Hace seis décadas, los primeros experimentos en humanos con ketamina descubrieron un agente anestésico con un perfil cardiopulmonar favorable y efectos disociativos inusuales. Este descubrimiento abrió un camino innovador en la anestesia, y la ketamina ganó rápidamente aceptación en entornos quirúrgicos como un analgésico eficaz en el per&iac...
Hace seis décadas, los primeros experimentos en humanos con ketamina descubrieron un agente anestésico con un perfil cardiopulmonar favorable y efectos disociativos inusuales. Este descubrimiento abrió un camino innovador en la anestesia, y la ketamina ganó rápidamente aceptación en entornos quirúrgicos como un analgésico eficaz en el período perioperatorio.
Sin embargo, en el año 2000, la ketamina comenzó a destacar en el ámbito de la psiquiatría, evolucionando hasta convertirse en el prototipo de los antidepresivos de acción rápida. Este avance marcó un cambio de paradigma, dado que la ketamina demostró un potencial para aliviar los síntomas depresivos de manera casi inmediata, en contraste con los antidepresivos convencionales, cuyos efectos suelen tardar semanas en manifestarse.
En el presente número de la revista, Hess et al. abordan una discusión en curso sobre si los efectos psicoactivos de la ketamina merecen ser agrupados con los de los psicodélicos "clásicos", como la psilocibina y el LSD, o si la ketamina pertenece a una categoría farmacológica diferente. Según los autores, la ketamina genera efectos prosociales tanto en modelos animales como en humanos que se asemejan más a los entactógenos, representados por sustancias como el MDMA (3, 4-metilendioximetanfetamina).
El MDMA, conocido históricamente como “empatógeno”, induce sensaciones de empatía y cercanía interpersonal, y permite que los usuarios accedan a recuerdos traumáticos sin una respuesta emocional negativa intensa. Este tipo de respuesta prosocial y exploratoria ha llevado a definir el MDMA como un “entactógeno”, un término que significa "tocar dentro" y que hace referencia a su capacidad para facilitar la introspección.
A pesar de ciertas similitudes entre la ketamina, los psicodélicos clásicos y los entactógenos —en especial en términos de sus efectos psicoactivos rápidos y duraderos, que pueden tener beneficios prolongados para la salud mental—, estas sustancias difieren en cuanto a su objetivo molecular primario y especificidad farmacológica. Mientras que los psicodélicos clásicos suelen actuar principalmente sobre los receptores de serotonina (5-HT2A), la ketamina actúa sobre el receptor NMDA (N-metil-D-aspartato) de manera única. Esto plantea una interrogante sobre la categorización tradicional de estos fármacos basada en sus objetivos moleculares.
Esta ambigüedad ha llevado a los investigadores a cuestionar si una clasificación farmacológica centrada exclusivamente en los receptores moleculares es adecuada para categorizar fármacos psicoactivos con potencial psiquiátrico. Aunque este enfoque ha sido útil para otras áreas terapéuticas, como en el desarrollo de medicamentos cardiovasculares o antibióticos, podría no capturar plenamente la complejidad y el potencial clínico de agentes como la ketamina. Así, los hallazgos de Hess et al. contribuyen a la comprensión de la ketamina y sus efectos, abriendo la posibilidad de reevaluar las taxonomías existentes en psiquiatría y explorar nuevos enfoques para clasificar fármacos con efectos en la salud mental.
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