Texto Adaptado de National Geographic

El autismo sigue siendo un enigma para la ciencia, pero los nuevos avances están arrojando luz sobre los cambios cerebrales que podrían desempeñar un papel crucial en el desarrollo de este trastorno. Investigadores han observado que el cerebro de bebés que eventualmente desarrollan autismo experimenta un crecimiento acelerado en comparación con sus pares.

Estudios sugieren la posibilidad de detectar signos de autismo en etapas tan tempranas como los tres meses de edad, mucho antes de que los síntomas se manifiesten. Esta detección precoz abre la puerta a intervenciones tempranas que podrían prevenir o mitigar las discapacidades asociadas.

Investigaciones lideradas por Joseph Piven de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill han revelado que el crecimiento cerebral excesivo en bebés con riesgo de autismo puede ser un indicador temprano del trastorno. Al analizar resonancias magnéticas cerebrales, el equipo de Piven pudo predecir el diagnóstico de autismo en la mayoría de los casos basándose en cambios cerebrales observados a los seis y doce meses de edad.

Estos hallazgos plantean la posibilidad de intervenciones tempranas que podrían alterar el curso del desarrollo del cerebro. Programas como el Modelo Denver de Atención Temprana han mostrado mejoras significativas en habilidades lingüísticas y sociales en niños con autismo, lo que resalta la importancia de la detección y tratamiento tempranos.

Si bien el autismo sigue siendo un desafío complejo, los avances en la comprensión de los cambios cerebrales y las intervenciones tempranas ofrecen esperanza para mejorar la calidad de vida de aquellos afectados por este trastorno.

Nota: Este artículo es un resumen y adaptación de contenido originalmente publicado por National Geographic.