Para explorar esta cuestión, el presente estudio evaluó los cambios en la conexión social y la satisfacción con la vida durante los primeros meses de la pandemia, y analizó si los cambios positivos en conductas relacionadas con la autonomía y la competencia podrían amortiguar el impacto de la soledad y distanciamiento social.
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Para explorar esta cuestión, el presente estudio evaluó los cambios en la conexión social y la satisfacción con la vida durante los primeros meses de la pandemia, y analizó si los cambios positivos en conductas relacionadas con la autonomía y la competencia podrían amortiguar el impacto de la soledad y distanciamiento social.
El estudio utilizó un diseño longitudinal, con un panel en línea que incluyó encuestas en tres momentos clave: antes del inicio de la pandemia en enero/febrero de 2020 (N = 396), en pleno confinamiento en abril de 2020 (N = 336) , y en mayo de 2020 (N = 299), cuando las restricciones seguían vigentes.
Los resultados mostraron una disminución significativa en los niveles de conexión social y un aumento en la soledad desde enero/febrero hasta mayo de 2020. Estos cambios negativos en la conectividad social predijeron una reducción notable en la satisfacción con la vida durante el mismo período.
Sin embargo, los efectos adversos de la pérdida de conexión social y el incremento de la soledad no fueron uniformes para todos los participantes. Aquellos que experimentaron un crecimiento más pronunciado en áreas relacionadas con la autonomía y la competencia —como el aprendizaje de nuevas habilidades, el desarrollo de un sentido de propósito y significado, y el uso efectivo de sus habilidades— mostraron una mayor resistencia al deterioro de la Satisfacción con la vida.
Específicamente, las personas que aprovecharon el confinamiento para enfocarse en su crecimiento personal, aprender nuevas habilidades o encontrar un sentido de propósito, lograron compensar, al menos en parte, las pérdidas en la conexión social y mitigaron los efectos negativos en su bienestar general. Esto sugiere que, aunque la conexión social es fundamental para el bienestar, otros factores, como la autonomía y la competencia, también juegan un papel importante y pueden servir como amortiguadores efectivos durante situaciones de aislamiento social.
En conclusión, este estudio destaca la capacidad de los individuos para adaptarse a circunstancias adversas, encontrando formas de satisfacer sus necesidades psicológicas fundamentales, incluso cuando una de ellas, la conexión social, se ve comprometida.
Estos hallazgos subrayan la importancia de promover oportunidades de aprendizaje, crecimiento personal y desarrollo de competencias durante períodos de crisis, no solo para mantener el bienestar emocional, sino también para fomentar la resiliencia frente.
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