La depresión y otras enfermedades neuropsiquiátricas son marcadamente heterogéneas, configuradas por diversos factores genéticos y ambientales que conducen a un conjunto único de síntomas para cada individuo. Esta complejidad a menudo requiere múltiples intentos de tratamiento antes de encontrar un medicamento o intervención efectiva.
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La depresión y otras enfermedades neuropsiquiátricas son marcadamente heterogéneas, configuradas por diversos factores genéticos y ambientales que conducen a un conjunto único de síntomas para cada individuo. Esta complejidad a menudo requiere múltiples intentos de tratamiento antes de encontrar un medicamento o intervención efectiva.
La estratificación de pacientes, que implica categorizar a los pacientes según ciertos biomarcadores para personalizar los tratamientos de manera más efectiva, podría reducir este proceso de ensayo y error. Sin embargo, identificar biomarcadores robustos para subtipificar a los pacientes sigue siendo un desafío significativo.
El campo emergente de la medicina psicodélica muestra beneficios potenciales de este enfoque. Las investigaciones sugieren que tanto los mecanismos psicológicos como neurobiológicos contribuyen a los efectos terapéuticos de los psicodélicos, y estas influencias pueden ser separables. Las dosis altas de psicodélicos pueden inducir experiencias místicas, fomentando descubrimientos emocionales o percepciones psicológicas, lo cual podría ser ventajoso para los pacientes. Sin embargo, los intensos efectos subjetivos de los psicodélicos complican su uso clínico, haciendo el tratamiento costoso y reduciendo el acceso de los pacientes.
Los psicoplastógenos, una clase de sustancias que incluye a los psicodélicos, promueven una neuroplasticidad estructural significativa en el cerebro. Específicamente, aumentan la densidad de espinas dendríticas en la corteza, lo cual ha sido vinculado a efectos antidepresivos sostenidos, como se ha demostrado en estudios con ketamina en roedores. Bloquear estos efectos que promueven la plasticidad también bloquea los resultados similares a los antidepresivos, sugiriendo una relación causal.
Importante, hallazgos recientes indican que los efectos psicoplastogénicos de los psicodélicos pueden ser separados de sus propiedades alucinógenas. Este descubrimiento ha llevado a la identificación de psicoplastógenos no alucinógenos, que podrían ofrecer los beneficios de los psicodélicos sin las experiencias subjetivas asociadas. Dado que la atrofia cortical es una característica común en muchos trastornos depresivos, y su reversión es un objetivo de muchos tratamientos antidepresivos, la plasticidad estructural inducida por psicodélicos podría ser particularmente efectiva.
En la práctica, estrategias basadas en biomarcadores podrían ayudar a identificar a los pacientes con atrofia cortical que podrían beneficiarse más de estos psicoplastógenos no alucinógenos para uso en casa, o de psicodélicos tradicionales que requieren supervisión clínica. Tal enfoque podría agilizar los procesos de tratamiento, mejorar los resultados de los pacientes y expandir el acceso a estas terapias novedosas.
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