La neuroimagen psiquiátrica enfrenta el desafío continuo de demostrar su utilidad clínica en la atención de los pacientes. A pesar de los avances en la comprensión de los síntomas psiquiátricos y sus correlatos cerebrales, existe una brecha considerable entre los hallazgos de la neuroimagen y su aplicación práctica en entornos cl&iacut...
La neuroimagen psiquiátrica enfrenta el desafío continuo de demostrar su utilidad clínica en la atención de los pacientes. A pesar de los avances en la comprensión de los síntomas psiquiátricos y sus correlatos cerebrales, existe una brecha considerable entre los hallazgos de la neuroimagen y su aplicación práctica en entornos clínicos. Este problema es particularmente evidente cuando los médicos atienden a pacientes con psicosis temprana o en unidades de hospitalización psiquiátrica, lo que destaca la necesidad insatisfecha de traducir la neuroimagen en herramientas útiles para la práctica clínica.
En un reciente estudio, Gallucci et al. abordan este desafío utilizando un enfoque innovador para explorar y diferenciar la fisiopatología de los síntomas depresivos y los síntomas negativos en la esquizofrenia (como embotamiento expresivo, anhedonia y desmotivación). Este esfuerzo es de gran relevancia debido a la superposición considerable entre los síntomas que definen un episodio depresivo y los síntomas negativos de la esquizofrenia. Por ejemplo, la anhedonia, caracterizada por la incapacidad de obtener placer de experiencias actuales o anticipadas, puede presentarse tanto en la depresión como en la esquizofrenia. Sin embargo, a pesar de las similitudes en la experiencia subjetiva, se sabe que la anhedonia asociada con estos trastornos tiene diferentes etiologías y responde de manera distinta al tratamiento farmacológico.
El manejo de los síntomas negativos en la esquizofrenia presenta un desafío único, ya que dificulta la identificación y tratamiento oportuno de la depresión, lo que puede resultar en una discapacidad y sufrimiento no tratados. Esto es particularmente crítico durante los primeros años posteriores a un episodio psicótico inicial, un período en el que las tasas de intentos de suicidio y suicidios son especialmente elevadas. Por ello, existe una urgente necesidad clínica de diferenciar y tratar adecuadamente los síntomas depresivos en el contexto de los síntomas negativos.
Instrumentos como la escala de depresión de Calgary para la esquizofrenia (CDSS) se han desarrollado específicamente para evaluar la depresión en presencia de síntomas negativos de esquizofrenia. Aun así, identificar correlatos de neuroimagen que ayuden a distinguir entre síntomas depresivos y negativos ha sido un objetivo más reciente y difícil de alcanzar.
El estudio de Gallucci et al. adopta un enfoque sofisticado al utilizar imágenes funcionales de estado de reposo para investigar los correlatos de conectividad cerebral asociados con los síntomas depresivos y negativos. La idea principal es determinar si la organización de las redes cerebrales varía de manera específica entre estos síntomas, o si existe una superposición espacial. La investigación incluye una muestra considerable de individuos con trastornos del espectro de la esquizofrenia, en diferentes etapas de la enfermedad, desde aquellos en su primer episodio de psicosis hasta aquellos con años de experiencia con la esquizofrenia.
Es importante señalar que las cohortes seleccionadas no se eligieron específicamente según la gravedad de los síntomas, lo que añade valor a los hallazgos. Aproximadamente una cuarta parte de los participantes no reportó síntomas depresivos en el CDSS y, por lo tanto, fueron excluidos de los análisis posteriores.
Este estudio es un avance significativo en el esfuerzo por relacionar la neuroimagen psiquiátrica con la práctica clínica. Al explorar las diferencias y similitudes en la conectividad cerebral asociada con síntomas depresivos y negativos, los autores proporcionan un enfoque más matizado para la evaluación y tratamiento de las enfermedades mentales graves. Aunque aún queda un camino por recorrer para cerrar la brecha entre los hallazgos de la neuroimagen y su aplicación clínica, estudios como el de Gallucci et al. señalan una dirección prometedora hacia una mejor comprensión y atención de los trastornos psiquiátricos.
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