La terapia familiar es un movimiento que se ha desarrollado como una extensión del
psicoanálisis en la década de 1950, en el intento de encontrar estructuras cognitivas y métodos de
terapia más eficaces que el enfoque psicoanalítico. La familia humana es un sistema que sigue las
leyes dinámicas de los sistemas naturales.
Dentro de ese sistema, toda persona tiene una función que la convierte en un ?segmento?
imprescindible de un todo más vasto. Así, el terapeuta debe ser consciente de que está actuando en
un sistema emocional que es transaccional y en el cual el conflicto conyugal, la conducta
disfuncional de uno o ambos conyugues, o la proyección sobre uno de los hijos de la familia nuclear
están determinados por tres factores fundamentales: el nivel de madurez o indiferenciación del símismo
en relación con la propia familia de origen; el grado de fusión trasmitida, en el curso de
varias generaciones (al menos 8 en los casos de esquizofrenia), a las unidades individuales y, por
último, los repetitivos mecanismos conflictuales, verbales y no verbales, que se trasmiten de
generación en generación. El objetivo terapéutico es el que hace que, a través de la comprensión de
las reglas y del modo de funcionar del sistema en su totalidad, la familia se convierta en una
experta, capaz de lograr, no sólo restablecer el equilibrio en los momentos de crisis aguda, sino
también en situaciones similares de tensión que eventualmente se puedan repetir con el paso del
tiempo.