El informe, que ha contado con la colaboración del Gobierno Vasco y de Emakunde, arroja datos que reflejan la cruda realidad. Tres de cada cuatro mujeres con enfermedad mental grave han sufrido violencia en el ámbito familiar y/o en la pareja alguna vez en su vida, y el 80% de las que han tenido una relación sentimental han sido maltratadas por sus compañeros.
En el caso de las mujeres que padecen algún tipo de trastorno psíquico el riesgo de sufrir maltrato en la pareja se multiplica entre dos y cuatro veces respecto al resto. Para ellas, al igual que ocurre con el resto de la población femenina, el tipo de maltrato más frecuente que se da por parte del compañero sentimental es el psicológico (el 68% de las mujeres con EMG lo sufren). Sin embargo, las cifras de las agresiones físicas y sexuales también son elevadas. El estudio revela que más de la mitad de las mujeres con EMG que han estado en pareja han sufrido violencia física, y algo más del 40% han sido agredidas sexualmente.
Tal y como señala Alicia García Santos, investigadora en igualdad de género y responsable del estudio, «el 74% sufre algún tipo de violencia por parte de los familiares con los que conviven». García Santos revela que uno de los principales problemas es la «invisibilidad de la problemática, la escasez de estudios al respecto y su exclusión de la agenda política».
A pesar de que afecta «a la mayoría de las mujeres enfermas mentales», la detección de estos casos es muy complicada, incluso para los expertos. El estudio pone en evidencia que en el 50% de los casos, el o la psiquiatra de la mujer no conocía la existencia del maltrato ocurrido durante el último año. «No lo detectan porque existe una carencia de personal preparado para atender a mujeres con enfermedad mental que sufren o han sufrido violencia», asegura García Santos. Esa detección se torna aún más complicada dado que el 40% de estas mujeres que está sufriendo violencia en su pareja no la identifican como tal.
Por esa razón, Fedeafes ha publicado una guía con las principales conclusiones del estudio y una serie de recomendaciones dirigidas a los profesionales, con el fin de sensibilizarles sobre esta lacra y aportarles herramientas tanto para detectar estas situaciones como para saber actuar sobre ellas. «La mayoría de los profesionales reconocen que tienen miedo a abordar estos casos, porque no saben cómo hacerlo y no quieren violentar a las mujeres. Sin embargo, con el estudio hemos demostrado que la mayoría habla con total naturalidad de los episodios de violencia que han vivido cuando se sienten en un entorno seguro», señala García Santos.
La carencia de autonomía y de empleo, el aislamiento, el estigma y la menor autoestima son algunas de las razones por las que las mujeres con enfermedad mental tienen más riesgo de sufrir violencia. Pero además, el maltrato puede condicionar para un número significativo de mujeres el riesgo de sufrir una enfermedad mental. El informe descubre que el 26% de aquellas que tienen enfermedad mental grave ha sufrido violencia sexual en su infancia, cuando en el conjunto del colectivo de mujeres, la incidencia es del 3,5%. Hay mujeres que son especialmente vulnerables según su diagnóstico. Se trata de aquellas que sufren trastorno de la personalidad, esquizofrenia, trastorno bipolar, algún tipo de adicción a las drogas y en los diagnósticos más graves.