Autor/autores:
Maliske y Kanske
Durante los últimos 150 años de investigación neurocientífica, el campo ha experimentado una enorme evolución. Comenzando con la inferencia basada en lesiones de la función cerebral, la neuroimagen funcional, introducida a fines de la década de 1980, y métodos y análisis cada vez más detallados y sofisticados, ahora nos permiten...
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Durante los últimos 150 años de investigación neurocientífica, el campo ha experimentado una enorme evolución. Comenzando con la inferencia basada en lesiones de la función cerebral, la neuroimagen funcional, introducida a fines de la década de 1980, y métodos y análisis cada vez más detallados y sofisticados, ahora nos permiten estudiar los correlatos neuronales vivos de comportamientos complejos en individuos y múltiples agentes simultáneamente.
Clásicamente, el acoplamiento cerebro-conducta se ha estudiado como una asociación de un área específica del cerebro y un determinado resultado conductual. Este ha sido un primer paso crucial en la comprensión de la organización del cerebro. Los procesos cognitivos sociales, así como sus correlatos neuronales, normalmente se han considerado y estudiado como funciones aisladas y manchas de activación neuronal.
Sin embargo, a medida que crece nuestra comprensión del cerebro social como un órgano intrínsecamente dinámico, la investigación en el campo de la neurociencia social está experimentando lentamente la evolución necesaria desde el estudio de elementos individuales hasta cómo estos elementos interactúan y su integración en la arquitectura cerebral general.
En este artículo, revisamos estudios recientes que investigan la representación neuronal de la cognición social como redes interactivas, complejas y flexibles.
Discutimos estudios que identifican redes cerebrales individuales asociadas con el afecto social y la cognición, la interacción de estas redes y su relevancia para los trastornos del afecto social y la cognición.
Esta perspectiva sobre la neurociencia cognitiva social puede resaltar cómo una comprensión más detallada de las (re)configuraciones de redes complejas podría mejorar nuestra comprensión de los déficits cognitivos sociales en trastornos mentales como el trastorno del espectro autista y la esquizofrenia, proporcionando así nuevos impulsos para los métodos de intervención. .
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