No es extraño encontrar desde edades tempranas niños demasiado nerviosos, que no prestan atención, que no aprenden a un ritmo normal. En ocasiones es solo un problema de madurez, algo que se cura con el paso del tiempo. Sin embargo, hay un porcentaje de casos en los que el problema llega a ser clínico. Son niños que sufren trastorno de atención e hiperactividad, el cada vez más conocido TDAH. No hay un único examen para diagnosticar este trastorno y hay muchos otros problemas, como la ansiedad, la depresión y ciertos tipos de trastornos del aprendizaje, que pueden presentar síntomas similares.
El diagnóstico precoz puede ayudar a luchar mejor contra el TDAH y minimizar sus efectos negativos en el aprendizaje. El Colegio Maristas de Burgos fue uno de los pioneros en el trabajo para intentar la detección precoz del TDAH. Comenzaron en el curso 2011-2012 y en el curso 2013-2014 aumentaron las detecciones de casos sospechosos de padecer este trastorno e iniciaron un estudio que ha dado lugar a un modelo para adelantar la edad de detección. Blanca Santamaría, orientadora del centro, ha presentado un modelo que ayuda a esa detección temprana.
Lo habitual es que no se pueda diagnosticar un caso de TDAH e iniciar su tratamiento integral, incluido el proceso clínico, como un problema de salud mental hasta 3º de Primaria, al tiempo que se realiza un trabajo de «taller cognitivo» en el centro que ayuda a los alumnos afectados durante varios cursos a fijar la atención auditiva y visual e inhibir ciertas conductas.
«Al analizar caso por caso vimos que en varios de ellos ya habíamos tenido contacto con los niños varios años antes porque presentaban problemas de aprendizaje, de lenguaje o de conducta», explica Santamaría. A partir de ahí comenzó un trabajo con el Centro de Formación de Profesores para detectar los casos sospechosos de padecer TDAH y adelantar la intervención, aunque todavía no se pueda confirmar que se trata de ese trastorno.
El modelo está dirigido a niños de 2º de Educación Infantil e incluye desde pruebas diagnósticas hasta entrevistas con los padres y talleres de prevención con los alumnos. «No todos los casos se acaban diagnosticando más adelante como TDAH, pero merece la pena tratarlos desde edades más tempranas porque, en todo caso, les favorece y si realmente se trata de ese trastorno, es beneficioso para ellos haber recibido un tratamiento integral lo antes posible porque ayuda a controlar más los efectos negativos», explica la orientadora.
El modelo va dirigido a niños de segundo de Educación Infantil
El punto de partida para identificar los casos sospechosos son los profesores, a los que se ha impartido una formación básica para que puedan utilizar herramientas de detección de casos en los que detrás de otros problemas de comportamiento o aprendizaje pueda estar este trastorno. Unos años después de iniciar el programa han podido confirmar que varios de los niños que recibieron atención temprana padecían TDAH, aunque en otros el problema se debía a la dislexia, a otros trastornos del aprendizaje, o simplemente a la propia evolución de la madurez del niño, porque «no todos maduramos al mismo tiempo y eso influye también en el comportamiento y la capacidad de atención y aprendizaje».
Cada curso se detectan en el centro cinco o seis casos de niños que se sospecha que puedan sufrir TDAH, que suele ir asociado a problemas de conducta, de lectura y escritura y de manejo de las matemáticas. Se activa para ellos un «tratamiento multimodal» en el que puede llegar a ser necesario un tratamiento de salud mental. Sin embargo, en el plano más próximo al niño los profesores adaptan su modelo de enseñanza para utilizar tiempos de trabajo más cortos, anticipar tareas, evitar distracciones y fomentar la realización de tareas mecánicas. La otra pata de la ayuda a estos alumnos son las familias, a los que se orienta desde el centro para enseñarles a manejar estas conductas, sobre todo en las edades más tempranas.
Nuestros abuelos
Un caso práctico de atención a niños con TDAH y problemas de aprendizaje en el propio Colegio Maristas de Burgos, el Liceo Castilla, es el proyecto de aprendizaje y servicio «Nuestros abuelos». Premiado por la Fundación DomusVi, es un proyecto puesto en marcha por Maribel Miguel Renes, profesora de audición y lenguaje del centro, y una ex alumna, actualmente graduada en terapia Ocupacional.
Se trata de un programa pensado para beneficiar tanto a niños con esas dificultades como a personas mayores con deterioro cognitivo. Alumnos del centro acudían un día por semana a una residencia de ancianos para desarrollar actividades junto a los residentes. La música, los ejercicios e incluso actividades gastronómicas y artísticas ayudan a ambos a mantener la atención y reforzar las llamadas «funciones ejecutivas», como la memoria o la planificación. También fomentan la convivencia y el respeto. Como recuerdo quedan en la residencia y en el centro educativo dos cuadros que realizaron conjuntamente niños y mayores durante este proyecto y que luego intercambiaron. «Los niños y los mayores se motivan con este tipo de actividad y lo que parecen actividades lúdicas ayudan a mejorar la atención y las funciones ejecutivas, lo que beneficia a ambos», concluye la profesora Santamaría.
