Julio Pascual, jefe de Servicio de Neurología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla; catedrático de Medicina en la Universidad de Cantabria; y responsable del Grupo de Investigación en Cefaleas del IDIVAL.
Imaginen experimentar desde la infancia, cada mes, múltiples episodios de migraña severa que duran de uno a tres días, acompañados de vómitos, sensibilidad extrema a la luz, sonidos y olores, y a cualquier movimiento. La migraña es una afección neurológica frecuentemente desatendida, considerada por la OMS como la segunda condición más debilitante en mujeres.
En la última década, se han logrado avances significativos en el entendimiento de esta enfermedad, transformando radicalmente su tratamiento. Se ha identificado que un péptido llamado CGRP es el responsable de estos intensos dolores. Recientemente, se han desarrollado medicamentos, primero inyectables y ahora orales, que bloquean efectivamente este péptido. Estos tratamientos están mejorando considerablemente la calidad de vida de muchos pacientes con migraña, al ser más efectivos y tener menos efectos secundarios que los tratamientos anteriores, que comúnmente causaban somnolencia, aumento de peso y depresión.
Actualmente, contamos con medicamentos efectivos y bien tolerados que pueden cambiar drásticamente la vida de los pacientes y sus familias. Sin embargo, el problema radica en que, debido a su alto costo, los médicos solo pueden prescribir estos nuevos tratamientos si el paciente no ha respondido adecuadamente a al menos "tres tratamientos clásicos". Esto puede retrasar el tratamiento por casi un año, sometiendo a los pacientes a efectos secundarios no deseados durante ese tiempo, una situación que plantea dilemas éticos para los neurólogos.
El Ministerio de Sanidad impone restricciones basadas en la necesidad de distribuir recursos limitados. La diferencia de costos es significativa, con el nuevo medicamento costando más de 400 euros por mes en farmacias regulares comparado con 110 euros en farmacias hospitalarias. Esto limita el acceso a los tratamientos a pacientes económicamente acomodados o aquellos extremadamente necesitados que logran ver a un neurólogo especializado.
Propongo un modelo más equilibrado donde el precio de estos fármacos orales sea reducido a unos 50 euros por mes en farmacias regulares, lo que permitiría un copago de 20-30 euros por parte del paciente. Esto expandiría el acceso al tratamiento a más pacientes, beneficiando también a la industria farmacéutica por el aumento en el volumen de ventas.
Es crucial un reevaluar total de cómo gestionamos la migraña y otras condiciones con tratamientos innovadores, involucrando a pacientes, profesionales de la salud, administradores e industria farmacéutica. Con esfuerzos conjuntos, podemos alcanzar un sistema más sostenible y beneficioso para todos a largo plazo.