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Estas son algunas de las conclusiones que se extraen de la nueva guía para la intergeneracionalidad, una investigación llevada a cabo por el Cenie y la consultora mYmO que invita a reflexionar sobre la “idea errónea” de “culpabilizar a las personas mayores de un alto consumo de recursos sanitarios” y, por tanto, de ser “una amenaza para la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. “Tenemos que rediseñar el sistema sanitario y que verdaderamente invierta en prevención a todos los niveles, empezando por prevención primordial, aquella que asegura entornos saludables”, defienden los autores del estudio.
Según el Cenie, los sistemas de Salud deben avanzar hacia un modelo en el que la prescripción “no consista solo en usar fármacos para revertir y tratar” las afecciones crónicas que surgen con la edad. Es el caso, entre otros, de los psicofármacos. “Las personas necesitan atención y tiempo de escucha y no se les concede, pues al final se les da otras cosas para paliar sus males”, resume Sacramento Pinazo-Hernandis, presidenta de Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología y partícipe de este estudio.
Pinazo-Hernandis concluye que en España “hay un abuso de psicofármacos en las personas mayores”, tanto en las que viven en comunidad como en las de las residencias. Aunque en estas últimas “hay más control, porque está todo registrado”. “En todo caso, sabemos que hay un abuso cuando a menudo no son necesarios. También hay una gran cantidad de depresiones y de ansiedad, pero no siempre hay una relación entre el número de casos de depresiones clínicas y el de fármacos”.
Receta médica de activos en salud
En este escenario, los investigadores ponen en valor la prescripción de otros activos de salud. A modo de ejemplo señalan que en Asturias, los profesionales sanitarios “pueden hacer una receta médica para ir a un parque natural”, y en Andalucía la Red Local de Acción en salud “trabaja para implantar estos objetivos involucrando a la totalidad del municipio”.
“Sin embargo, sigue predominando el uso de fármacos y la prescripción de activos en salud es todavía minoritaria, aunque funciona”, continúa el informe. De hecho, se ha demostrado que por cada euro invertido en salud pública “se reciben 5 de retorno”. “Esta prevención nos permitiría reducir tanto la incidencia de enfermedades como el consumo de fármacos y en consecuencia poder emplear esos recursos en la prevención terciaria, aquella que se aplica una vez que la enfermedad ha dado la cara y amenaza con la discapacidad y la pérdida de calidad de vida”, concluye.
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