Durante la adolescencia, no solo cambian los patrones de sueño-vigilia, sino que las fuentes de variación y el entorno compartido resultan ser menos importantes que los factores genéticos en años posteriores, según un estudio publicado en SLEEP Advances.
El análisis incluyó 495 participantes de 9 a 17 años, entre los que se encontraban 93 pares de gemelos monocigóticos y 117 dicigóticos, además de 75 gemelos no emparejados. Los participantes portaron un dispositivo de acelerometría y llenaron un diario de sueño durante dos semanas. Los investigadores analizaron si las fuentes de varianza entre las medidas de sueño-vigilia cambiaban en el curso de la adolescencia y exploraron si las fuentes genéticas influían en la duración del sueño y el punto medio del sueño.
Los resultados mostraron que las diferencias individuales en el inicio del sueño, la hora de despertar y el punto medio del sueño estaban influidos por los factores genéticos aditivos (44 % -50 % de la varianza total) y ambientales compartidos (31 %-42 %). Hubo una influencia genética predominante para la duración del sueño (62 %) y el sueño reparador (43 %), que fue más evidente en los adolescentes mayores que en participantes más jóvenes.
Estos hallazgos parecen indicar que la duración del sueño puede estar determinada por los mismos genes que influyen en los ritmos circadianos. El fuerte solapamiento genético entre la duración del sueño y el punto medio del sueño precisa más estudios para dilucidar sus vías biológicas y comprender mejor sus causas, concluyeron los autores.