De acuerdo con una encuesta realizada por la consultora Ipsos en 2023, la salud mental se ha convertido en la mayor preocupación de la población a nivel mundial, con un promedio del 44 %. Esta preocupación se ha incrementado notablemente desde la pandemia de COVID-19 y está respaldada por el aumento de trastornos como la ansiedad, la depresión y la creciente tasa de suicidios. ¿Existen causas objetivas que expliquen este aparente deterioro global de la salud mental? ¿O simplemente estamos visibilizando problemas que antes eran ignorados? Hemos consultado a siete destacados expertos para obtener sus opiniones.
Teresa Bobes
Profesora Asociada de Ciencias de la Salud en la Facultad de Psicología de la Universidad de OviedoVivimos en una sociedad que parece estar diseñada para rompernos: el estrés nos ahoga, la soledad digital nos consume y la presión por alcanzar la perfección nos aplasta. En el pasado, estos sufrimientos se experimentaban en silencio, invisibles y sofocantes. Hoy en día, hemos levantado ese velo y lo que vemos es abrumador. No es que seamos más frágiles ahora, es que finalmente nos atrevemos a ponerle nombre al dolor que siempre ha estado presente.
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La salud mental está en el ojo del huracán. La verdadera cuestión no es si somos conscientes de ello, sino si seremos capaces de convertir esa consciencia en acción. ¿Seremos capaces de crear una sociedad que deje de alimentarse del sufrimiento y, en su lugar, fomente el cuidado, la empatía y el bienestar emocional?
Adolfo J. Cangas
Catedrático de Psicología de la Universidad de AlmeríaLa cuestión puede abordarse desde dos perspectivas de un mismo fenómeno. Por un lado, tomando como referencia la idea de la "sociedad líquida" desarrollada por el sociólogo Zygmunt Bauman, es evidente que las relaciones interpersonales se han vuelto cada vez más superficiales, con un creciente énfasis en la búsqueda de logros materiales y el reconocimiento social.
En este contexto, marcado por un entorno laboral precario y una complejidad social creciente, se genera una gran dosis de frustración y desesperanza, lo que contribuye al surgimiento de diversos problemas de salud mental. Un ejemplo claro se encuentra en las redes sociales, donde, a pesar de estar conectados con cientos de personas y preocuparnos por la cantidad de "me gusta" que obtenemos, muchas veces no contamos con relaciones verdaderamente significativas. Este fenómeno contribuye al incremento de problemas como la soledad no deseada, el estrés y la frustración, factores directamente relacionados con el aumento de problemas de salud mental.Por otro lado, ha habido un aumento en la concienciación social sobre la importancia del bienestar psicológico.
Esta sensibilización se ha arraigado especialmente entre los jóvenes, quienes reconocen que problemas comunes como la depresión o los trastornos de ansiedad pueden afectar a cualquier persona. Sin embargo, esta misma apertura no se extiende a trastornos más graves, como la esquizofrenia, que siguen siendo objeto de un fuerte estigma y rodeados de desinformación, lo que perpetúa actitudes de rechazo y discriminación hacia quienes los padecen.
María J. García Rubio
Doctora en Psicología Clínica y de la Salud. Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia.
Responder a esta pregunta es complicado. La sociedad actual enfrenta desafíos que resultan intimidantes para nuestro cerebro. Las demandas constantes de conectividad, productividad y la exposición de nuestras vidas generan un desequilibrio entre estas exigencias y nuestros recursos, lo que provoca una respuesta de estrés, que en muchos casos se convierte en crónica. Numerosos estudios han demostrado que el estrés prolongado puede llevar a trastornos de ansiedad y depresión. Desde esta perspectiva, podríamos decir que el ritmo de la sociedad actual contribuye al aumento de la enfermedad mental.
La otra cara de esta cuestión tiene que ver con la información. No solo es el ritmo de vida lo que genera ese desajuste entre recursos y demandas, sino que ahora disponemos de información inmediata y fiable sobre los síntomas de casi todas las enfermedades mentales. Incluso las personas famosas hablan abiertamente sobre sus diagnósticos.
Esto ha derribado uno de los pilares del tabú que, hace décadas, rodeaba a la enfermedad mental.
En resumen, si tuviera que dar una respuesta definitiva, desde mi formación en neurociencia, diría que el ser humano actual —o, al menos, su cerebro— no ha evolucionado al mismo ritmo que la sociedad que lo rodea. El aumento de los trastornos mentales es, en mi opinión, una consecuencia de este desajuste.
Joaquín Mateu Mollá
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona en la Universidad Internacional de Valencia.
Desde mi perspectiva, no se trata de dos opciones excluyentes. Por un lado, sabemos cada vez más sobre los trastornos mentales, lo que nos permite comprender mejor su origen y la forma en que se manifiestan, facilitando una identificación más precisa y el desarrollo de intervenciones más eficaces. Sin embargo, también es cierto que la sociedad actual enfrenta grandes retos adaptativos que afectan aspectos cruciales como el uso de las tecnologías, la vida laboral, los proyectos familiares o la formación académica.
No siempre es fácil dar una respuesta rápida y eficiente a estos desafíos.La dificultad para lograr una vida autónoma, el acceso complejo a la vivienda, la precariedad laboral, la incertidumbre sobre el futuro y los obstáculos para formar una familia afectan a una parte importante de la población. Estas circunstancias pueden generar un terreno propicio para la desesperanza y el desarrollo de trastornos de ansiedad o del estado de ánimo.
Alfonso Arteaga Olleta
Doctor en Psicología. Investigador y profesor titular del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de NavarraAlgunas características de la sociedad actual contribuyen al aumento de problemas de salud mental, como la ansiedad, depresión, estrés, insomnio y conductas suicidas. Vivimos en una sociedad que idealiza la felicidad, asociándola con el éxito inmediato, que promueve el individualismo y no educa en la tolerancia a la frustración ni en la autonomía desde la infancia, lo cual crea un entorno propicio para el desarrollo de estos problemas.
No obstante, es importante evitar caer en el alarmismo. Al igual que ocurre con otros temas que nos preocupan, como el machismo, la violencia o las conductas adictivas, cuando enfocamos nuestra atención en ellos, se vuelven más visibles, lo que puede dar la impresión de un aumento drástico y alarmante. Aunque las cifras crezcan, gran parte de ese incremento se debe a que, al visibilizar estos problemas, las personas se sienten más libres para reconocerlos y pedir ayuda, lo cual es un avance positivo.
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