Autor/autores:
Susan Weiner
A principios de los años 90, mientras cursaba un posgrado en California, el autor experimentó un primer episodio psicótico que lo llevó a aislarse completamente de su familia y amigos durante siete meses. En este estado de psicosis, creyó ser un superespía que luchaba contra un "dictador malvado" en un escenario de Tercera Guerra Mundial. La enferm...
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A principios de los años 90, mientras cursaba un posgrado en California, el autor experimentó un primer episodio psicótico que lo llevó a aislarse completamente de su familia y amigos durante siete meses. En este estado de psicosis, creyó ser un superespía que luchaba contra un "dictador malvado" en un escenario de Tercera Guerra Mundial. La enfermedad se volvió tan intensa que el autor consideró varias veces el suicidio. Fue solo cuando intentó saltar desde un edificio en su universidad que la policía intervino y lo llevó al hospital psiquiátrico del campus
.Allí, se le administró Haloperidol durante varias semanas, pero este medicamento no resultó efectivo para controlar sus delirios. La estancia hospitalaria fue un periodo caótico, marcado por pensamientos irracionales y terrores sobre experimentos médicos y guerra. La intervención inicial tampoco incluyó un diagnóstico claro debido al miedo del autor a revelar sus delirios a los médicos. Fue en ese momento cuando se derrumbó emocionalmente y permitió que sus padres fueran contactados. Posteriormente, fue trasladado a un hospital psiquiátrico en Maryland bajo el cuidado del Dr. Wayne S. Fenton.
El Dr. Fenton, un médico comprometido con sus pacientes, supervisó el tratamiento del autor y le administró risperidona, un nuevo antipsicótico atípico que acababa de salir al mercado. Aunque la risperidona era un tratamiento poco convencional y experimental en esa época, funcionó casi de inmediato. En tan solo tres días, el autor experimentó un cambio significativo en su percepción. Fue capaz de ver la realidad de forma clara y cuestionar sus creencias delirantes, lo que permitió que la intervención terapéutica tuviera efecto. La risperidona logró reducir la intensidad de sus síntomas psicóticos y, junto con el apoyo del Dr. Fenton, el autor pudo recuperar gradualmente su cordura.
Aunque la recuperación fue un proceso largo y complejo que tomó varios años, con ajustes de medicación y un proceso de aceptación, el autor logró alcanzar una vida en gran parte libre de delirios. Pudo escribir libros de poesía y, aunque no pudo retomar su carrera académica, encontró un significado en su vida y volvió a funcionar como un intelectual.
El autor concluye reflexionando sobre el potencial de recuperación en los trastornos mentales, destacando la importancia de la innovación en la medicina y la empatía de los médicos. Atribuye su estabilidad a los avances farmacológicos y al compromiso de profesionales de la salud como el Dr. Fenton, quienes marcaron una diferencia significativa en su vida.
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