El grupo operativo en casa
Estamos hoy en casa, ante un fenómeno de epidemia a nivel mundial sin referentes contemporáneos, pero que puede evocar a otras situaciones de alerta sanitaria y social, y que siempre han tenido importantes repercusiones a todos los niveles, sanitarios, sociales económicos y psicológicos, a corto, medio y largo plazo.
Las crisis inéditas, como la que estamos viviendo, provocan fenómenos grupales y de masa como la cohesión solidaria, todos, en un breve período de tiempo, pasamos a ser iguales en la fragilidad, sin distinción de raza religión clase social o cualquier otra, hay un común e invisible enemigo amenazante y con riesgo evidente. La conducta individual, micro grupal y colectiva, además de otras, se aúnan en la búsqueda espontánea de métodos paliativos al sentimiento de vulnerabilidad, la sobrecarga emocional y el aislamiento.
El miedo se agiganta al no tener referencias previas y no poder visualizar al enemigo (“la mina amenazante debajo del agua”), y se potencia con el aislamiento físico del mundo exterior, aunque sea virtual o un imaginario, a través de internet, televisión redes sociales, balcones ...
La actitud psíquica operativa es intentar darle la vuelta, extraer lo positivo para que con el tiempo quede un depósito de la experiencia como recuerdo y referencia (“cuando era niño ocurrió que...”). Las alternativas son la cohesión solidaria, el humor y la tolerancia versus la negación la evitación o la agresión, un instrumento puede ser el grupo operativo auto gestionado casero.
El método es sencillo, reunirse cotidianamente con hora de principio, duración, lugar y algunos roles prefijados (encuadre), al comienzo los líderes naturales (madre, padre, abuelo ...) actúan como equipo de coordinación/observación. Propugnan y organizan el grupo informando sobre su objeto, método y beneficios. El coordinador modula, el observador registra y luego lo devuelve al grupo. La tarea es plantear, como si fuese una asamblea, lo que a cada uno le preocupa, molesta o inquieta, y en conjunto a través de la comunicación sosegada, se intenta dilucidar los sentimientos y temores no dichos pero que subyacen y motivan el conflicto y la resistencia al necesario cambio. Una lectura entre líneas que disminuye el nivel de ansiedad y nos hace más permeables al cambio. En síntesis, transformar lo latente en manifiesto evitando falsas interpretaciones y malos entendidos.
La coordinación se puede transformar en rotante cuando el resto vaya asumiendo la responsabilidad de velar por el conjunto y limar sus asperezas y fricciones.
Darle la vuelta puede significar usar lo que acontece para abrir la mente y dotarla de mayor plasticidad y fuerza cognoscitiva, probablemente a través del sentido de humor y la ayuda mutua. Esto es más factible a través del método operativo de dinámica de grupos que permite el análisis y la resolución permanente de los conflictos que surgen en la a veces difícil tarea de la convivencia cotidiana.
Las prescripciones sanitarias, el propio miedo ante lo desconocido y la vulnerabilidad, hacen que evitemos los contactos físicos y la cercanía. Las medidas determinan una excepcional “convivencia anormal” vs la cotidiana habitual y conocida. Esto es y será un proceso adaptativo que puede sacar lo mejor y lo peor de todos, del “nosotros mismos”. Las formas de afrontarlo dependerán de la educación individual, la historia de cada cultura y pueblo, las vías de canalización y experiencias aprendidas para hacerse cargo de la probabilidad de un riesgo cambiante impredecible, improbable o mutante, pero también del aprovechamiento las medidas científicas que la psicología ofrece.
Efectos del confinamiento:
Pueden ser de diferentes tipos y a todos los niveles y con una evolución temporal, tanto en el fortalecimiento como la debilitación de los vínculos.
Una vivencia del tiempo particular donde 3072 horas pueden parecer la eternidad, allí donde aparece la frase consoladora de no siempre y acabará. Igual que en los viajes transoceánicos, no deberíamos estar en reloj, esperando que termine aquí y ahora el fin de este vuelo; mejor en atención flotante en estado alfa, disfrutando del estar suspendidos en el tiempo: il dolce far niente.
El estado de ansiedad generalizada ante la incertidumbre, la angustia, la falta de actividad física y la ausencia de relaciones sociales, provoca un estado de interrupción de las aferencias externas, se cierra el sistema a los intercambios con el entorno (entropía positiva) con consecuencias en múltiples áreas y funciones y conductas: alimentación, peso, sueño y el humor. El sujeto queda en un estado de vulnerabilidad psíquica con incidencia en los vínculos intrafamiliares, en las relaciones de pareja, entre padres e hijos y en el maltrato doméstico, entre otros problemas. Todo potenciado por los cambios de los biorritmos y la convivencia obligada y las reacciones inesperadas de quienes creíamos conocer. Es decir, aumento y/o disminución de los sentimientos de unión y de separación.
Los saldos positivos y negativos solo se podrán ver con el transcurso del tiempo y estarán en relación con la duración total del periodo de aislamiento.
El confinamiento habrá que vivirlo no como aislamiento, sino como factor aglutinador de fuerzas, unión y sustentación uno del otro. El apoyo mutuo, puede ser nuevo caldo donde brote la imaginación que renueva las posibilidades, que muchos creían agotadas, así se aumenta el coraje de enfrentar el porvenir, recreando y ampliando todos los lazos emocionales y sociales.
No solo es lo que pasa, es cómo lo tomamos. Se dice fácilmente estable y tranquila, pero el cambio radical de rutinas, la pérdida de las referencias del devenir cotidiano, la reacción depresiva adaptativa, el enfado, el cabreo y el disgusto con todo puede estar detrás de la puerta.
El antídoto puede ser la organización personal del grupo familiar en su caso. La autodisciplina conjurada en el grupo ante una nueva forma de vivir, esperemos temporal y no premonitoria, al calor también de las nuevas tecnologías. Ponernos, como siempre hacemos cuando nos sentimos libres, un plan de vida, un horario, unas tareas colaborativas, un orden, que servirán para mitigar la ansiedad y tensión que pueden ser crecientes.
En realidad, además de las características particulares de cada uno, influye el cómo cada uno vive en esta situación. A modo de árboles de decisión: si estas solo, si no estas solo si estas con familia..., pero, en cualquier caso, interactuar, escribir, citar por video conferencia concertadas; en fin, la descarga mediante las palabras. El grupo, aunque sea virtual, puede ser una poderosa medicina.
En la primera semana la novedad, puede parecer hasta divertido, pero no son vacaciones. La segunda, cierta inquietud y preocupación. La tercera, ansiedad y ¿qué hago ahora?, desconectar? La cuarta, ¿a ver cuando acaba, realmente va a terminar y podremos volver tomar unas cañas juntos? El control y la prueba de realidad, es decir las noticias por venir y la gestión que vayamos haciendo de ellas.
Con los niños, y ancianos o adultos que se comportan como tales:
Establecer nuevas rutinas estables, un orden mental con acciones ordenadas en el tiempo, un plan de vida cotidiano, que incluya horarios que respeten los ciclos circadianos normales (día/noche), ejercicio físico y juegos activos, formas y horas de alimentación, higiene personal y del sueño, evitando pantallas y noticias dos horas antes de dormir (el consumo excesivo de noticias puede tener un efecto tóxico). El auto cumplimiento grupal de las rutinas revierte en un efecto tranquilizador y de seguridad al conjunto, y deberían ser comentadas en el grupo operativo cotidiano.
Pequeñas satisfacciones reconfortantes y emocionantes, por ej. esperar juntos y unidos las 8:00 PM en ventanas y balcones. Solidaridad y generosidad, la liberación que otorga el aplauso ente todos y para todos. Desdramatizar lo insólito, respetando las diferencias, formas y vivencias particulares de cada casa. Nuestro drama y nuestra catarsis colectiva.
Es importante ser conscientes del sentimiento de impotencia para regular los niveles de exigencia y sentimientos de culpa naturales en los padres y utilizar el humor, la creatividad, el ingenio y cualquier forma sublimatoria de descarga emocional para mitigar la situación.
No ocultar, ni distorsionar, información adecuado a la compresión cabal de cada edad y niño en particular. Tomar los que acontece con naturalidad, por ej. catarros, donde nos recuperarnos juntos... Contagiar lo bueno de cada uno.
Es el momento de aprender y enseñar nuevas cosas, pasar del yo al nosotros, comprender sintiendo la pertenencia grupal. Incrementar la lectura, escribir, ayudar, colaborar, cocinar, limpiar, cuidar, comprar, compartir, conversar, bailar, usar la cabeza con criterio y regulación programada de ejercicio físico, comidas, trabajo, pausas, con pautas de interacción que hagan la convivencia armónica y operativa. El grupo debe comprender y cada miembro asumir como propio este principio constitutivo de supervivencia del conjunto, de afiliación y pertenencia a la tarea obligada y común.
Estar preparados para las previsibles reacciones adversas y efectos colaterales del aislamiento, significa poder contemplarlas y hablarlas antes que aparezcan. Rabietas, pesadillas, terrores nocturnos: “el bicho me persigue ...”, el temor a la muerte de los seres queridos y la propia, en ese orden. Permanencia y trascendencia (¿quien cuidará de mis hijos?, ¿quién enterrará a mis muertos?). Es probable una alta prevalencia de angustia psicológica en los trabajadores de la salud y en los cuerpos de seguridad. Debemos cuidar psicológicamente a los que están primera línea y prevenir las probables vivencias de estigma.
El impacto y las secuelas psicológicas del confinamiento, pueden incluir además de la obvia preocupación socio laboral, confusión, enfado permanente, hipocondría, ansiedad, síntomas obsesivos y/o compulsivos, evitación, fobias, depresión, trastornos psicosomáticos y pánico. En principio pueden ser pasajeros, pero se deben descomprimir de inmediato en el grupo familiar para evitar la sobrecarga emocional, el estrés postraumático u otros efectos secundarios que pueden ser duraderos. Todos deben saber que, en cualquier caso, podrían ser peores con una mayor propagación de la enfermedad.
La vivencia de imposición de privación de la libertad, es muy adversa e invevtablemente provoca sentimientos de rabia y la búsqueda de "chivos expiatorios", deberíamos modificarlo o sustituirlo por otros menos nocivos, por ejemplo mediante el proceso de análisis en trabajo grupal, en una auto imposición del conjunto como acción altruista y solidaria; lo compartido se disfruta y lo hace todo más tolerable.
Una situación donde nuevamente se ve, y se verá, la idiosincrasia del pueblo español. Solidario hasta en lo más profundo de sus cuerpos, sus sentimientos y sus órganos. ¿Será el sedimento de las históricas guerras, el hambre, los atentados, todo junto que sumado e integrado forjan este maravilloso carácter?:
Alegre, abierto, amable, tolerante, sincero, ingenuamente bello y en esencia bueno, ante vosotros solo cabe decir gracias y aplaudir en todas las ventanas, por saber afrontar históricamente las adversidades y permitir aflorar las creatividades, a pesar de algunos egos inflamado e imposiblemente empáticos (“los que contagian sin saberlo”). La lectura positiva de la adversidad también permite crear las condiciones necesarias para la fortuna.
Primavera 2020
Dr. Eduardo Paolini Ramos
Especialista en Psicología Clínica
Facultativo especialista Jubilado, Hopital Infantil Universitario Niño Jesús, Madrid