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La libertad es una librería. ¿Es terapéutica la literatura?

Fecha Publicación: 25/04/2025
Autor/autores: Literariamente: Literatura y salud mental

Fundación Manantial, la Librería Rafael Alberti y el Hospital Ramón y Cajal, con el patrocinio de Lundbeck, han puesto en marcha la nueva edición de Literariamente en 2025, un espacio de encuentro entre destacados escritores y profesionales de la salud mental.El pasado 1 de abril se inauguró el tercer ciclo con la participación de Luis Mateo Díez (Premio Cervantes 2023) y Julio Zarco (director gerente del Hospital Universitario Niño Jesús), quienes conversaron en torno al tema: "La libertad es una librería. ¿Es terapéutica la literatura?".

Fue un encuentro entre amigos que llevan muchos lustros dialogando sobre temas diversos.Julio comenzó señalando que, sólo en apariencia, la medicina y la literatura pertenecen a mundos separados. Para un buen profesional, sea escritor o médico, resulta fundamental tener buenas dotes de observación. Como decía Hemingway: “Ser un buen observador tanto del mundo externo como del interno”. Esto, según Julio, requiere un ejercicio de empatía y compasión hacia el mundo del otro: dejarse invadir por él, con todos los riesgos que implica, pasarlo por el filtro de la conciencia, destilarlo como un alquimista y, después, convertirlo en un libro o en una historia clínica.Luis, por su parte, expresó su alegría por estar en la Alberti, a la que definió como “el mejor refugio, donde la mayor desgracia que te puede suceder es que las palabras se te caigan encima”. Julio se describió como un hombre muy enfermizo, confesando que, hasta cierto punto, siempre le había gustado estar malo. Conoció a Luis tras manifestar su admiración por Ismael Cuende, el médico que aparece en su libro Celama, y desde entonces habían coincidido en numerosos eventos.

Ese mismo día, aseguró haber comprobado el valor terapéutico de la palabra. Dijo sentirse algo desanimado, algo enfermo, pero al encontrarse con su amigo Julio, sus obsesiones desaparecieron. La conversación con él lo reconfortó gracias a palabras comprensivas y poderosas, transmitidas en un entorno de confianza.Julio continuó destacando la importancia de las humanidades médicas. Recordó la anécdota de que a Pedro Laín Entralgo siempre le preguntaban quién era mejor médico: ¿Jiménez Díaz o Gregorio Marañón? Su respuesta era siempre la misma: “Curaba más Marañón, pero sabía más Jiménez Díaz”. Para Julio, lo esencial es la forma en que uno se aproxima al mundo del paciente. “Si no hay confianza, no brota la palabra.

Si no es auténtico lo que el otro percibe, no funciona”, concluyó.Luis añadió que, en la experiencia literaria, la enfermedad puede ser creativa, ya que permite cierto reposo y concentración. En su narrativa hay abundante presencia de la enfermedad, probablemente como reflejo de su vida. Sus obras suelen incluir personajes enfermos del cuerpo o del alma, con trastornos relacionados con el dolor mental o la inestabilidad emocional. El tema del trastorno siempre le ha interesado profundamente, especialmente su cercanía al trastorno de personalidad. Escribió una novela titulada Mis delitos como animal de compañía, en la que hizo un esfuerzo por narrar en primera persona las vicisitudes que atraviesa alguien con este tipo de condición y cómo percibe el mundo que lo rodea.

Solo una novela —pensaba— podía dar orden a su desorden. Así, nos encontramos con una novela que no pretende estar “bien escrita”, sino que está escrita dejando que “se le vaya la olla” intencionadamente. Mencionó la figura arquetípica del médico de Celama, en la que plasmó su visión del médico como alguien que genera confianza y emite una especie de luz curativa. No es un salvador, ni lleva la absolución como un cura, pero su presencia genera paz, hasta que llega la muerte como un bien necesario. En ese punto, le dijo a Julio con tono entrañable: “A ti te tengo encargado ese final. No me falles”. Julio habló también del médico de Celama, al que comparó con los médicos rurales que había conocido: cuando llegaban a los domicilios, era como si el tiempo se detuviera. Se generaba un respeto —no una veneración— hacia alguien en quien se podía confiar, alguien que se hacía cargo del mundo del otro. Lo que más se valora en un médico, según Julio, es esa capacidad de hacerse cargo. Luis coincidió, valorando especialmente el ambiente de cuidadores que promueve la Fundación Humans https://fundacionhumans.com/  .

En su opinión, ellos representan una parte fundamental del país, tanto como lo es esta librería.Luis preguntó si, en el mito del médico rural, había mucho del “ojo clínico”. Julio respondió que sí, que ese ojo existe y forma parte de la intuición. “También con la IA”, puntualizó. Explicó que, cuando alguien cree estar enfermo, lo que busca es contacto, algo muy propio de los mamíferos. Luis estuvo de acuerdo con esa necesidad sensorial y de apego, y confesó que, entre el espíritu y la materia, le interesa más la materia.Luis continuó hablando de lo que tiene de terapéutico lo literario y el arte en general. Para él, la dimensión creativa permite explorar otros universos imaginarios y realidades alternativas. A través de estas obras, uno puede viajar, refinar su sensibilidad y alcanzar una mayor conciencia de la condición humana. El arte, decía, tiene un valor terapéutico porque consuela. Es belleza, placer, una vía para acceder a otro estatus interior, para reforzarse en lo no material. La librería sería, en ese sentido, un espacio terapéutico, un lugar de salvación donde la mente viaja, se enriquece, se aprende del mundo y de uno mismo. “Y así hay más posibilidades de estar sano que de estar malito”, concluyó.Julio consideró que la literatura debería ser obligatoria en las universidades. Los estudiantes de medicina tendrían que leer más allá de los textos clínicos. Citó La muerte de Iván Ilich, de Tolstói, como una forma de aproximarse a los cuidados paliativos sin salir de casa. La enfermedad puede ser narrada. De hecho, las historias clínicas de los médicos del Romanticismo alemán se asemejan a novelas. Leer más mejoraría el lenguaje de los médicos. “Uno no puede ser un buen profesional sin tener vocabulario”, afirmó. Pero para ser médico no basta con lo técnico: tendría que existir una evaluación de competencias humanas antes de ingresar en la carrera. A menudo se quedan fuera estudiantes con enormes capacidades humanas. Julio recordaba a aquellos cirujanos que entraban al quirófano diciendo: “Hola, soy el doctor tal, le voy a operar”, y cómo esa cercanía humana reducía el número de complicaciones. Hay evidencia científica al respecto. En el Hospital Clínico San Carlos se llevó a cabo un entrenamiento en mindfulness para personal de oncología. A medida que el curso avanzaba, se observó una correlación entre la práctica y ciertos marcadores biológicos. Tras varias sesiones, se midieron niveles más bajos de cortisol y un aumento de la oxitocina: una hormona vinculada al bienestar y la empatía. El resultado fue claro: la práctica del mindfulness no solo ayudaba emocionalmente, sino que tenía un impacto fisiológico real.

La estética, la intuición y la percepción de la belleza también se educan con la literatura. Luis coincidió en que, a través de la estética, se accede a una dimensión que puede marcar el destino de las personas. Recordó su participación, junto a otros escritores, en una experiencia en la que un enfermo narraba su vivencia. A partir de su testimonio, informes y observación, cada escritor escribió un pequeño relato. Fue una experiencia profundamente enriquecedora.Julio añadió que solemos tener ideas sobre las enfermedades, pero no sobre las personas que las padecen. Por eso importa la experiencia de la enfermedad —su fenomenología—. “El médico enfermo es el mejor sanador porque comprende mejor al otro”, dijo. Reducir todo a signos y síntomas hace que se escapen muchas cosas. El médico debería tener un conocimiento del ser humano que no se limite a lo fisiológico, sino que incluya sus debilidades y fortalezas. De ahí la utilidad de los libros de poesía. Luis estuvo de acuerdo en la importancia de la mirada del enfermo, de su experiencia. “El dolor es una forma de interiorización que te sustrae del resto del mundo”, dijo. Citó a un médico francés que afirmaba: “El dolor es un siglo y la muerte un instante”. Esa experiencia contiene emociones secretas difíciles de pronunciar. A través del arte, la ficción o la literatura, se puede construir un testimonio de lo que somos.Julio subrayó que la creatividad es esencial en el médico que quiere ir más allá del conocimiento técnico. En un mundo donde predominan las tecnologías, las relaciones se enfrían y se reducen las posibilidades de cuidado humano. Describió la librería como una “farmacia literaria”.

Está demostrado que el arte sana y aporta un enfoque distinto de la realidad. En el cine y las series, el médico ha sido representado como héroe en diferentes formas. En Dr. House, por ejemplo, el protagonista es un antihéroe que detesta ver a los pacientes. Aunque acierte en los diagnósticos, lo verdaderamente importante es el cómo se acompaña al paciente en el proceso. “En medicina siempre se está negociando. Si el paciente no quiere cuidarse, no se puede hacer nada. El ser humano es complejo…”, comentó. Para entender la enfermedad hoy, es necesario comprender las metáforas actuales. Vivimos en un mundo más frío, más tecnológico y aséptico, donde abundan la soledad y la hiperconectividad. Este entorno genera nuevas formas de enfermedad y también condiciona las formas de sanar. Cuando una persona cree que está enferma, se activa un mundo simbólico, casi mágico. Las pulsiones humanas siguen existiendo, y cuando enfermamos, siempre aparecen la angustia, el miedo, el desconcierto.

Ese mundo mágico que se desata durante la enfermedad no debe ser negado, sino comprendido. Debemos aprender a leer los tiempos actuales, pero sin olvidar que ese mundo mágico sigue existiendo.Luis concluyó que lo fundamental es la palabra: esa palabra que reconcilia. La charla fue un verdadero placer, tanto por el tono como por la forma y el contenido. Se propuso la idea de crear un vademécum de recomendaciones literarias para pacientes y futuros profesionales de la salud. Un excelente cruce entre ciencia y humanidades, entre el saber científico y el saber humanista. 


Palabras clave: literatura y salud mental
Tipo de trabajo: Post/Entrada de Blog
Área temática: Psiquiatría general .

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