Salen de la consulta para atender a pacientes con patologías como esquizofrenia o psicosis en su propio entorno, personas con trastornos mentales graves de las que no van al médico.
Trabajan casi de incógnito con unos seres prácticamente invisibles que hacen muy poco ruido, pero que tienen mala prensa. Son los equipos de Tratamiento Asertivo Comunitario (ETAC), un nombre muy pomposo pero que baja al barro para atender a pacientes con trastorno mental grave en domicilios, albergues, o en sus casas.
A menudo, también a personas sin hogar. Una población muy aislada y con pocos apoyos, salvo la de estas mujeres y hombres que no solo se ocupan de la vertiente sanitaria, o del acompañamiento terapéutico, sino que se preocupan de garantizar sus necesidades. “Sobre todo intentamos ser un puente hacia la integración social de estas personas”, describe la psiquiatra Noelia Aller, de la red de Salud Mental de Bizkaia.
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