En una semana un adolescente se ha quitado la vida en Sallent, mientras que un menor de 15 años lo intentó tirándose por el balcón en la Ràpita. El acoso que ambas personas recibían en el colegio fue la mecha que los empujó a tomar la decisión de sucidarse.Las tentativas de suicidio diarias en menores de 18 años se han llegado a multiplicar en los últimos años, y el bullying generado en los colegios se ha convertido en una de las primeras causas que llega a generar esta idea entre los adolescentes. Una de las soluciones defendidas por la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (Sepsm) es apostar por una red creada por los centros sanitarios de salud mental y los profesores. A partir de este circuito, se ofrecería herramientas y asesoramiento y se crearía un contacto periódico con los profesionales en salud mental, permitiendo detectar los casos que necesitan ayuda psiquiátrica. Por otra parte, se descarta instaurar la figura de un psiquiatra escolar, debido al efecto de intrusión que podría llegar a generar entre los alumnos.
“La salud mental infanto-juvenil tiene mucho menos recorrido que la adulta dentro de la sanidad. Se trata de una especialidad que siempre ha estado al margen del resto. El año pasado se aprobó la especialidad de Psiquiatría de la infancia y la adolescencia, se trata de un hecho muy reciente y este escenario ofrece una idea de la poca importancia que se da a la salud mental en los centros educativos”, remarca en Redacción Médica Llanos Conesa, secretaria de la Sepsm.
Con el tiempo los psicopedagogos se han ido instaurando en la Educación, aunque Conesa afirma que “no son psicólogos ni psiquiatras clínicos y no hay experiencia para lidiar con una persona sufre un trastorno y atenderlo. Cuando aparece una enfermedad mental desborda las posibilidades de los profesionales que están en el centro, por lo que hace falta a expertos más específicos”.
Para la especialista, añadir la figura del psiquiatra y psicólogo escolar para atender este tipo de situaciones desde el propio centro no es la solución más acertada, ya que “podría ser invasivo y no se trata de psiquiatrizar al adolescente. Se debe apostar por un circuito de coordinación sanitario educacional para que se detecten los casos con problemas de conducta y se active el circuito. A partir de aquí, se debe derivar de la forma más temprana posible a los Servicios sanitarios. La consulta del psiquiatra no tiene que estar en los colegios, tal y como no está el resto de las especialidades”.
Protocolos preparados y más formación para los docentes
La detección precoz de problemas de conducta o emocionales es una de las asignaturas que Conesa considera que se debe invertir tiempo dentro de los centros educativos: “Si alguien se desmaya o le baja la tensión el protocolo se activa rápido, pero en este otro tipo de situaciones no hay mucha experiencia. Los docentes y psicopedagogos deben tener más conocimientos, además de contar con protocolos que se activen a tiempo, evitando que se llegue demasiado tarde. Si se detectan situaciones que no se atienden en su momento evolucionan siempre a peor”.
"Hacen falta más docentes formados y más sanitarios que estén en contacto en el sistema educativo"
Abordar a tiempo las tentativas de suicidio entre los adolescentes es un reto que puede conseguirse si se fomenta la coordinación entre los centros escolares y los de salud mental. “Un programa de atención y establecer reuniones entre profesores y psiquiatras permitiría asesorar y determinar cuándo una persona necesita atención, sin psiquiatrizarla al extremo. Esta función no debe ser invasiva, el especialista no es un policía. Hacen falta más docentes formados y más sanitarios que estén en contacto en el sistema educativo como punto de contacto continuado”, concluye la psiquiatría.
