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Papel de los tipos de células y circuitos del tabique lateral definidos molecularmente en las conductas sociales

  • Autor/autores: Robert A. Phillips III y Stephanie C. Page



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Artículo | Fecha de publicación: 05/11/2025
Artículo revisado por nuestra redacción

El deterioro del funcionamiento social es una característica central presente en prácticamente todos los trastornos neuropsiquiátricos y neurodel desarrollo, incluidos el trastorno del espectro autista (TEA), la esquizofrenia, el trastorno depresivo mayor y el trastorno bipolar. Los déficits en el comportamiento social pueden manifestarse como dificultades en la comunic...



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El deterioro del funcionamiento social es una característica central presente en prácticamente todos los trastornos neuropsiquiátricos y neurodel desarrollo, incluidos el trastorno del espectro autista (TEA), la esquizofrenia, el trastorno depresivo mayor y el trastorno bipolar. Los déficits en el comportamiento social pueden manifestarse como dificultades en la comunicación social, la reciprocidad emocional, la empatía o la motivación social, lo que produce un impacto profundo en la calidad de vida y en los resultados funcionales. Dado que la interacción social es fundamental para la supervivencia, la cooperación y la reproducción, dilucidar sus bases neuronales se ha convertido en un objetivo central de la neurociencia contemporánea.


El comportamiento social abarca un espectro extraordinariamente amplio de interacciones, que van desde el vínculo afiliativo y el cuidado parental hasta la agresión territorial y el comportamiento reproductivo. Estas conductas suelen ser dimórficas por sexo, reflejando diferencias en las influencias hormonales y en la organización de los circuitos neuronales entre machos y hembras. La capacidad de reconocer, interpretar y responder adecuadamente a diversos estímulos sociales es esencial para la adaptación del organismo. Las alteraciones en esta capacidad pueden generar respuestas sociales desadaptativas, como la evitación, la hiperagresividad o el afiliacionismo inapropiado, todos ellos rasgos característicos del deterioro social en los trastornos cerebrales.


Las investigaciones iniciales identificaron numerosas regiones cerebrales implicadas en el control del comportamiento social, entre ellas el septum lateral (LS), la corteza prefrontal (CPF), el hipocampo, la amígdala y el hipotálamo. Cada una de estas áreas cumple funciones distintas pero interconectadas: la amígdala procesa la saliencia emocional y social; la CPF integra información contextual y ejecutiva para guiar la conducta; y el hipotálamo coordina las respuestas motivacionales y hormonales. El LS, estructura límbica asociada históricamente con la modulación social, desempeña un papel clave en la regulación de las respuestas afiliativas y defensivas.


Solo recientemente los investigadores han comenzado a dilucidar cómo la conectividad funcional entre estas regiones da forma a la cognición social y al comportamiento social. Los avances en trazado de circuitos neuronales, optogenética e imágenes de calcio han permitido una disección precisa de los tipos celulares y microcircuitos que gobiernan las conductas sociales. Por ejemplo, vías GABAérgicas y glutamatérgicas específicas entre la CPF, la amígdala y el LS modulan dinámicamente las decisiones de acercamiento o evitación durante los encuentros sociales.


Comprender los mecanismos celulares y de circuito que subyacen a las conductas sociales es esencial para dilucidar la fisiopatología del deterioro social en los trastornos cerebrales. Al mapear estas redes e identificar dianas moleculares clave, los investigadores podrían descubrir nuevas estrategias terapéuticas destinadas a restaurar el funcionamiento social normal. En última instancia, la integración de enfoques neuronales, genéticos y conductuales será fundamental para alcanzar una comprensión completa de la circuitería del cerebro social y su alteración en la enfermedad.


Resumen modificado por Cibermedicina


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