La violencia de pareja (VPI) es un problema multifactorial que se encuentra en varios períodos de la vida y que requiere un enfoque individualizado a lo largo de la vida.
Tal enfoque podría plantear desafíos sustanciales en países de bajos y medianos ingresos, como Filipinas, donde las brechas en la atención de la salud mental siguen sin abordarse.
En 2018, se estableció la primera legislación sobre salud mental en Filipinas. Sin embargo, persisten desafíos en la implementación y la infrautilización de los servicios de atención de salud mental.
El confinamiento sin precedentes como respuesta a la COVID-19 amplió las brechas en la prestación de la atención de salud mental que necesitan las personas que han experimentado IPV.
Las medidas de confinamiento y la llamada cultura del silencio en las comunidades filipinas impidieron que las personas denunciaran los abusos. Sin embargo, entre septiembre de 2019 y noviembre de 2020, las búsquedas en Internet sobre violencia contra las mujeres aumentaron un 63 % y las consultas relacionadas con la búsqueda de ayuda aumentaron un 10 %.
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