El presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría, director del Área de Gestión del Conocimiento y coordinador de la Unidad de Psiquiatría Geriátrica en el Hospital Sagrat Cor de Martorell, Manel Sánchez, ha resaltado la importancia de realizar evaluaciones exhaustivas para distinguir enfermedad mental y demencia.
Coincidiendo con el Día Mundial de la Salud Mental, la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA) ha organizado este jueves el webinar 'El problema de la demencia y la enfermedad mental', dentro de su ciclo de conferencias 'Encuentro con Expertos'.
En esta jornada virtual se ha señalado la relación establecida entre demencia y enfermedad mental. "Las enfermedades mentales, en general, es frecuente que presenten síntomas que afectan al rendimiento cognitivo, en grado diferente y en modo diferente.
Y, al mismo tiempo, las demencias, ya consistentemente diagnosticadas, entre sus síntomas cognitivos, que son los más paradigmáticos habitualmente, pueden presentar, y de hecho presentan, y a veces de forma muy relevante, síntomas psiquiátricos o síntomas conductuales", ha explicado Sánchez.
Para poder establecer si la patología se trata de un trastorno mental o de una demencia cuando la enfermedad mental debuta con un predominio de afectación cognitiva, el especialista ha subrayado que "hay que hacer una evaluación siempre exhaustiva de la capacidad cognitiva.
Las evaluaciones neuropsicológicas sistemáticas no habría que hacerlas solamente en las demencias. También en los trastornos mentales deberían implementarse de una forma más extensa. Hay que seguir siempre prospectivamente la evolución".
Además, Sánchez ha explicado de manera detallada los factores de riesgo que correlacionan el deterioro cognitivo con distintos trastornos psiquiátricos.
En concreto, ha desarrollado las evidencias que existen en torno a la ansiedad, la psicosis y esquizofrenia, los problemas afectivos como la depresión o el trastorno bipolar, el suicidio, el trastorno de la personalidad, los trastornos del sueño y las adicciones y abuso de sustancias.
En cuanto a la ansiedad, ha señalado que padecer un síndrome ansioso clínicamente significativo y, sobre todo, si arranca al menos desde la edad media de la vida, tiene una asociación con un mayor riesgo de desarrollar demencia en los diez años siguientes.
"Otro problema relacionado con la ansiedad y el deterioro cognitivo es el uso de tratamientos para la ansiedad a largo plazo, especialmente del grupo farmacológico de las benzodiazepinas y que, aunque con debates variados a lo largo de los años, se están relacionando con un mayor riesgo para sufrir demencia del uso continuado a lo largo de los años", ha destacado.
En cuanto al vínculo entre demencia y esquizofrenia, ha apuntado que la afectación cognitiva que acompaña la enfermedad es muy inicial y que se mantiene de forma bastante constante desde los primeros tiempos de la enfermedad. Sin embargo, también ha indicado que hay estudios que revelan que "la propia genética de la esquizofrenia parece que podría proteger contra algunas formas de demencia más graves".
A su vez, ha incidido en que "la demencia es una gran productora de síntomas psicóticos en la edad avanzada" y que se sabe que en más de un 40 por ciento de demencias aparecen trastornos del pensamiento, los trastornos psicóticos o los trastornos senso-perceptivos, como son las alucinaciones, delirios y alucinaciones.
Sobre los problemas afectivos, que incluyen, por ejemplo, la depresión y el trastorno bipolar, ha señalado que existen tres hipótesis sobre su relación con la demencia que no se exluyen entre sí y pueden darse incluso al mismo tiempo. En primer lugar, una que las identifica como un factor de riesgo causal para un posterior deterioro cognitivo.
Un segundo supuesto, en el que los problemas afectivos pueden actuar como un pródromo, es decir, que pueden ser realmente en sí mismos una presentación clínica precoz o temprana de la demencia. Y, en tercer lugar, entender que ambos problemas son procesos independientes, pero que pueden coincidir en un momento determinado en una misma persona.
En relación con los problemas afectivos, Sánchez ha comentado el factor del suicidio.
"A veces hay la idea a priori de que la demencia no tiene capacidad de generar este tipo de pensamientos, pero sí los tiene, otra cosa son los intentos de suicidio consumados, pero los pensamientos de muerte sí que tienen una cierta representación y, de hecho, se conoce que la disfunción cognitiva puede ser un factor de riesgo independiente para el pensamiento suicida", ha aclarado.
Manel Sánchez también ha hablado de los factores de riesgo potencialmente modificables para la demencia, "un campo que se ha desarrollado últimamente con mucha intensidad y que permite pensar en estrategias preventivas". A este respecto, ha enumerado el tabaco, la obesidad, la presión alta, la diabetes, el bajo nivel educativo y las pérdidas auditivas. Según ha destacado, estos factores de riesgo son "potencialmente evitables o por lo menos potencialmente tratables para evitar que estas personas puedan acumular este riesgo sobreañadido para padecer demencia"
.Otro de los factores de riesgo son las adicciones y el abuso de sustancias, que "tienen una correlación con las demencias en su uso crónico". El experto ha apuntado que algunos estudios recogen que generan hasta el 10 por ciento de las demencias globales. "Si tenemos en cuenta que se trata de trastornos de prevalencia muy elevada en la población general, con cuadros clínicos que serían potencialmente reversibles en los consumos, eso permitiría hacer estrategias preventivas que en otro tipo de factores de riesgo, como es la misma edad, tenemos más dificultades para poderlas establecer", ha subrayado.
A pesar del carácter reversible de la afectación del consumo de algunas sustancias en la demencia, como es el caso del cannabis, el psiquiatra ha matizado que en el caso del consumo de alcohol, "a partir de determinado momento", aunque se cese el consumo, "el daño ya puede ser irreversible".