Título: Invitación: ¿Querrá alguien en España iniciar una escuela Platónica?
Me gustaría colaborar con quienes estén interesados. Desde hace más de 300 años no ha habido una escuela platónica. Es importante iniciar una, ahora, porque parece necesitarse más que nunca, para servir de árbitro y defender la naturaleza de la mente humana en contra del engaño del “establishment”, que insiste en que, por el mero hecho de producir tecnología ya somos seres pensantes. Si la producción tecnológica garantiza el que somos seres pensantes, entonces, ¿somos seres intrínsecamente malos? Porque la tecnología ha construido máquinas terribles, como la bomba atómica. Hacer una bomba así, ¿es producto de un ser inteligente, o de un uso perverso de alguna cualidad, la memoria, que no implica ningu na inteligencia? La tecnología recurre al puro empirismo y a la memoria indeleble de las Ideas Simples de Locke.
Al usar demasiadas Ideas Simples estamos limitando la única operación volitiva de la mente que puede volvernos razonables, operación fatigante que consiste en comparar, abstraer, generalizar; operaciones mentales que Locke denomina Ideas Complejas y que son las que nos permiten una conducta templada y prudente. Usar la pura memoria es como poner un caballo al galope, pero sin jinete. Si, como dice Sócrates, no pensamos, sino que tan sólo hablamos y ese parloteo nos hace creer que podemos pensar libremente (cuando que todo es recordar, repetir y repetir lo dicho por nosotros o lo que nos dicen), entonces resulta que hablamos y el recuerdo de lo hablado está guardado indeleblemente en la mente por el simple hecho que la percepción participa del arquetipo. Así la tecnología no es producto de un pensar, sino tan solo de un capacidad para recordar. Debemos volver a Platón porque ésta es la verdadera ciencia de la mente. David Hume lo dice así: (Tratado, Libro I, Parte IV, Sección VII, al final) “La naturaleza humana es la única ciencia del hombre y ha sido, hasta ahora, la más descuidada. ” Además, el Platonismo está actualmente lo más completo de que lo que sabemos ha estado, al menos en sus últimos dos mil quinientos años. Sería un desperdicio no aprovechar eso.
¿Qué es el Platonismo? Es un cuerpo de doctrina que se impartió en la Academia, una escuela fundada por Platón. Antes de Platón ya existían Escuelas, con directores o “escolarcas”, que trataban de preservar un conocimiento lógico increíble, irrefutable, y que se conoce como “lo Uno y lo Múltiple”. Platón puso ese conocimiento en un único Diálogo, que llamó “El Parménides” (Aunque será mencionado algo de esto en otros varios Diálogos, especialmente en el Filebo). El Diálogo “Parménides” contiene, en exclusiva, la parte teórica del argumento de “Lo Uno y Muchos. ” Podríamos decir que lo que después será llamado “el Parménides” era un conocimiento sólido, lógico, irrebatible, incontrovertible, categórico, indiscutible e innegable acerca de la naturaleza de la mente humana. Este conocimiento les fue legado a los griegos desde los tiempos de la escuela de Mileto por gente que no era griega. Cuando Anaximandro (no griego) se lo pasa a su sucesor, Anaxímenes (que fue el primer escolarca griego de la escuela de Mileto), es cuando éste trata de incorporar esa ciencia extranjera a las tradiciones griegas.
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Instituto de la Visión, Torreón Coahuila, México. Jefe del departamento de anestesiología.
PARTE II
Entre Febrero, 1692, y Marzo, 1693, 20 mujeres fueron colgadas en Salem Massachusetts, acusadas de brujería bajo las leyes inglesas. La iglesia protestante tenía varios modos de controlar las publicaciones. Primero se tenía que tener el permiso para publicar, el Nihil Obstat Quominus Imprimatur. Luego había que quedar fuera de las listas del Index Librorum Prohibitorum, que permitía quemar libros ya impresos. Locke, favorito de la corte, se libró de eso, pero así como tenía amigos tenía enemigos, que lo fiscalizaban constantemente. Por eso no menciona en el libro el nombre de Platón, aunque David Hume sí se da cuenta de que lo suyo es platonismo puro, cuando menciona que (Tratado, Libro I, Parte IV, Sección VII, al final) “Dos mil años, con tan largas interrupciones, y bajo tan poderosos descorazonamientos, son un período de tiempo pequeño para conceder una perfección tolerable a la ciencia, y quizá nos hallamos en un período de edad demasiado temprana del mundo para descubrir los principios que examinará una posteridad tardía. La naturaleza humana es la única ciencia del hombre y ha sido, hasta ahora, la más descuidada.” De todos modos, sin importar lo vital de su trabajo principal, Locke no menciona a Platón y llenará el libro de consejos morales, disfrazando una obra eminentemente científica y seria, con fruslerías morales, para hacerla pasar desapercibida. ¿Por qué? Porque allí estaba la solución a un problema suyo, que no quería discutir con otros, ya que seguramente ellos no lo entenderían, y no quería perjudicar su status en la corte. Locke amaba la corte, el lujo, la riqueza. Nunca se casó, no tuvo hijos propios y su familia era la corte y su vida dentro de la corte. Nunca iba a dejar que una cuestión meramente intelectual fastidiara su modus vivendi.
El Ensayo se presenta al impresor en 1689, pero no sale de la imprenta sino un año más tarde. Mientras tanto Locke se aplica con trabajos propios a lo que supone un deber para él, al ser el intelectual de los Wigh: hace tratados de tolerancia, la constitución de las Carolinas, etc. Todo eso, para él, es trabajo de oficina. Su verdadera pasión está en lo que quedó, bien oculto, en el Ensayo. Oculto para todos, aunque él tenía el orgullo de poder decirle a sus amigos (ya para entonces casi todos muertos) “Véanme: lo resolví.” Cuando el libro sale de la imprenta, en la Epístola al lector, Locke dice: “Lector, he puesto en tus manos lo que constituyó el entretenimiento de mi horas ociosas y lentas. El entendimiento, al juzgar los objetos por la propia vista, no puede más que sentirse complacido por lo que descubre, y no se lamenta por lo que se le escapa, ya que eso le es desconocido.
En consecuencia, quien se ha elevado por encima de la alcancía para las limosnas y, no contento con vivir perezosamente de las sobras de las opiniones prestadas, pone a trabajar sus propios pensamientos, con el fin de encontrar y seguir la verdad, no se privará, sin importar qué encuentre, de la satisfacción del cazador. Cada momento de su persecución recompensará su esfuerzo con algún regocijo y tendrá razones para creer que no ha malgastado el tiempo, aun cuando pueda hacer gran alarde de alguna adquisición importante.” Y luego: “Éste Ensayo está dedicado a 5 o 6 amigos que se reunieron en mis aposentos y me iniciaron en el tema. Confieso, con franqueza, a todos mis lectores, que salvo para una media docena de ellos, este Tratado no se les tenía destinado originalmente y, por tanto, no necesitan esforzarse por incluirse en tal número. Pero, si aun así, alguien cree apropiado enojarse e injuriarlo, puede hacerlo confiadamente, pues encontraré una forma mejor de pasar el tiempo que enfrascarme en esa clase de conversaciones.” Bueno, pues la solución de Locke a los problemas de Cudworth sobrepasa, de mil modos, a todo lo que sabían los platónicos y el mismo Platón, desde los dos mil cuatrocientos años previos. La doctrina queda actualizada y lista para operar, aunque su atrevimiento es increíble. Primero, identifica al arquetipo con la percepción: “La mente sólo contiene ideas y toda idea es, o ha sido alguna vez, una percepción efectiva.
Y si ha sido una percepción efectiva estará en la mente. Y si no lo ha sido no estará en la mente. Y, si sí ha sido una percepción efectiva, ya nada podrá destruirla. Las ideas entran mediante la sensación o la reflexión, y por ninguna otra vía. Ninguna idea puede ser creada, así como tampoco puede ser destruida.” No sé si el lector entienda lo que esto representa, pero quizá un ejemplo se lo pueda hacer claro. En los safaris modernos, en África, los visitantes viajan en un vehículo abierto, sin que los leones los ataquen. Incluso yo tengo, en mis videos, la foto de una guía gordita que pone, en el capó de su Land Rover, carne para que el león se suba al capó y se cumpla el show por el que le pagan. Justo atrás del parabrisas y de la guía, está una delgada muchacha observando al león, pero bien dentro del alcance de sus garras. La pregunta es: ¿por qué el león no ataca a la muchacha? La guía de safari dice que porque el vehículo tiene magia. Locke diría: porque no la percibe; nunca la ha visto en esa forma, y luego, no la reconoce.
Su experiencia nunca le ha mostrado una mujer dentro de un vehículo, así que no puede verla, no sabe lo que es, y para él eso no tiene ningún significado. Esa guía de turistas hará bien en conservarse lejos de las regiones con leones cebados. En 1898, en Tsavo, Kenia, dos leones sin melena (allí hace demasiado calor para tenerla) empezaron a aficionarse a la carne humana, saltaban los setos de espinas y jalaban a los trabajadores por los pies. Haciendo eso diariamente se llevaron más de una centena de trabajadores. Locke dice que la percepción es una memoria. (Libro II, 21) “Pues recordar consiste en percibir algo con la memoria o con la conciencia de que antes fue ya percibido o conocido. Sin esta condición, cualquier idea que aparezca en la mente es nueva y no recordada.
Cualquier idea nunca percibida por la mente no ha estado nunca en la mente. Cualquier idea que se encuentra en la mente es una percepción efectiva o bien, por haberlo sido, se halla en la mente de tal forma que, mediante la memoria, puede volver a convertirse en una percepción efectiva. Siempre que se produce la percepción efectiva de una idea de la que no se tiene memoria, esta idea aparece por entero como nueva y desconocida para entendimiento. Siempre que la memoria nos presenta una idea, es con la conciencia de que ha estado allí antes y que no resulta del todo extraña para la mente. Cualquier idea alojada en la mente, sin hallarse a la vista de manera efectiva, sólo está allí porque se encuentra en la memoria; y si no está en la memoria no está en la mente; y si figura en la memoria, ésta no la puede visualizar de manera efectiva sin percibir que proviene de ella, es decir, que tal idea se conoció previamente y que ahora es recordada.” Eso explica, creo, lo de los leones, porque, si algo no está ya en esa memoria del león entonces eso no significa nada. Incluso hay videos de leones atacando a un tipo que filma videos para vendérselos a los canales de cable. En video él se aproxima a un león, éste carga contra él. El hombre corre con el león atrás de él, se acerca a su cuatri-moto (claro que el equipo de filmación está justo atrás de la cuatri-moto), y el león se para en seco, confundido. No hay ninguna magia en la cuatri-moto que proteja al tipo del león. Pero éste no entiende lo que ve. Si ya tuviera experiencia con humanos sí lo atacaría.
Esto también se aplica a los humanos. Tenemos crónicas indígenas de que los primeros indios que vieron a los españoles a caballo no comprendían, al inicio el de si ambos eran un solo animal. Por supuesto, cuando ya los vieron apearse, subirse, o pasear al callo, ya los pudieron percibir como distintos. Pero apuesto que en la milagrosa victoria de Corté en Otumba influyeron más los caballos que el valor de Cortez. La masa interminable de indios recién llegados nunca habían visto un español montado a caballo y estoy seguro que el espanto hizo que les abrieran camino a los españoles hasta que éstos llegaron al distante cacique en el palanquín y Cortez lo mata. Con su cacique muerto y con unos seres raros que no logran percibir como independientes, la aterrorizada masa empieza la desbandada.
Eso fue lo que impresionó a Huehue Xicohténcatl, o Xicohténcatl el viejo, para ofrecerles su ayuda, porque creyó que tal milagrosa desbandada en una ola de terror representaba un mensaje de los dioses para que él ayudara a los españoles. Estoy seguro que, de haberse lanzado los españoles combatiendo a pie, nunca se hubieran ni siquiera recorrido 100 metros hacia el distante cacique. Pero volvamos a lo de Locke. No sé si el lector alcance a comprender lo que la aseveración de Locke implica. Si la percepción es una memoria, entonces la percepción se realiza en el Modelo, que no tiene ni espacio ni tiempo. Primero Locke afirma la inexistencia del espacio y el tiempo: (Libro II, XVII) “Del infinito. Este término se aplica a las cosas que poseen partes y que son capaces de aumentar o disminuir por la adición o la substracción de cualquiera de sus partes mínimas. Las series infinitas se aplican a las ideas del espacio, duración y número, y son absurdas.
Cualquiera puede ver lo absurdo de los números, pero no es fácil ver lo absurdo del espacio y el tiempo.” Luego Locke se va a averiguar dónde se almacena la memoria (Libro II, X) “De la retención. Memoria. Existe la contemplación, manteniendo a la vista la idea. La otra forma se llama memoria, que consiste en revivir otra vez en nuestra mente las ideas que, después de impresas, han desaparecido o han estado, por así decirlo, fuera del alcance de la vista. Y así procedemos cuando concebimos el calor o la luz, lo amarillo o lo dulce sin que el objeto se halle presente. Esto es la memoria, a la que podría llamarse el almacén de nuestras ideas. Pues dado que la estrecha mente del hombre no es capaz de tener muchas ideas para observarlas y considerarlas al mismo tiempo, es necesario contar con un depósito para guardar esas ideas que, en otra ocasión pudieran serle útiles. Pero como nuestras ideas no son más que percepciones efectivas en la mente, que dejan de ser algo cuando no se las percibe, esta acumulación de nuestras idea en el depósito de la memoria sólo significa lo siguiente: que la mente posee en muchos casos la capacidad de revivir percepciones que tuvo alguna vez, agregando a ellas esta percepción adicional: que las ha tenido antes. Y en este sentido se dice que las ideas se hallan en nuestra memoria, cuando en realidad no están en ninguna parte, sino que sólo hay una capacidad de la mente para revivirlas otra vez y, podría decirse, pintarlas de nuevo sobre sí misma, aunque a algunas con más y algunas con menos dificultad, a algunas con mayor nitidez y a otras más oscuramente. Y de este modo, con la ayuda de la tal facultad, es como afirmamos tener todas esas ideas en nuestro entendimiento, que si bien no contemplamos de momento, podemos traerlas ante nuestra vista y hacer que vuelvan a aparecer para que sean objetos de nuestros pensamientos, sin la ayuda de las cualidades sensibles que las imprimieron allí por primera vez.” Sé que el lector hallará toda esta palabrería aburrida, pero es que la oye por primera vez y, como el león, no la entiende. Pero si le pone un poco de atención verá que hace a lo incomprensible comprensible.
Va un ejemplo muy moderno: hace 100 años, Niels Bohr y Werner Heisenberg rediseñaron un viejo experimento, el de la doble ranura, y hallaron que un observador podía cambiar el resultado de la observación a nivel cuántico, esto es, manejando un solo electrón. Hasta la fecha el experimento no cuenta con ninguna explicación satisfactoria. Pero, si volvemos a releer a Locke, veremos que él dice que la percepción es una memoria, y que la memoria se encuentra en “una parte sin espacio ni tiempo”, es decir, en el Modelo. Allí está, viva, y cambia al ser solicitada, al traerse a la atención de la mente. No cambiar sería propio de una percepción fija e inerte. Pero la percepción no es así: está viva, cambia cada vez que se le percibe, cada vez que se le solicita.
En éste contexto no veo el por qué no puede cambiar el resultado del experimento al introducir un observador extra. Locke lo dice claramente: “Pero como nuestras ideas no son más que percepciones efectivas en la mente, que dejan de ser algo cuando no se las percibe”, entonces resulta que la percepción la idea, cambia de estado cuando no se percibe, a un estado distinto cuando se le percibe. Es decir, la percepción (y con ella el resultado del experimento) puede cambiar cuando está presente un observador extra. Ahí está una posible explicación para el experimento de la doble ranura: si la percepción está viva y cambia al ser solicitada por el perceptor, que la revive para volver a verla, entonces un aparato de medición agregado, que va a meter más información, sí puede decantar el resultado del experimento. Recordemos una cosa: las actuales teorías acerca de la percepción la ven como algo pasivo; el objeto está simplemente “allá afuera” y el hombre simplemente lo percibe, pasivamente. Pero vemos que, en los insectos, el Programa maneja la observación, y el animal percibe únicamente lo que debe percibir, según la etapa del Programa en que se encuentre. Recordemos a Locke: ( Libro II, Cap. IX, De la percepción, 4, El impulso sobre un órgano, insuficiente): “El impulso que se ejerce sobre un órgano puede ser suficiente pero, al no llegar a la observación de la mente, no se da la percepción.”). O sea, las claves del mundo exterior sólo son claves. Y sólo cuando “tocan” la idea (Eidos) que se va a percibir es cuando ser activa ésta idea, cambiando, reviviéndose. Locke habla de “revivir” la percepción, pintarla de nuevo sobre la mente, con una propiedad que la mente tiene. Y la memoria son ideas que se le agregan a esa percepción ya pasada que vuelve ahora a hacerse, como si renaciera, cambiando, y se trajera al “presente”, para verla o fotografiarla. Por lo visto el presente se compone de una serie de variantes Y, en el átomo un observador extra sí modifica el experimento. Locke sugiere que lo que se ve por el ojo o se registra en una foto es la percepción misma, que es algo vivo que cambia, que recibe la impresión y que puede volverse a revivir. ¿Por qué está viva? Porque es indeleble y tiene todas las cualidades del arquetipo (recuerden: “La mente sólo contiene ideas y toda idea es, o ha sido, una percepción efectiva. Y, si ha sido alguna vez una percepción efectiva, puede ser traída de vuelta, pintada otra vez sobre la mente.”)
Recordemos que, para que la percepción se lleve a cabo, la observación actual debe remitirse a esa imagen que representa al arquetipo. “La mente sólo contiene ideas, y toda idea es unas percepción que ha sido alguna vez una percepción efectiva y que puede volverse otra vez una percepción efectiva sin la ayuda de las cualidades sensibles que la imprimieron allí por primera vez.” Así resulta que hay un estímulo sensorial que tiene que ser interpretado (para que se lleve a cabo la percepción) Y eso sólo se logra cuando el estímulo se incorpora a esa idea, en particular, reviviéndola y cambiándola. Así que si la idea es algo vivo, afectable mediante el recuerdo o la observación, entonces, a nivel cuántico, no me parece tan descabellado creer que un observador extra (que va a meter más información al experimento) va a cambiar el resultado del mismo. Y es que la percepción es algo vivo dentro de lo que no tiene espacio ni tiempo, el Modelo. Y, si está allí, vivo, cambia al ser solicitado por la mente; y cambia porque, aunque le llega más información sigue siendo la misma idea: y, por eso, tiene que ser modificable.
Algo que antes hemos visto, pero no en detalle, cambia cuando tratamos desarmarlo, para entender su mecanismo. Pero sigue siendo el mismo objeto, la misma idea, que vuelve a nosotros, pero modificada; y un observador extra modifica la percepción y cambia los resultados, al menos al nivel de la micro-escala cuántica. En la macro-escala esa situación o condición de la percepción también puede producir alteraciones de las series causales. Veamos: si la percepción se produce en el Modelo, que no tiene ni espacio ni tiempo, entonces los tiempos pueden mezclarse. ¿Dónde está la memoria? Pues en el pasado, ya que no puede estar en el presente. Bergson dirá: ¿dónde escuchamos una melodía? Pues en la Duración, en el pasado, porque el presente no nos daría más que una nota. Y ¿dónde vemos a un péndulo moverse? Pues en la duración es dónde captamos el movimiento, porque en el presente no habría más que una sola posición del péndulo. Dice Bergson: “No hay conciencia sin memoria, ni continuación de un estado mental sin la adición del recuerdo de los momentos pasados al sentimiento presente. En esto consiste la duración. La duración interior es la vida continua que prolonga el pasado en el presente. Sin una memoria de nosotros mismos, de lo que hicimos, no habría un yo.” Eso también era un problema para Nagarjuna, filósofo Hindú del siglo II: “La experiencia afirma la realidad del movimiento, pero sin el movimiento anterior o futuro el movimiento es incomprensible. Por ejemplo, en el trayecto recorrido por un móvil, en el trayecto ya recorrido, pasado, ¿hay movimiento? No. En el trayecto futuro, aún por recorrer, ¿hay movimiento? No. El movimiento sólo puede, entonces ser presente, pero el movimiento presente es contradictorio porque no implica los momentos que el movimiento implica. El movimiento, si es, es movimiento presente y el móvil no está sino en el trecho que actualmente recorre. Pero allí es inmóvil.” ¿Por qué lo hindús qué no avanzaron a la conclusión de Bergson? Porque ellos no tienen alguna eternidad en donde los tiempos se mezclen. Ellos sólo tienen, abajo del presente, a la Trimurti: Brahma, Shiva y Vishnú. No hay un Uno ni una duración. Quedaron empantanados. La pasó mejor San Pablo con su “En Dios somos, vivimos, nos movemos”. Bueno, sigamos: O sea que, la percepción del movimiento está en el Modelo, en dónde no hay espacio ni tiempo. ¿Qué es lo que guarda la memoria? Percepciones pasadas, pero vivas, es decir, capaces de ser revividas, repintadas principalmente.
Esas percepciones serán del pasado, pero es el “presente” quien las llama para revivir de nuevo, para cambiar, para revitalizarse, para producir esa “vivacidad”, ese reavivamiento. Pero, si no hay allí ni espacio ni tiempo, también podría mezclarse el futuro (aunque no sería lo habitual en los individuos normales, sino que sólo sucedería con individuos especialmente dotados, los médiums, o en circunstancia excepcionales en individuos normales) y provocar una premonición. Antes no se emprendía nada sin consultar a los augures. Dice Agustín: “¿Dónde han visto las cosas futuras quienes las han vaticinado? Porque, si las vieron, esas cosas existen, al igual que las pasadas. Y si existen están en el Presente. Pero ¿dónde están? Pues en la eternidad misma que no es ni presente, ni pasada ni futura, sino toda al mismo tiempo.” O sea, en la Duración de Bergson o el Modelo de Parménides. Locke lo dice algo distinto: están en donde se realiza la percepción, esa capacidad que nos permite revivir el arquetipo, que está ligado al recuerdo, al objeto y que, reviviéndolo, le hace a la mente captar un significado. El León, cuando carga contra el fotógrafo, tiene un sólo propósito en la mente: comérselo. Pero cuando éste sube al jeep, descapotado, el león se espanta, pues ahora la imagen se borra, se disipa, y lo confunde.
Su percepción no revive nada conocido, y por eso no se cumple lo que Locke dice: “Agregando a ellas esta percepción adicional: que las ha tenido antes. Y en este sentido se dice que las ideas se hallan en nuestra memoria, cuando en realidad no están en ninguna parte, sino que sólo hay una capacidad de la mente para revivirlas…” ¿Qué puede revivir el león de ese ser extraño, con ruedas, y unas figuras adentro? Absolutamente nada, y eso lo asusta, y retrocede, confundido. Pero, decía, si esa percepción es la mente, el yo, entonces podría recibir información de otras copias (ya que es múltiple), aunque en casos excepcionales, o en una persona mediúmnicamente dotadas, o sobre su propio futuro, que coexiste con su presente. Así el Yo, la percepción viva, el perceptor, pueden ver dos cosas a la vez, sobrepuestas. Por ejemplo, hay un caso clásico. Dos amigos están en el balcón de un teatro en Canadá y uno de ellos se asoma hacia la platea y ve a su hermano, entre la audiencia. Se suponía que su hermano estaba en China, así que le dice a su amigo lo que vio. Éste se asoma a la platea y no puede ver al hermano de otro. Baja y lo busca pero no lo encuentra. Para entonces el otro también deja de verlo. Mucho después se enterarán que el hermano que estaba en China murió justo en el momento en que fue visto por su hermano en Canadá. Eso se llama “aparición crítica” y es el tipo de aparición más frecuente en sujetos normales. El hermano detecta a su otro hermano en China, y lo representa en su percepción. En sujetos que pueden entrar en trance y tienen aptitudes mediúmnicas, ellos pueden captar imágenes de personas con las que entran en contacto, tocando sus dedos, generalmente y ver personas relacionadas con los clientes y decir cosas ciertas, pero claro que eso no prueba que se comuniquen con los muertos.
Pero los engañabobos ganan mucho dinero juntando incautos que quieren comunicarse con algún familiar desaparecido. Cuando todos están reunidos la médium, estrafalariamente vestida (todas se visten de brujas, para acentuar su papel) empieza su show. “Veo un nombre John, ¿alguien tiene un John? Alguien responde: yo conozco un John. Ya redirigida, la Copia- Medium contacta con la Copia-Cliente que le respondió y dice: ¿era John bajito, calvo, ojos azules? –Sí, responde otro, ¿le gustaba fumar tabaco? (o cualquier cosa que el médium detecte de la imaginería de la Copia-Cliente) -Si, responde el otro. Pues él le envías saludos y dice que está bien. Ahora oigo una campana, ¿eso significa algo para alguien? –Yo, contesta otro asistente. Y se repite el procedimiento.
Al final, el médium, con su capacidad de captar imaginería variada de las otras copias, inventa muertos a diestra y siniestra y hace que todos se vayan contentos: todos se comunicaron con su fallecido y saben que está bien. Y la médium se va con su dinero. Pero lo importante es que la percepción es el yo y la percepción está en el área del Modelo, donde puede captar las percepciones de otras copias, para armar una percepción conjunta. En otro caso de aparición crítica una mujer ve, al otro lado de la calle la imagen de un tío muy querido en una cama de hospital.
La calle parece normal, y la otra imagen se superpone, débilmente, para luego desaparecer. Luego se sabe que, a la misma hora, el tío murió. ¿La explicación? Las dos copias, aunque separadas, estaban pendientes, inconscientemente, la una de la otra y, cuando el tío muere, piensa en su sobrina, que capta la situación. Las dos percepciones, de dos copias separadas, se mezclan. Si pueden mezclarse, ¿qué las mantiene separadas? Esto puede parecernos extraño: el que nuestra “personalidad” se conecte con otra “personalidad” en “nuestra” mente. Pero es lo más natural en el mundo animal. Todo animal gregario pasa por las fases de Muchos y Uno, y lo hace sin casi notarse. En los animales que se desplazan, tanto en el aire, o el agua (medios fluidos) eso es espectacularmente notable. Al atardecer se juntan los estorninos y hacen piruetas como si fuesen un solo animal. De hecho son un solo animal. La parvada no actúa como animales separados volando juntos, sino como un solo animal. Incluso a veces el grupo cambia bruscamente de dirección, se concentra o se diluye, lo que era frente pasa a ser lateral, y gira tan alocadamente que los bordes pueden pegar en el suelo, matando varios pájaros individuales.
Si nos fijamos bien podemos ver a ese macro-organismo palpitar. ¿Por qué habría que ser algo extraordinario para el hombre? Sólo parece ser que nuestra carga de información personal es más pesada y nos conserva más firmemente en la fase individualista del animal, privándonos de la feliz fase conjunta. Somos un animal extraño: cuando actuamos como masa, no estamos acostumbrados a las felices demostraciones de los estorninos, sino que nos juntamos para comportarnos como horda. Eso le pasa a las hormigas guerreras del Amazonas: La sobrepoblación convierte a las pacíficas hormigas en la destructiva marabunta. Locke menciona algo muy curioso: De que el estímulo, por sí mismo, no es suficiente. La mente debe de estar preparada para recibir ese estímulo. Y, ¿cómo se prepara la mente? Si atendemos a que el Modelo se copia, entonces tiene que haber una secuencia de copiado, o el resultado no puede ser el adecuado.
El animal que vemos es realmente un autómata que parece un animal. Si no hace algo en la secuencia adecuada ese acto va a carecer de propósito. Siglos después Niko Tinbergen va a comprobar eso: las avispas cazadoras de abejas no pueden captar el penetrante olor de un frasco lleno de abejas, sino hasta que se encuentra en el “programa de actos adecuado”. La rigidez de la conducta nos muestra que el animal es un autómata. Y en el hombre pasa lo mismo: lo que decía Platón, de que el hombre no piensa, sólo habla, y que el habla no es pensar, sino tan sólo repetir lo que ya sabe, usar las ideas que ya tiene, sin poder originar ninguna nueva, Locke lo explica así: Hay dos tipos de Ideas, las que no fatigan y vienen en automático (las Simples), y las que fatigan (Complejas) y acuden difícilmente, sobre todo si no se les adquirió en la infancia. Y es que el hombre, como no piensa, es un autómata. Pero las ideas Complejas, si las tiene, le hacen comportarse con virtud en cada ocasión. Lo que fatiga no es el usarlas, sino que siempre tienen que oponerse a los automatismos. En una guerra los obedientes soldados que siguen las órdenes y se comparten heroicamente son solo autómatas, mientras que las mujeres, que tratan de llevar a su familia lejos del frente de batalla, sufriendo las mayores penalidades y abusos por parte de soldados enemigos que andan descarriados y por su cuenta. ¿Han escuchado el “poema” “Con una arma en la mano”? Lo escribió un poeta ruso judío en la Segunda guerra Mundial y era para cantarse entre la tropa, bebiendo Vodka. Dice: “Soy un hombre ordinario, y mi vida es monótona. Pero cuando tengo un arma me siento como un dios. Porque el arma me hará ser lo que yo quiera. ¡Matar nunca había sido tan divertido! Yo sólo, con un arma, soy como un ejército. Matar es sólo un juego, que me hace romper la monotonía diaria. Porque el juego me hace ser todo lo que me gustaría ser. ¡No me siento segundo a nadie! Yo hago todo mejor que ninguno, porque yo manejo el arma.
Cuando juego el juego yo soy el rey, hago de todo e incluso soy sabio, porque manejo el arma. ¡No te fijes en lo que haces! La conciencia sólo estorba para jugar. Mi vida privada es un desastre, pero aquí yo soy el rey.” Comparemos eso a lo que dice el Menón: “La virtud es lo que hace a un hombre grande. Y puede ser enseñada. La bondad es una virtud moral y éste es el más grande saber. El bien es la idea suprema y la maldad es la ignorancia de esa idea. El que obra mal e porque ignora el valor social del bien y sólo sigue sus impulsos.” El hombre, sin una educación apropiada, es la mayor bestia que pueda haber criado la tierra. Y es que el animal tiene un programa que lo controla, y el hombre ya carece de todo programa natural y cualquier imbécil, dentro de los círculos de poder, lo programa con palabras que lo hacen un asesino. Locke arregla el esquema platónico de modo muy eficiente: las Ideas Simples son pura memoria, que no cansa, pero que convierte al humano en un autómata. Esa memoria, que no cansa, fabrica la tecnología, que es sólo una especialización en una tarea que los autómatas humanos colocados adecuadamente en las cadenas de montaje de las fábricas (la centralización de los especialistas y sus herramientas) pueden expandir por medio del empirismo para así crear máquinas formidables, de cuyo uso ellos ya no tienen ninguna responsabilidad. Ellos diseñan la Kalachnikov, impecablemente, y los demás se matan con ella.
Bueno, como dije, Locke puso la teoría en orden, pero no quiso ni explicársela a los de su escuela. Cudworth ya estaba muerto y quizá el siguiente rector no era de su agrado. Así que publicó su solución, bien encubierta, conservó su puesto en la corte y se retiró, apenas logró una substancial renta real, en 1691, a la casa de Damaris, hija de Cudworth y rica aristócrata. Nunca se conectó con a la escuela platónica del Emmanuel College, al punto que uno de sus miembros, John Norris, discrepó públicamente de su libro, no logrando ninguna respuesta por parte de Locke. Cuando Locke muere, en 1704, se despierta un interés por discutir sus teorías, pero nadie apoya a la escuela platónica de Cambridge. Ésta, quietamente, desaparece ya para 1711. Luego llega David Hume, considerado el mayor filósofo de Inglaterra, pero que sólo sigue a Locke, permaneciendo Locke en la oscuridad. Hume no lograr aportar nada nuevo para la teoría. Sólo acepta lo que ya hemos dicho: (Tratado de la naturaleza humana, libro I, sección 3) “La función capital de la memoria no es conservar las ideas simples, sino organizar su orden y posición” ¿Cómo? ¿Qué la función principal de la memoria no es el “recordar”? ¿Qué no se supone que la memoria está hecha para recordar, que por eso cada memoria está engravada en una traza neuronal que, mientras se recorra idénticamente causará un recuerdo idéntico?”. Hume empieza objetando el uso ambiguo que Locke le da a la palabra “Idea”, pero luego se compenetra en la doctrina, aunque no la mejora. Y dice: (Libro I, Sección VII, conclusión de éste Libro) “Trato de desarrollar la nueva filosofía, pero apenas hablo con mis amigos, prefiero callarme.
La gente no necesita ser filósofa para ser hombres de bien, y molestar sus creencias es invadir algo que ya está bien por sí mismo. Me imagino a mí mismo como un monstruo extraño y grosero que, no siendo capaz de mezclarse y unirse con la sociedad, ha sido expulsado del comercio humano. De buena gana me mezclaría con la muchedumbre en busca de protección y cordialidad, pero no puedo osar mezclarme con una fealdad tal. Llamo a otros para que se unan conmigo, con el fin de hacer una sociedad aparte, pero ninguno me atiende (o entiende). Todas mis opiniones se deshacen cuando no se hallan sostenidas por la aprobación de los otros… Me hallo absoluta y necesariamente determinado a vivir, actuar y hablar como las restantes gentes en los asuntos diarios de la vida. Experimento aún tales restos de mi primera disposición, que me hallo dispuesto a arrojar todos mis libros y papeles al fuego y a decidirme a no renunciar a los placeres de la vida en favor del razonamiento o la filosofía.” Quizá en las palabras de Hume hallemos la razón del porque tampoco Locke trató de comunicar lo que, en abstracto, halló. En un libro de Carlos Castaneda, Conversaciones con Don Juan, aquél le dice a éste que no quiere aceptar la explicación de los brujos. Y Don Juan responde “No te culpo. Esto está del carajo”. Nagarjuna dijo: “Es mejor el saber vulgar que el absoluto. Al menos en aquél hay algo. En éste no hay nada.” Pero ahora pasemos a nuestro siguiente personaje, Charles Darwin.
Sobre él no diré gran cosa, puesto que hice un libro, que quiero regalarles a los españoles, que en España, el país más culto de los de habla hispana, se animen a formar una Escuela Platónica. Imprimí, en el año 2004, 2,000 ejemplares de un libro increíble (perdonen mi humildad) que se titula “Reconsiderando a Darwin.” Es, simplemente, el verdadero Darwinismo o el Darwinismo según Darwin, no según los neo-darwinistas. El libro está según me lo entregaron de la imprenta, hace más de 15 años, pero me temo que no seguirá en las mismas condiciones por mucho tiempo. Me quedaron unos 1,400 ejemplares, en muy buen estado (aunque hace años no los reviso), guardados en mi ático, en cajas. No les miento: soy un obsesivo compulsivo y revisé todos, absolutamente todos, los escritos de Darwin, hechos durante su vida. Él era un Lamarckista, pero se topó con el Uno en el caso de los insectos neutros. El Origen de las Especies tuvo seis Ediciones.
En la Primera Edición hay un capítulo, el VII (que en la sexta Edición será el VIII por el añadido de un capítulo extra), que trata de los insectos neutros. La parte última de ese capítulo consta de 8 párrafos. Esos párrafos se repetirán, letra por letra, en las restantes 5 ediciones, con la excepción hecha de la Sexta Edición, en donde se agrega un pequeño párrafo, metido entre el 7º y el 8avo de la Primera Edición, añadiendo una observación de Alfred Russell Wallace sobre otro caso que confirma su punto de vista. El caso es que los insectos neutros de las hormigas están perfectamente adaptados sus instintos, su función y su forma. Pero, bajo la teoría de la herencia de los hábitos, ¿cómo puede suceder esto, si ellos mismos son estériles y no dejan descendencia? Y Darwin termina diciendo: “Estoy sorprendido de que nadie haya notado este caso de los insectos neutros en contra de la bien conocida doctrina de Lamarck.” Bueno, nadie nota nada hasta que alguien, quien hizo las generalizaciones pertinentes, incorpora el hecho aislado dentro de una teoría, que lo explica. Darwin mismo, cuando alguien le dijo que la Selección natural “ya flotaba en el ambiente”, le respondió: “Pues yo se la expliqué personalmente a varias gentes de inteligencia preclara y nunca nadie pareció comprenderme.” Lo dicho: el hombre no piensa, sólo recuerda. Y, si no ha captado la idea desde la infancia no lo captará nunca. De cualquier forma, Darwin nunca resolvió el asunto, y aún en su correspondencia tardía con otros autores menciona el caso de los neutros.
Pero, si hubiese leído y entendido a Locke, hubiese visto que ese problema ya estaba resuelto, hacía casi 200 años. En Mayo, 1694, Locke agrega un nuevo capítulo a su Libro, que trata sobre la identidad personal (Libro II, Cp. XXVII, del 9 al 28). Allí Existe un capítulo sobre la “identidad personal”. Ésta la define como “el ser yo para yo mismo”, Y dice: “Soy yo mismo mientras tenga conciencia de la continuidad a de mis acciones. Tan lejos como se extienda la conciencia de mis acciones, mi yo personal, hasta allá se extenderá mi identidad personal. Y eso sin importar el cambio de substancias, o de cuerpos. No debemos situar el yo personal en cuerpos materiales, sino en la “substancia pensante”. Si la substancia pensante se extiende a través de muchos cuerpos, todos esos cuerpos quedan unidos porque participan de la misma substancia pensante.
Un solo cuerpo puede estar compuesto de partes separadas pero, si participa de una misma substancia pensante, es un solo individuo. Si yo me acordara de que vi la construcción del Arca de Noé, de la misma forma en que recuerdo que el Támesis se congeló el último invierno, y de que me acuerdo que ya tengo rato escribiendo, esa persona, la que se acuerda del Arca, y de que el Támesis se congeló y de que ahora está escribiendo serán la misma persona, el mismo yo personal. Tan lejos como se extienda la conciencia de mis acciones, y me las adscriba a mí mismo, hasta allá se extiende el yo, tanto en el más distante pasado como en el más remoto futuro. No debemos situar al yo en un solo cuerpo. La substancia pensante puede mantenerse intacta en una larga sucesión de cuerpos y, en tanto lo haga, el yo se extiende a todo a lo largo de los distintos cuerpos.” ¿Les parece a ustedes que todo esto no tiene sentido? ¿Por qué no le preguntamos a la Naturaleza, el gran libro abierto? Veamos a la mariposa Monarca. Es originaria de México, pero en la última era del deshielo su planta, el algodoncillo, emigró hacia el norte, y la Monarca la siguió.
Hay una relación íntima entre la mariposa y el algodoncillo. Ella es totalmente inerme, y el algodoncillo la hace tóxica. Su única defensa es su brillante color, que la hace identificable, y su toxicidad, que la hace incomible. El caso es que la Monarca emigra, desde los preciosos oyameles de Michoacán (aunque hay varios subgrupos con distintas locaciones), y marcha hacia el Norte, gastando en el camino dos o tres generaciones. Pero la Monarca no viaja sólo Norte- Sur y viceversa: ella viaja a su bosque, a su árbol, a su rama. O sea, que las distintas generaciones inician un viaje a un lugar bien preciso; viaje que ellas mismas nunca han hecho. Llegado el Otoño, y con él las calamidades del frío, la “generación Matusalén” regresa a su bosque, su árbol y su rama en México, a un lugar en dónde ella misma nunca ha estado. ¿No es esto lo que Locke dice: que el yo se extiende hasta donde la conciencia de ser yo mismo se extiende, sin importar los cuerpos materiales? El salmón de Suecia hace lo mismo. Los pescadores suecos se dieron cuenta de que había salmones de sabor distinto en los diversos arroyuelos de montaña, aunque a veces los arroyos no distaban mucho entre sí. Y eso se debe a que cada salmón, cuando marcha al mar, para crecer, regresa al lugar dónde él mismo nació, y no a ningún otro.
Es como si rebobinara su programa, su memoria indeleble, y eso le hace regresar allí. Y lo mismo pasa con tortugas, aves, y prácticamente cualquier otro animal migratorio. Si la información está en los genes, ¿cómo es que detalles tan específicos, y que varían de salmón a salmón, se guardan? La teoría genética de la evolución natural, originada en 1930, nunca ha probado un solo caso, y los casos se acumulan y acumulan, pero la teoría es incapaz de procesarlos. Mark Mupphet, fotógrafo de la National Geographic, estudió la hormiga león, de Australia. Al observar la perfecta organización del nido no tuvo más que proponer un “gen altruista”, que es lo único que permite suponer la teoría de las mutaciones. Pero la hormiga león no es un caso aislado. En todos los insectos sociales (¡Y hay muchísimos!) se ve lo mismo. ¿Asumiremos un harto improbable gen altruista para cada uno de los casos? ¿Hasta cuándo se darán cuenta los investigadores que su teoría no trabaja? Supongo que hasta que puedan conocer otra teoría más general, la de Darwin y los hábitos heredados. Por eso propongo, invito, sugiero, a la nación más culta de habla hispana, de que, si esto les parece cuerdo, interesante o importante, entren en contacto conmigo. Hace 300 años que no hay una escuela platónica y estoy seguro que alguien se pueda organizar y fundar una allá. Eso sería una gran gloria para España y un gran hito que no todas las naciones han tenido a lo largo de su historia. Y España entraría por la puerta grande, porque la última escuela fue antes de Locke y de Darwin, y esos dos pensadores definitivamente aportaron (en el caso de Darwin, sin saberlo) elementos fundamentales a la teoría.
Yo acabo de salir de una sala de Covid y aún estoy en una lenta recuperación, si es que la logro. ¿Dejarán ustedes a la suerte la prolongación de la teoría de lo Uno y Muchos? ¿O creen que valdrá la pena que ustedes, quienquiera que se haya hecho sensible al argumento, lo continúe? ¡Serán los transmisores de una larga tradición de miles de años!
VER PARTE I o decargar artículo completo.
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Del alcance del entendimiento humano
Carlos Fuentes Samaniego
Fecha Publicación: 19/05/2021
Invitación para formar, en España, una Escuela Platónica. No ha habido una en 300 años y se necesita, desesperadamente, una guía para poner en claro la naturaleza de la mente humana parte I
Carlos Fuentes Samaniego
Fecha Publicación: 21/02/2021