Introducción
La pandemia de COVID-19 ha presentado desafíos únicos en la gestión de pacientes con trastornos mentales graves (TMG) que están bajo tratamiento farmacológico, particularmente con antipsicóticos como la clozapina. Estudios anteriores han señalado una posible interacción entre la clozapina y la infección por COVID-1...
Introducción
La pandemia de COVID-19 ha presentado desafíos únicos en la gestión de pacientes con trastornos mentales graves (TMG) que están bajo tratamiento farmacológico, particularmente con antipsicóticos como la clozapina. Estudios anteriores han señalado una posible interacción entre la clozapina y la infección por COVID-19, sugiriendo una respuesta hematológica distinta.
Este estudio se centró en comparar los cambios en los recuentos absolutos de neutrófilos (RAN) tras la infección por COVID-19 entre pacientes que usan clozapina y aquellos tratados con otros antipsicóticos.
Métodos
Se realizó un análisis retrospectivo de 103 pacientes con TMG diagnosticados con COVID-19. De estos, 49 pacientes estaban bajo tratamiento con clozapina y 54 con otros antipsicóticos.
Se utilizaron modelos aditivos generalizados para analizar los cambios en los RAN durante las cuatro semanas posteriores a la infección por COVID-19.
La falta de un grupo de control no tratado con antipsicóticos complicó la atribución de los efectos específicos de la clozapina, pero la comparación directa entre los dos grupos proporcionó insights sobre la dinámica hematológica.
Resultados
Los resultados indicaron que ambos grupos experimentaron una caída transitoria en el RAN seguida de una recuperación gradual.
Sin embargo, este patrón fue más pronunciado en el grupo de clozapina, con diferencias estadísticamente significativas (P = 0. 00025). A pesar de la caída, el RAN en el grupo de clozapina se mantuvo generalmente en un nivel más alto en comparación con el grupo de otros antipsicóticos.
Discusión
Estos hallazgos sugieren una interacción potencial entre la clozapina y el COVID-19 que podría influir en la dinámica hematológica.
Es importante destacar que la interacción no implica necesariamente un efecto adverso. De hecho, fue notable que algunos pacientes tratados con otros antipsicóticos mostraron una disminución en el RAN que no se recuperó tan fácilmente, lo que podría indicar una vulnerabilidad subyacente o una respuesta menos robusta a la infección.
Conclusiones
La evidencia de una respuesta hematológica distinta en pacientes con TMG y COVID-19, especialmente aquellos tratados con clozapina, subraya la importancia de un seguimiento hematológico riguroso en este grupo.
Dado que la clozapina se asocia con riesgos hematológicos conocidos, estos datos son cruciales para la vigilancia clínica. Además, los resultados resaltan la necesidad de considerar evaluaciones hematológicas en pacientes con TMG que utilizan cualquier tipo de antipsicótico durante y después de la infección por COVID-19.
La implicación de estos hallazgos para la práctica clínica es doble: primero, en la necesidad de monitorear cuidadosamente los parámetros hematológicos en pacientes con TMG tratados con antipsicóticos durante la pandemia; y segundo, en la posible adaptación de estrategias de tratamiento para mitigar riesgos adicionales asociados con la infección por COVID-19.
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