Los psiquiatras Cristóbal Pavón y Julia Vendrell han señalado que los fármacos son el tratamiento más habitual para tratar el insomnio, una afección que sufre el ocho por ciento de la población, y han alertado de que cerca de la mitad de los pacientes, el 40 por ciento, se medica sin consultar a un especialista.
Los expertos han detallado que entre los principales fármacos hipnóticos se encuentran las benzodiacepinas, eficaces para el insomnio ocasional, pero sobre las que han precisado que alteran la arquitectura del sueño, generan tolerancia y suelen producir dependencia, por lo que no deben usarse más de tres meses seguidos.
Otros hipnóticos no benzodiacepínicos son los conocidos como 'fármacos Z', que tienen un efecto similar a las benzodiacepinas, pero solo producen un efecto hipnótico y no ansiolítico.
Los antidepresivos, los antipsicóticos y los antihistamínicos también se usan a veces en trastornos del sueño, pero los especialistas han comentado que carecen de una indicación específica para estas patologías.
En este ámbito, los psiquiatras han informado de la novedad que supone el desarrollo de los antagonistas receptores de las orexinas, que inducen al sueño, no cambian su arquitectura, no producen depresión respiratoria, no provocan debilidad muscular al despertar y no generan tolerancia ni dependencia.
Según han destacado, estos medicamentos están autorizados en Estados Unidos y en la Unión Europea para aquellos problemas de insomnio con una duración superior a tres meses y un impacto considerable en la actividad diurna.
En España, aunque se pueden utilizar, no se encuentran financiados por el Sistema Nacional de Salud.
IMPACTO EN LA VIDA DIARIA
Durante un taller monográfico sobre el sueño que ha inaugurado el XXXIII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría, que se celebra en Vitoria-Gasteiz del 5 al 7 de marzo, los psiquiatras Cristóbal Pavón, de la Red de Salud Mental de Álava, y Julia Vendrell, del Hospital Universitario Vall d' Hebron (Barcelona), han repasado la relación entre el sueño y la salud mental.
Los psiquiatras han señalado que, aunque la mayoría se plantea que tiene un problema de sueño después de dos noches sin dormir, no es hasta que manifiesta consecuencias en su vida diaria cuando el paciente decide acudir a la consulta. En este sentido, han recalcado la importancia de dormir bien para evitar distintos problemas.
En concreto, han precisado que el insomnio afecta la concentración y la memoria, pero también la salud mental, aumentado los niveles de ansiedad y estrés. Asimismo, la falta de sueño continuada incrementa el riesgo de accidentes, el absentismo, incide en un menor rendimiento laboral y contribuye a sufrir enfermedades cardiovasculares.
Asimismo, han comentado que las personas mayores son las más afectadas por este tipo de patologías dado que la duración de su sueño nocturno disminuye, presentan un sueño más fragmentado con mayor número de despertares nocturnos y se reduce su capacidad de recuperación del sueño tras periodos de privación del mismo.
Otro de los aspectos abordados durante el taller ha sido la complejidad del diagnóstico del insomnio, ya que existen varios tipos de sueño, que difieren entre sí tanto cuantitativa como cualitativamente, con diferente importancia funcional y distintos mecanismos reguladores que deben tenerse en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico correcto y prescribir un tratamiento adecuado.
En este punto, los profesionales han explicado que hay muchos subtipos de trastornos del sueño y han citado la higiene del sueño inadecuada, el insomnio psicofisiológico, el insomnio idiopático, el insomnio paradójico, el insomnio conductual de la infancia, el insomnio comórbido con trastorno mental, el insomnio comórbido con enfermedad médica y el insomnio por consumo de fármacos o sustancias.
Del mismo modo, los psiquiatras han reconocido que el farmacológico es el tratamiento más seguido, pero han insistido en que hay que vigilar antes varios aspectos, como lograr una correcta higiene del sueño, para la que se debe evitar el consumo de nicotina, teína o cafeína por la noche, así como una estimulación emocional o física excesiva antes del descanso nocturno, dormir siestas, no mantener rutinas a la hora de acostarse, exponerse a dispositivos electrónicos antes de dormir, comer mucho o muy poco, entre otros.