Un programa de ejercicio aeróbico de 6 meses mejoró significativamente los síntomas de neuropatía periférica asociada quimioterapia (QT) en mujeres diagnosticadas con cáncer de ovario, en un estudio que comparaba la intervención con un grupo control de seguimiento y atención.
La neuropatía periférica es uno de los eventuales efectos indeseados de la QT.
Se caracteriza por pérdida de sensibilidad, calambres, hormigueos y sensación dolorosa al frío o calor localizados sobre todo, aunque no exclusivamente, en las manos y los pies.
En los casos más graves, la neuropatía se manifiesta como pérdida de fuerza, lo que puede traducirse en caídas.
Es uno de los efectos secundarios que se asocia a los quimioterápicos derivados del platino y a los taxanos, habituales en el tratamiento del cáncer de ovario. Se estima que entre las pacientes con cáncer ovárico que reciben QT basada en paclitaxel, aparece en un 60-70%.
La neuropatía puede mantenerse una vez terminado el tratamiento oncológico, incluso años después.
Puesto que los tratamientos para este tipo de neuropatía son escasos y de limitada eficacia, el trabajo que se publica hoy martes en JAMA Network Open constituye un paso hacia la confirmación del ejercicio físico como una vía para reducir el dolor.
Estudio clínico randomizado
Así lo indican los resultados de un análisis del ensayo WALC (Women’s Activity and Lifestyle Study in Connecticut). Se trata de un estudio randomizado, multicéntrico, poblacional, en fase III, que compara el ejercicio aeróbico frente al seguimiento en 134 mujeres que tuvieron un diagnóstico de cáncer de ovario y presentaban neuropatía inducida por QT.
Los autores del estudio han trabajado bajo la dirección de Melinda Irwin y Leah Ferrucci, profesoras en el Departamento de Epidemiología de Enfermedad Crónica de la Facultad de Salud Pública de New Haven, en Connecticut.
Supervivencia
Además de mostrar la superioridad del ejercicio aeróbico durante un semestre, la investigación sugiere que el aumento en la calidad de vida de las pacientes también puede influir en la adherencia al tratamiento y a la postre en la supervivencia.
De ahí que consideren “justificada” la reproducción del estudio en nuevos trabajos en busca de una repetición de los resultados con bases poblaciones más amplias.
El grupo de intervención consistió en ejercicio aeróbico de intensidad moderada, dirigido por un entrenador facilitado por el Colegio Americano de Medicina Deportiva y la Sociedad Americana del Cáncer.
El programa contemplaba aumentar paulatinamente hasta alcanzar los 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico de intensidad moderada, principalmente caminando a paso ligero.Las participantes informaban sobre sus niveles de ejercicio con llamadas telefónicas semanales con el entrenador.
El brazo de control de atención recibió llamadas telefónicas semanales de un miembro del estudio para tratar temas educativos sobre los cuidados en el cáncer de ovario.
Después del diagnóstico
Los síntomas de neuropatía periférica asociada a QT “se atenuaron significativamente en el brazo de intervención con ejercicio”, escriben los investigadores.
“Los resultados del presente análisis secundario sugieren que el ejercicio es una intervención viable.
Sin embargo, dado que los datos que utilizamos se limitaban al periodo posterior al tratamiento, se necesitan estudios futuros para evaluar el papel del ejercicio en la prevención de la neuropatía por QT inmediatamente después del diagnóstico de cáncer”.
