Resumen
En el año 2006 el NIMH propuso un consensus statement on negative symptoms1 para avanzar en el conocimiento de la dimensión negativa de la esquizofrenia, utilizando una estrategia similar a la del proyecto MATRICS2. El consensus (1) estableció y definió los síntomas negativos de la esquizofrenia, (2) subrayó su situación como necesidad terapéutica sin cubrir, y (3) recomendó enérgicamente el desarrollo de nuevos instrumentos de evaluación que resolviesen las limitaciones importantes de los ya existentes. Desde entonces se acepta que los síntomas negativos de la esquizofrenia son: aislamiento social, anhedonía, avolición, afecto aplanado y alogia1, 3.
Aparentemente nada nuevo bajo el sol. Ya en 1980, Crow clasificó la esquizofrenia en subtipos i y ii en función de la sintomatología predominante, positiva o productiva frente a negativa o de déficit4, retomando la distinción entre síntomas positivos y negativos que en 1942 había introducido en el mundo de la psiquiatría de Clérambault sin mucho éxito5. Los síntomas negativos descritos por Crow eran: aplanamiento o embotamiento afectivo, pobreza del lenguaje (alogia) o del contenido del discurso, bloqueos, escaso autocuidado, pérdida de motivación, anhedonía y retraimiento social. Podría pensarse que tras 25 años de investigación en esquizofrenia el síndrome negativo permanece anclado en el pasado, con las mismas limitaciones y dificultades conceptuales. Aunque todavía existen insuficiencias, se han producido avances significativos en la conceptualización y diferenciación entre esta dimensión y el resto de las dimensiones de la esquizofrenia. Por un lado, la distinción entre síntomas negativos primarios y secundarios6, 7 ha permitido delimitar más certeramente lo nuclear del síndrome negativo, y ha estimulado a los clínicos a identificar y tratar los síntomas negativos secundarios. Por otro lado, la distinción de la anhedonía entre anticipatoria, más propia de la esquizofrenia y en relación con la falta de motivación y la conducta dirigida a un objeto, y consumatoria o experiencial, más propia de la depresión8, 9, ha contribuido a mejorar nuestra compresión y evaluación de este síntoma en el contexto de la esquizofrenia y a fortalecer los límites entre las dimensiones afectiva y negativa. Recientemente, la deconstrucción de la dimensión negativa en 2 subdimensiones10, la experiencial o de involucración con el entorno (asocialidad, anhedonía y avolición) frente a la expresiva (aplanamiento afectivo y alogia), ha ayudado a profundizar tanto en el concepto como en su evaluación psicométrica...
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