¿Cómo afecta la metanfetamina al cerebro?

La metanfetamina (METH) es un psicoestimulante altamente adictivo, asociado con graves daños físicos y psicológicos. Entre las herramientas utilizadas para comprender sus efectos en el cerebro, la resonancia magnética (MRI) se ha consolidado como un método no invasivo que permite identificar cambios estructurales y funcionales en distintas áreas cerebrales.

El presente trabajo consistió en una revisión sistemática destinada a identificar y evaluar críticamente la literatura disponible sobre las diferencias en estudios de MRI asociadas con la exposición a METH. Para ello, se realizó una búsqueda exhaustiva en PubMed, Web of Science y Scopus, incluyendo todo estudio que hubiera evaluado el cerebro de personas consumidoras o expuestas a METH mediante resonancia magnética. Los datos recopilados abarcaron el diseño de los estudios, las características demográficas de los participantes, parámetros relacionados con el consumo de METH, detalles de adquisición de MRI y los hallazgos más relevantes.

En total, se incluyeron 181 estudios con 11, 997 participantes. La gran mayoría se centró en adultos y adolescentes (91 %), y predominó el diseño transversal (78 %), lo que limita la posibilidad de establecer relaciones causales firmes. El tipo de resonancia más utilizado fue la fMRI basada en tareas (34 %), seguida de la resonancia estructural (26 %). La evaluación de calidad metodológica de los estudios varió entre 40 % y 100 %, con un promedio elevado de 90 %, lo que aporta solidez a los hallazgos.

Los resultados muestran que el consumo de METH se asocia con numerosos cambios cerebrales. Entre los más consistentes se encuentran la reducción del volumen y grosor de la sustancia gris en regiones frontales y límbicas, áreas fundamentales para la regulación de emociones, la toma de decisiones y la memoria. Asimismo, se observó una menor anisotropía fraccional en diversas estructuras de la sustancia blanca, lo que indica una disrupción en la conectividad neuronal. Estos cambios se correlacionan con alteraciones en el funcionamiento socioemocional, dificultades en la toma de decisiones y el aprendizaje, así como un deterioro en el rendimiento cognitivo general.

En conclusión, la evidencia disponible confirma que la exposición a METH produce alteraciones estructurales y funcionales significativas en el cerebro, comprometiendo procesos cognitivos y emocionales clave. Se recomienda el uso de secuencias multimodales de MRI dirigidas, no solo para clarificar con mayor precisión estas diferencias, sino también para evaluar la eficacia de posibles agentes terapéuticos que contribuyan a mitigar el daño cerebral asociado al consumo de METH.

Resumen modificado por Cibermedicina

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