Engordar rápidamente en los primeros años de la niñez se asocia con la aparición de riesgos cardíacos.
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Los niños que empiezan a engordar rápidamente en los primeros años de la niñez serían más propensos a tener presión alta y otros signos de enfermedad cardíaca futura, tal y como sugiere un nuevo estudio que realizó el equipo del doctor Satomi Koyama, de la Universidad de Medicina Dokkyo, Mibu, Tochigi, Japón, y publicado recientemente en la revista Pediatrics. Asimismo, casi todos los niños llegan a un punto en el que se acelera el aumento de peso y su IMC comienza a aumentar. Ese punto se conoce como rebote de adiposidad, que ocurre entre los cuatro y seis años.
Los investigadores siguieron a 271 niños que habían nacido en 1995 y 1996. Los pesaron y les midieron la altura por lo menos una vez por año hasta los 12 años en los controles pediátricos y escolares. Con el patrón de crecimiento de cada niño, el equipo determinó cuándo los niños habían tenido su IMC más bajo o la edad del rebote de adiposidad. Luego, todos aumentaron de tamaño cada año.
Los autores observaron que cuanto antes los niños y las niñas llegaban a ese punto de cambio, más pesaban a los 12 años. Por ejemplo: los varones que empezaron a engordar a los tres años tenían un IMC de 21 en la preadolescencia. Eso equivale a medir 1,50 m y pesar casi 50 kg. Los varones que recién empezaron a engordar a los siete años tenían un IMC de 17, lo que equivale a 1,50 m y casi 40 kg.
Los varones que alcanzaron su punto de rebote de adiposidad tempranamente, a los 12 años también tenían triglicéridos y presión elevados. Aunque sus valores aún estaban dentro del rango normal, ya son signos de futuras complicaciones cardíacas. En las niñas, la relación entre la edad de rebote de adiposidad y los riesgos cardíacos era más leve que en los varones, pero evidente.