuando creó la categoría general de trastornos afectivos, en Freud y Abraham cuando intentaron explicar la etiología de la depresión de acuerdo al modelo psicodinámico. Se encuentra implícita en la teoría de los esquemas cognitivos de Beck (1967) y en la teoría de la Desesperanza Aprendida (Seligman, 1981) así como en las investigaciones sobre el papel de la herencia en la depresión (Rainer, J.D., 1982). La clínica psiquiátrica también identifica trastornos de personalidad relacionados con la depresión, como la personalidad ciclotímica, la personalidad histriónica y la personalidad obsesivo-compulsiva (Nemiah J.C., 1982).

De esta manera, dentro del caos que representan los diferentes significados y usos del término se puede ir delimitando como un objeto de estudio la diferenciación conceptual y empírica de la depresión que como dijera Nemiah (Nemiah J.C., 1982, p.1408) “ está tejida dentro de la construcción de la personalidad” y los estados depresivos, más o menos transitorios.

Otro de los factores que contribuye a fomentar la confusión se basa en que fenomenológicamente y genéticamente la ansiedad y la depresión tienen muchas características en común, como ha sido reconocido ampliamente por la literatura y la práctica clínica. Una gran parte de los pacientes presentan los comúnmente diagnosticados síndromes ansioso-depresivos. Por otra parte algunos síntomas como la irritabilidad, la inquietud, los trastornos del sueño y la alimentación, etc. son comunes a ambos tipos de trastornos.

Entre los años 70 y 90 se desarrollaron en Cuba un conjunto de estudios dirigidos a la caracterización de las diversas formas de expresión de la ansiedad y la depresión. Partiendo de la distinición de ansiedad rasgo- estado desarrollada por Ch. Spielberger (Ch. Spielberger , 1977) y de la concepción transaccional del stress propuesta por Lazarus (1986) se hipotetizó que podrían existir diferentes formas de expresión de la ansiedad y la depresión como estados emocionales y como predisposiciones relativamente estables de la personalidad, las cuales se manifestarían de forma diferente en función de las formas particulares de valoración de la situaciones estresantes y de los recursos del individuo para enfrentar estas situaciones.

En la Facultad de Psicología de la Universidad Central de las Villas y el Servicio de Psicología del Hospital “Hermanos Amejeiras” de la Ciudad de la Habana se realizaron una serie de investigaciones que permitieron distinguir diversas formas de expresión de la ansiedad (tensión operacional, tensión emocional, ansiedad situacional y ansiedad patológica) y la depresión como estado (situacional y patológica) y dos formas de expresión de la ansiedad y la depresión como rasgo (llamadas específica e inespecífica) así como se propuso un modelo teórico para explicar sus intervínculos (tabla A)(Pineda, Rojas y Veitía, 1978; Portero, Hernández, Rodríguez, Suazo, 1984; Portero, 1984; Almaguer, Jiménez, Martín, 1989; Balleu, Grau, Martín, 1989; Grau, Ruiz y Marrero, 1981; Figueroa, Hernández, 1989; Hernández, García, Portero, 1990; Márquez y Hernández, 1987; Morales, Pineda, 1989; Cañizares, 1987; Díaz, 1987; González, Martín, Grau, 1987; Rosabal, 1987; González, Martín, Grau, 1989; Gutiérrez, Sariol y Portero, 1984; Hourrutinier, Herrera, 1984; Mulet, Grau, 1977; Almaguer, Jiménez, Martín, 1989; Mitjans, Grau y Martín, 1887, Pineda, 1989; Castellanos, Grau, Martín, 1986).

Foto 	Tabla A: Caracterización diferencial de las formas de ansiedad y depresión

Tabla A: Caracterización diferencial de las formas de ansiedad y depresión

De acuerdo a este modelo, tanto la ansiedad como la depresión se pueden expresar como estados emocionales más o menos transitorios y como rasgos de la personalidad relativamente estables. Ellos no son más que el reflejo subjetivo de la situación vital del sujeto, en un momento determinado (en el caso de los estados emocionales) o a lo largo de su vida (en el caso de los ragos de la personalidad), entendiéndose que este reflejo no es una copia pasiva, si no que se produce de forma activa, modulado por factores intrínsecos (biológicos, histórico biográficos, etc.) tal y como fue entendido este concepto por autores como Leontiev (1971), Vigotsky (1983) y Rubinstein (1969). Se entiende que tanto los estados emocionales como los llamados rasgos de la personalidad son construcciones psicológicas complejas en las que se produce una imbricación de aspectos cognitivos, emocionales y conductuales.

El factor que determina la fenomenología de las diferentes formas de expresión de los estados de ansiedad y depresión es la forma particular en la que el individuo valora la situación estresante y sus recursos o posibilidades de afrontamiento (gráfico A) ( Grau y Martín, 1992, 1993). Así cuando el individuo duda de sus recursos para enfrentar la demanda, pero esta no es valorada como amenazante para motivos importantes para el sujeto se producen los estados de tensión operacional y emocional que se caracterizan por vivencias de tensión e incertidumbre , asociadas a otras vivencias positivas como la curiosidad, el reto, etc., en dependencia de las características específicas del contexto en que ocurren.

Gráfico A:

Esquema de los indicadores y regularidades del tránsito de las diferentes formas de la ansiedad y la depresión





CONTRADICCION TIPO





Valoración de que la situación no afecta motivaciones centrales

vs.

Incertidumbre con respecto a las posibilidades de afrontamiento





Valoración de que la situación afecta motivaciones centrales

vs.

Incertidumbre con respecto a las posibilidades de afrontamiento







Valoración de que la situación afecta motivaciones centrales

vs.

Convicción de incapacidad de respuesta







Necesidades contradictorias y absolutizadas

vs.

tendencias contradictorias en la autovaloración



Necesidades contradictorias y absolutizadas

vs.

Deterioro global de la autoestima







ESTADO EMOCIONAL





Tensión operacional-emocional



Ansiedad situacional



Depresión situacional



Ansiedad patológica



Depresión patológica



Corrección



Estabilicaciön (depresión personal)



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Cuando la situación es valorada como una amenaza a las motivaciones más importantes para el sujeto y este duda de sus posibilidades para enfrentarla, surgen los estados de ansiedad situacional que fenomenológicamente pueden o no tener alta intensidad y sintomatología de relevancia clínica, pero que tienden a disminuir y desaparecer cuando se modifica la valoración de la situación, o esta se resuelve de alguna manera. Sin embargo, cuando el sujeto tiene la convicción de que no podrá resolver la situación (como en el caso de los eventos valorados como pérdidas) predominan las vivencias de tristeza, desperanza y desamparo y otros síntomas propios de la depresión.

Cuando las situaciones son crónicas y/o cuando se produce una afectación “masiva” de las motivaciones más importantes para el sujeto, cuando empienzan a entrar en conflicto necesidades importantes y la valoración de incapacidad e ineficacia se generalizan a todas las situaciones vitales, estamos ante la presencia de estados de ansiedad y depresión patológicas (los trastornos llamados neuróticos) . Estos estados suelen alcanzar gran intensidad y tienen una sitomatología importante. La intensidad y la cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción de fármacos, por soluciones temporales de los conflictos, etc.) pero quedan las estructuras psicológicas que a manera de “factores de riesgo” , se expresarán como predisposiones personales, relativamente estables, a experimentar estados de ansiedad o depresión frecuentes, o sea la ansiedad o depresión como rasgo de la personalidad, o como preferimos llamarla, la ansiedad o depresión personal .

La ansiedad y la depresión personal son definidas como la propensión a experimentar estados de ansiedad o depresión con fecuencia. Sin embargo, puede ser específica si se circunscribe a determinados tipos de situaciones, mientras que es llamada inespecífica si la persona tiende a experimentar estos estados ante situaciones de diferente naturaleza. Las investigaciones realizadas mostraron que tras estos tipos de ansiedad y depresión personal se encontraban diferentes estructuraciones de la esfera motivacional, la autovaloración, etc. que se han desarrollado ontogenéticamente. De esta manera, la ansiedad y/o la depresión como rasgo consituyen indicadores pronósticos que ayudan a predecir la forma en que reaccionará una persona ante determinadas situaciones (Castellanos, Grau, Martín, 1986; Almaguer, Jiménez, Martín, 1989; González, Martín, Grau, 1989, Pupo, Martín, López, 1988; Grau y Martín, 1992; 1993).

Estas investigaciones tuvieron una vertiente de desarrollo instrumental que se expresó en la validación del Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger (Castellanos, Grau y Martín, 1986; ) , el Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger para niños (Lorenzo, Ruiz, Grau, Martín y otros, 1991) y la creación de la Escala de Ansiedad Patológica (Grau, Portero y Pérez Yera, 1977; Portero, 1978, Calunga, 1979), así como de una metodología para el diagnóstico de las diversas formas de expresión de la ansiedad (Grau y Martín, 1989; 1991).

Para la distinición de la depresión como estado de la depresión personal, en 1989 se comenzó a trabajar en la creación del Inventario de Depresión Rasgo-Estado (IDERE) inspirado en el IDARE de Ch. Spielberger (Ramírez, Grau y Martín, 1989). De la metodología seguida para su confección y su desarrollo ulterior trata el presente trabajo

En Cuba las escalas que más se han utilizado para la evaluación de la depresión han sido el Inventario de Depresión de Beck (BDI) y el MMPI.



El Inventario de Depresión de Beck (BDI) se ha popularizado para evaluar la depresión, dada su bien demostrada confiabilidad y validez Recientemente se realizó un estudio en pacientes cubanos para su validación en nuestro medio (Lugo, Louro y Bayarre, 1996). Sin embargo, ha sido cuestionada su utilidad para diagnosticar la depresión en pacientes con enfermedades crónicas (Schors, 1990; Martín, Grau y otros, 1993a,b). Similares señalamientos se han realizado con respecto al MMPI (Smithe, 1984; Martín y Grau, 1993a,b), el cual además presenta la desventaja de ser fatigoso para los pacientes, por su longitud.



Debe tenerse en cuenta que en la última mitad del siglo el espectro de actuación del psicólogo en el campo de la salud se ha escapado de los reducidos marcos de la consulta privada . Los psicólogos que trabajan en los sistemas de salud pública contemporáneos enfrentan un conjunto de exigencias que imponen modificaciones al proceder habitual, especialmente cuando se trabaja con pacientes con patologías “somáticas” como el cáncer, el SIDA, el dolor crónico, etc. y en contextos como la hospitalización, los cuidados intensivos y paliativos, etc. En estos casos es recomendable la incorporación de la evaluacion psicológica en el inicio mismo del proceso de diagnóstico. Ella debe ser vista por el enfermo como un paso natural de este proceso, al igual que los exámenes clinicos, radiológicos y de laboratorio. La evaluación por parte del psicólogo deberá ser ágil, teniéndose mucho cuidado en la seleccion de los instrumentos psicológicos, los cuales deben ser se fácil administracion y calificación (Martín, 1998).



Por otra parte, la evaluación de los estados emocionales como la ansiedad, la depresión y la ira, es de relevancia en cualquier contexto profesional en el que se haye implicado el estudio del bienestar humano. Como plantea Spielberger (1995) ellos pueden ser considerados como los “signos vitales” del bienestar psicológico y “las variaciones en la intensidad y duración de estos estados psicológicos provee información esencial acerca de la salud mental de una persona y puede indicar tanto eventos vitales recientes como conflictos de larga duración que tienen un particular significado e impacto en la vida del individuo” (Spielberger y otros, 1995, p.52).



De esta manera, se impone la necesidad de contar con un instrumento sensible a las variaciones de la intensidad de los estados depresivos y capaz de distinguir si estos se manifiestan como un estado transitorio, producto de una situación en un momento determinado, o si las manifestaciones depresivas ya se han instalado como un “modus operandi” habitual en la personalidad de un sujeto. Este instrumento debería además ser de fácil administración y corrección, por lo que dada la experiencia de trabajo con el IDARE de Ch. Spielberger, consideramos que resultaría útil contar con un instrumento de similares características para la evaluación de la depresión. En 1989 se comenzaron a dar los primeros pasos para la confección del IDERE y los resultados preliminares constituyeron el trabajo de tesis para obtener el título de psicólogo del Lic. Vladimir Ramírez.

Para la construcción del IDERE se llevaron a cabo las siguientes tareas:



1. Creación de un “pool” de items significativos para la evaluación de la depresión: se confeccionó un fondo de 214 item extraídos de las escalas más utilizadas en nuestro país (Inventario de Depresión de A.T. Beck, Test de Depresión de Hamilton, Escala de Depresión de Zung, MMPI, Inventario de síntomas Cornell-Index).



2. Selección primaria de los items con mayor fuerza diagnóstica: Se sometió este “pool” inicial de 214 itmes al juicio de 5 psiquiatras con experiencia de más de 15 años en el diagnóstico de pacientes con diferentes tipos de depresión, a quienes se les pidió de manera independiente que evaluaran la utilidad de cada item en una escala de 0 a 11 puntos, en la que el 11 era el equivalente de la máxima utilidad. Los items que obtuvieron puntuaciones inferiores a 7 al menos por dos jueces, fueron eliminados. De este proceso quedó un fondo de 131 items.



3. Reelaboración de los items seleccionados para evaluar su capacidad para distinguir la depresión rasgo-estado: Con los 131 items se elaboró un instrumento para evaluar la capacidad de cada uno de ellos para distinguir la depresión como rasgo de la depresión como estado, en una escala de 0 a 11 puntos, en la que el 0 representaba que el item era totalmente incapaz de evaluar la depresión .



Este instrumento fue aplicado a un grupo de 25 psicólogos y psiquiatras con más de tres años de experiencia asistencial en la clínica, provenientes de diversas instituciones de la Ciudad de la Habana para que actuaron en calidad de jueces. Se les pidió que evaluaran cada uno de los items de acuerdo a su valor para diagnosticar la depresión como rasgo y la depresión como estado, previa definición de las mismas, aclarándoseles que un item podría resultar bueno para ambas formas de presión, mejor para una forma y no para la otra o simplemente inútil para evaluar la depresión en cualquiera de sus formas de manifestarse.



4. Confección de la primera versión del IDERE: Se escogieron los items que más del 60% de los jueces le otorgaron una calificación superior a 7 para el diagnóstico de cualquiera de los dos tipos de depresión y también aquellos que más del 60% de los jueces le otorgó un valor superior a 5 para el diagnóstico de un tipo de depresión y menor de 5 para el otro tipo (o sea, los items que discriminaban entre una y otra forma de depresión). Estos items se redactaron de manera positiva y negativa, es decir, que para los items positivos las respuestas de mayor intensidad y/o frecuencia señalaban altos niveles de depresión y para los items negativos, lo opuesto. 64 items integraron la subescala para evaluar la depresión como estado y 52 integraron la subescala para evaluar la depresión como rasgo. La consigna para cada subescala es similar a la del Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch.Spielberger (IDARE). El orden de aparición de los items se obtuvo a partir de una tabla de números aleatorios, o sea, por azar .



Siguiendo el criterio de A. Anastasi acerca de que las estimaciones de las personas cercanas son el mejor criterio cuando se trata de evaluar rasgos de personalidad estables, mucho más cuando este se correlaciona con la propia autovaloración del sujeto, se escogieron 20 colectivos laborales, que tuvieran menos de 20 miembros, de las provincias Ciudad de la Habana (urbana) y Ciego de Avila (rural).



A los sujetos se les pidió que escogieran a tres de sus compañeros que mejor se ajustaran a la descripción de depresión personal alta y a tres que mejor se ajustaran a la descripción de depresión personal baja, previa explicación de las características de las mismas . A todos los sujetos se les pidió además que se calificaran a sí mismos en una escala análogo visual con 18 items en un rango entre 0 y 5 puntos . Estos 18 items describen las principales características de personalidad que de acuerdo a estudios de autores cubanos se encuentran con mayor frecuencia en las personas depresivas (Alonso y Grau, 1985; Almaguer,Jiménez y Martín , 1985; González A, 1985). Se aplicó la primera versión del IDERE a los 129 sujetos, los cuales después se clasificaron en los siguientes grupos:



· grupo con depresión personal alta (DRA) que fueron calificados por sus compañeros como tales y que se adjudicaron calificaciones superiores a 3 en 11 de los items de la escala autovalorativa (27 sujetos).

· grupo con depresión personal baja (DRB): que fueron calificados por sus compañeros como tales y que se adjudicaron calificaciones inferiores a 3 en 11 de los items de la escala autovalorativa (30 sujetos).

· Grupo indefinido (DRI): que no cumplía los requisitos anteriores (72 sujetos).

Las tablas 1 y 2 muestran un resumen de los resultados de la prueba Kolmogorov-Smirnov para evaluar la normalidad de la distribución de los resultados del IDERE -R para la muestra total y los subgrupos y del IDERE-E para la muestra total . Como se esperaba, en el caso del IDERE-R se encontró una distribución normal de las puntuaciones para el grupo indefinido (DRI) y para la muestra total , no así para los grupos con depresión personal alta (DRA) y depresión personal baja (DRB) en los que la normalidad resulta sospechosa, lo cual corrobora el criterio utilizado para la conformación de estos grupos extremos, en los que predominan las puntuaciones extremas. Con respecto al IDERE-E se obtuvo una distribución normal.

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Se analizó si existían diferencias significativas con respecto al IDERE-R entre los tres grupos. Las pruebas C de Cochran y f de Bartlett-Box para valorara la homogeneidad de varianza demostraron que había homogeneidad de varianza entre los grupos (0,688 y 0,682 respectivamente) para el caso del IDERE-R mientras que el análisis de varianza (ONEWAY) y la prueba de Kuskal-Wallis demostraron ambas que existín diferencias significativas entre los tres grupos (0,000 y 0,0000 respectivamente). El test de Rangos de Scheffe también encontró diferencias significativas entre los tres grupos (0,005) mientras que las pruebas t de students y U de Mann-Whitney corroboraron la significación de las diferencias entre los pares (en todos los casos con un nivel de 0,000) sin que hubiera diferencias significativas de varianza entre los pares, tal como se comprobó mediante la prueba Fisher-Snedecor (0,395, 0,692, 0,792 respectivamente). O sea, la escala R del IDERE resultó util para identificar a los sujetos de acuerdo a su nivel de depresión personal.



Con respecto al IDERE-E se aplicó el análisis de varianza no paramétrico Kruskal-Wallis que encontró diferencias significativas entre los tres grupos (p=0,000) y la prueba U de Mann-Withney que ratificó la significación de las diferencias por pares de grupos (p=0,000 para todos los casos) como se esperaba dadas las relaciones entre estas dos formas de expresión de la depresión.



También se realizó un análisis de correlación item-item que mostró niveles de significación entre 0,05 y 0,01 para todas las asociaciones, lo cual habla de la consistencia interna de la escala y de las complejas interdependencias entre las variables.



El próximo paso consistió en intentar la simplificación del cuestionario mediante la reducción del número de items. Para ello se ejecutaron varios procedimientos de análisis discriminante ( discriminación utilizando todas las variables que que satisfagan los criterios de tolerancia para valores entre 0,01 y 0,05; Minimización del estadígrafo Lambda de Wilks; Maximización de la distancia de Mahalanobis entre caa pareja de grupos, máximización y minimización de la F de Fisher-Snedecor en la entrada salida de variables ; minimización en la entrada de variables de la suma de variación no explicada entre los gruos y maximización del estadígrafo Y de Rao).



Estos análisis permitieron discriminar adecuadamente entre el 92.3% y el 96.9% de los casos para ambas subescalas del IDERE, lo cual contituye un importante indicador de su validez empírica, sobretodo en el caso de la subescala Depresión Rasgo.



Criterios como el de Mínimo Residuos, el de Rao, el de Wilks y el de Mahalanobis produjeron discriminaciones equivalentes y en los útlimos tres casos 34 variables resultaron identificadas para la escala rasgo y 38 para la escala estado (IDERE -INT). El criterio de Max-Min. F trabajado con probabilidades adecuadas logró discriminar 22 variables para la escala rasgo y 20 para la escala estado (IDERE - COR) .



Para cada uno de los subconjuntos seleccionados (IDERE -INT) e (IDERE - COR) se repitieron los análisis de estadístíca descriptiva, las pruebas de normalidad, de homogeneidad de varianzas y distinción de medias por vías paramétricas y no paramétricas. Los resultados más satisfactorios se obtuvieron con el IDERE -INT pero en general, en ambas variantes se mantienen y en todo caso mejoran las condiciones de normalidad y se conservan las diferencias significativas entre los grupos (tabla 3).

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Se trasladaron las puntuaciones a valores positivos y sumando una constante adecuada se categorizaron en tres valores : alto, medio bajo, para cada subescala. Se realizó un análisis chi-cuadrado para saber si establecían diferencias significativas entre los grupos obteniéndose valores significativos tanto para la variante inicial como para la corta (p=0,001) en todos los casos para las dos subescalas de ambas variantes del IDERE .

Como resultado de ese trabajo, se logró pues corroborar la validez empírica de la escala rasgo para evaluar la depresión personal , así como el valor de la escala estado para distinguir diversos niveles de intensidad de la depresión. También se logró obtener dos variantes más cortas las cuales resultan más aptas para aplicar en la práctica clínica y tienen mejores propiedades estadísticas.



Los resultados anes descritos se presentaron en varios eventos nacionales e internacionales (Conferencia Internacional Psicología de la Salud’92, XXII Congreso Interamericano de la SIP, los Congresos Nacionales de Psicología de 1990 y 1991, etc.) y también se divulgaron en varios cursos de postgrado para psicometristas y psicólogos cubanos y extranjeros, lo cual, unido a la demanda de los psicólogos por los nuevos instrumentos , dio lugar a que rápidamente se difundiera el IDERE (específicamente la versión más corta) en nuestro país y en otros países de Iberoamérica , a pesar de que los autores aún no lo considerábamos listo para introducirlo en la práctica asistencial por faltar pasos necesarios para su validación.



Actualmente el IDERE es utilizado en la mayor parte de los hospitales y policlínicos de Cuba y también nos han referido su uso en otros lugares como la Clínica del Dolor del Hospital “La Fe” de Valencia, el Centro de Servicios Psicológicos de la Universidad Cooperativa de Colombia y en varios consultorios privados de España, México y Colombia.



Se ha reportado su uso en diversas investigaciones: para evaluar la calidad de vida de pacientes oncológicos terminales (Jiménez, Noriega y otros, 1996), los problemas de burn-out en los servicios de cuidados paliativos (Chacón, Lence y otros, 1996), para la selección de pacientes con dolor crónico candidatos a implantes de sistemas (Pallarés, 1995), etc.



En 1994 se realizó un taller en el que participaron 30 psicometristas de la Ciudad de la Habana, para evaluar sus experiencias con el uso del IDERE (II Curso Provincial de Psicometría, Ciudad de la Habana, Centro Nacional de Perfeccionamiento Técnico del Ministerio de Salud Pública). Los psicometristas coincidieron en señalar que el IDERE resultaba fácil de administrar y calificar, era muy sensible para identificar estados depresivos en pacientes con enfermedades crónicas y también para evaluar los efectos de los tratamientos médicos y psicológicos.



Sin embargo, aún presenta deficiencias que sus autores hemos podido constatar como es el punto de corte para el diagnósico diferencial entre depresión personal media y alta, la existencia de números de items diferentes entre las subescalas, que se desconoce su correlación con otras pruebas valiosas para evaluar la depresión como es el BDI, así como tampoco se conoce su correlación con el IDARE, lo cual consideramos importante por la similitud conceptual y formal que hay entre ambas escalas. Las difíciles condiciones económicas por las que atravesó nuestro país en esa década impidieron que se continuara con el necesario proceso de validación y perfeccionamiento que requiere un instrumento con esas pretensiones, pero confiamos en que en un futuro no muy lejano, se reinicien las investigaciones en esta dirección.

CONCLUSIONES

1. El IDERE ha resultado un instrumento útil para la evaluacion de la depresión como rasgo y la depresión como estado en diversos contextos clínicos.



2. Es necesario continuar trabajando en el perfeccionamiento de la escala.

1. Almaguer L, Jiménez B , Martín M (1989): Caracterización psicológica de los estados depresivos patológicos y no patológicos. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.



2. Alonso A (1985): Aspectos psicológicos en las neurosis. Trabajo para optar por el grado de Dr. C.Psicológicas, Universidad de la Habana.

3. Balleu M, Grau J.A., Martín M (1989): Carcaterización de los estados que surgen ante situaciones emociógenas de diferente repercusión emocional. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.



4. Beck A.T. (1967): Depression: clinical, theoretical and experimental aspects. Hoeber Med. Div New York: Harper & Row.

5. Cañizares M (1987): Estudio del cuadro vivencial en pacientes que han sufrido IMA. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

6. Castellanos B, Grau J.A. y Martín M (1986): Caracterización de la ansiedad personal presente en la personalidad premórbida de pacientes con TTS y neurosis de ansiedad. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

7. Colunga S (1979): Valor predictivo de la Escala de Ansiedad Patológica en pacientes neuróticos. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.



8. Chacón M, Lence J y otros (1996): Estados emocionales generados por situaciones laborales en enfermeros oncológicos. Rev. Psicología Y Salud. Nueva Epoca, jul-dic , 43-65

9. Díaz D (1987): Estudio exploratorio de la frustración en pacientes que han sufrido patologías cardiovasculares. Reporte de investigación: Universidad Central de las Villas.

10. Figueroa D, Hernández E (1989): Caracterización de los estados psíquicos predominantes en diferentes etapas del proceso quirúrgico en pacientes tributarios de cirugía cardiovascular. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

11. González C, Martín M, Grau J.A. (1987):Estudio del cuadro vivencial y de algunas particularidades de personalidad en pacientes que han sufrido reacciones depresivas. Reporte de investigación: Universidad Central de las Villas.

12. González C, Martín M, Grau J.A. (1989): Ansiedad y personalidad en la clasificación diagnóstica de las disfunciones sexuales eréctiles. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas

13. Grau J.A. y Martín M (1989): Sistema cubano para el diagnóstico de las formas patológicas y no patológicas de la ansiedad. Manual de procedimientos. Checoslovaquia : Empresa de Pruebas y Equipos Psicodiagnósticos de Bratislava (en ruso)

14. Grau J.A. y Martín M (1991): Sistema psicodiagnóstico de las formas patológicas y no patológicas de ansiedad. Congreso nacional de Psicología, Ciudad de la Habana



15. Grau J.A. y Martín M (1992): Estrés, ansiedad, personalidad. La Habana: ECIMED



16. Grau J.A. y Martín M (1993): Estrés, ansiedad, personalidad. Resultados de las investigaciones cubanas realizadas con el enfoque personal. Rev. Interamericana de Psicología 27 (1) 37-58

17. Grau J.A, Portero Dy Pérez Yera M (1977): Confección de la Escala de Ansiedad Patológica. Reporte de investigación: Universidad Central de las Villas

18. Grau J.A., Ruiz R. y Marrero J (1981): Estudio de la actividad del pensamiento en pacientes ansiosos. Reporte de investigación: Universidad Central de las Villas.

19. Gutiérrez R, Sariol J y Portero D (1984): Particularidades de la ansiedad en diferentes trastornos psicofisológicos. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

20. Hernández B, García J.C., Portero D (1990): Estados emocionales en pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas y métodos diagnósticos cruentos. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

21. Hourrutinier R, Herrera L.F. (1984): Estudio de las particularidades de las situaciones que comunmente generan ansiedad patológica y su relación con la ansiedad personal. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.



22. Jiménez P.J., Noriega G y otros ( 1996): Calidad de vida en el enfermo oncológico terminal. Rev. Psicología Y Salud. Nueva Epoca, jul-dic , 31-43



23. Lazarus R.S. y Folkman S. (1986): Estrés y procesos cognitivos. Barcelona: Martínez Roca



24. Leontiev A.N. (1971): Actividad, conciencia y personalidad. La Habana: Edit. Pueblo y educación

25. Lorenzo A, Ruiz M.C., Grau J.A. , Martín M y otros (1991): Validación del IDAREN en adolescentes cubanos. Resultados preliminares. Trabajo presentado en la Conferencia Internacional Psicología de la salud´92, Ciudad de la Habana



26. Lugo J, Louro I y Bayarre M (1996): Validación del Inventario de depresión de Beck. resultados preliminares. Trabajo para la obtención del título de Mster en Psicología de la Salud. Facultad de salud Pública, ISCMH

27. Márquez J y Hernández E (1987): Estrés, capcidad de trabajo intelectual y mecanismos de autoregulación en pacientes cardiovasculares quirúrgicos. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

28. Martín M, Grau J, Bosch F, Delgado C, Infante O, Tabio E, (1993a): Dolor crónico y factores psicosociales. Identificación y manejo en la atención primaria. ECIMED. Ciudad Habana.



29. Martín M, Grau J. A, Bosch F, Zas B, Rial N, Tabio E. Lorenzo A, Hernández Ma T, Estrada N, (1993b). La atención psicológica al dolor crónico en una proyección multidisciplinaria, ECIMED: Ciudad Habana.

30. Mitjans A, Grau J.A. y Martín M (1987): Estudio del cuadro viencial en pacientes con amenaza vital. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad de la Habana.

31. Morales N y Pineda M.E. (1989): Estudio clínico experimental de la frustración. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas

32. Mulet E y Grau J.A. ( 1977): Cracterización psicológica de los estados patológicos de ansiedad. Trabajo de Diploma, Facultad de Psicología, Universidad Central de las Villas.

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