http://hdl.handle.net/10401/6251
Avances en Salud Mental Relacional
Advances in Relational Mental Health
ISSN 1579-3516 - Vol. 12 - Núm. 2 - Noviembre 2013
Órgano Oficial de expresión de la Fundación OMIE
Revista Internacional On-Line / An International On-Line Journal
LA SUBJETIVIDAD COMO TERCERA TÓPICA PSICOANALÍTICA.
CONCEPTOS DE SU METAPSICOLOGÍA Y CLÍNICA
SUBJECTIVITY AS THIRD PSYCHOANALYTICAL TOPOLOGY.
CONCEPTS OF ITS METAPSYCHOLOGY AND CLINICAL
TREATMENT
Claudio Maruottolo (Psiquiatra. Doctor en Medicina por la Università degli Studi di Napoli Federico II y
por la Euskal Herriko Unibertsitatea Universidad del País Vasco. Jefe clínico del Hospital de Día Ams.
Miembro titular de la APAG. Profesor del Master Universitario de Salud Mental y Técnicas Psicológicas
de la Universidad de Deusto. Bilbao)
cmaruottolo@avancesmedicos.es
RESUMEN
El artículo que se desarrolla es el resultado de la conferencia que se presentó en el VI Congreso de la
Asociación de Psicoterapia Analítica Grupal, en Bilbao durante Octubre de 2012 y publicada en la revista
Teoría y Práctica grupoanalítica. En 2013 fue propuesto al I Premio Ángel Garma de la sección de
Psicoanálisis de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y publicada en la revista Norte de Salud
Mental.
Bajo la perspectiva del psicoanálisis, propuse establecer un psiquismo que incorpore a la subjetividad
como un tercer lugar o una tercera tópica en el psiquismo humano que se estructura indisolublemente
con las producciones de las otras dos tópicas y el discurso social. Este trabajo, apunta a dar una nueva
propuesta metapsicológica, que por un lado, continuando con los principios fundamentales que
desarrolló Sigmund Freud, sea de utilidad en la clínica psicoanalítica bipersonal y de grupos pequeño,
grande, multifamiliar e institucional y, por otro lado, sea de utilidad para continuar con los múltiples
intereses del psicoanálisis como constructo teórico permitiendo el análisis de los fenómenos complejos
socio-culturales que afectan a los seres humanos en la posmodernidad.
Palabras clave: Subjetividad. Tercera tópica. Grupoanálisis. Discurso. Sujeto. Cultura.
© 2013 CORE Academic, Instituto de Psicoterapia
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La subjetividad como tercera tópica psicoanalítica.
Conceptos de su metapsicología y clínica
SUMMARY
This article was developed as the result of the lecture presented within de IV Congreso de la Asociación
de Psicoterapia Analítica Grupal which took place in Bilbao during October 2012 and the article was
published in an issue of Teoría y Práctica Grupoanalítica. During 2013 the paper was proposed to the I
Premio Ángel Garma of the Psichoanalytical Section of the Asociación Española de Neuropsiquiatría and
was published in an issue of Norte de Salud Mental.
Under a psychoanalytical perspective, I put forward that psychism assimilates subjectivity as a third
place or third topic structured indissolubly with the other two topics´ productions, shaping the human
psychism included into the social speech through culture. As a matter of fact, following the fundamental
principles developed by Sigmund Freud, this paper has the aim of explaining a new metapsychological
proposal that will be helpful for psychoanalytical therapy, which can be applied to practice bipersonal,
small groups, large groups, multifamily groups and institutional groups.
Keywords: Subjetivity. Third topic. Group analysis. Speech. Subjet. Culture.
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1. INTRODUCCIÓN
La noción de subjetividad se desarrolla esencialmente en la filosofía, donde diferentes tendencias y
escuelas la ubican como una estructura psíquica relacionada únicamente con nociones como fenómenos
de conciencia y singularidad del sujeto. También las tradiciones sociológica y antropológica la
conceptualizan de igual manera, ya que se desarrollan encuadradas en sólidas jerarquizaciones ancladas
en el contexto del positivismo, eje semántico en la cultura académica científica de la modernidad.
La modernidad determinó los modos de producción cultural y dentro de ésta la de producción científica.
El Psicoanálisis se origina bajo este paradigma objetivista, por tanto toda su producción originaria se
desarrolló intentando adecuarlo a este modelo hegemónico. Así, siguiendo ese eje semántico Sigmund
Freud decía: "...el interés del psicoanálisis ha hecho de su investigación la psique individual, pero en su
labor no podía escaparle los fundamentos afectivos de la relación del individuo con la sociedad" (Freud,
1913).
El psicoanálisis en estos años del siglo XXI se ha adherido al paradigma de orden epistemológico de que
"el ser humano es un ser social" con una convicción nunca antes vista. Distintas corrientes han
intentado incorporarlo bajo diferentes supuestos teóricos habiendo obtenido resultados parciales y
poco consistentes de cómo queda articulado. Sin embargo, el cambio se ha dado paulatinamente en la
propia forma de llevar la clínica (psicoanálisis relacional, intersubjetivo, grupoanálisis, psicoanálisis de
familia y pareja, psicoanálisis multifamiliar, etc.) por lo que han comenzado a cambiar algunas
concepciones tradicionales (por ejemplo nuevas formas de entender la abstinencia o la neutralidad, la
transferencia, entre otras.) respetando aquello que se consideran principios básicos de la teoría
psicoanalítica.
Por un lado, es necesario repensar la estructura del aparato psíquico incluyendo estos aspectos de giro
paradigmático que sirvan de referencia en la práctica clínica cotidiana en los distintos dispositivos
psicoanalíticos sea bipersonal, grupal en sus diversos tamaños e institucional. Por otro lado, también es
necesario que el psicoanálisis como ciencia que analiza la realidad pueda reposicionarse en forma
heterodoxa y transdiscplinaria en el estudio de fenómenos sociales y su impacto psíquico en el sujeto
social, siendo para esto necesario un modelo dinámico que permita articular los modos en como
circulan los discursos entre el psiquismo de los sujetos en los campos vincular y social en la
posmodernidad.
El artículo que desarrollo es la resultante de la conferencia que presenté en el VI Congreso de la
Asociación de Psicoterapia Analítica Grupali, en Bilbao durante Octubre de 2012. Desde ese espacio de
debate se expuso esta problemática proponiendo a la subjetividad como la única manera de dar
respuesta a este dilema epistemológico del psicoanálisis.
Los antecedentes remotos de esa aproximación están en el propio Freud, con distintas observaciones
mostrando la indisolubilidad entre los órdenes psíquico y socialii . Los postulados de psicoanalistas que
van descentrando al sujeto de análisis paulatinamente hacia el vínculo, el grupo y lo social. Así, W. Bion
o disidentes en la escuela inglesa como D. Winnicot, en el pensamiento de psicoanalistas
norteamericanos como Sullivan, Fromm, Kohut, etciii . O en psicoanalistas sudamericanos como en
Argentina Pichón Rivière y sus discípulos posteriores. En Europa, el psicoanálisis francés lacaniano,
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también se estructura sobre conceptos como subjetividad y lenguaje. Los psicoanalistas marxistas como
Althusser, Wilhelm Reich, Siegfried Bernfeld, Otto Fenichel, Edith Jacobson o Annie Reich intentando
articular lo psíquico con los hechos sociales de sus épocas descentrándolo hacia la sociedad. En
Inglaterra, Foulkes en su descripción de la teoría reticular de la neurosis, deja en evidencia su posición
en cuanto a determinismos psíquicos y sociales. Dentro del grupoanálisis también, Patric de Marè y su
concepción del grupo givrande incorpora lo social como elemento central del quehacer terapéutico.
Entre los antecedentes recientes, el psicoanálisis de la línea francesa de Anzieu o Piera Aulangnier,
retoma la idea de la intersubjetividad resaltando los procesos que el grupo primario desempeña en la
vida anímica de los sujetos del vínculo. Resaltan de este grupo Cornelius Castoriadis y René Kaës, que
además de sus aportes a la constitución dinámica del vínculo, exponen un minucioso análisis social de
fenómenos que afectan a los sujetos en la sociedad. En ese mismo país destaca también el grupo de
psicoanalistas intersubjetivos encabezados por Alberto Eiguer. En América se desarrollan distintas
corrientes como la norteamericana, en donde el psicoanálisis intersubjetivo está representado entre
otros por Atwood, Stolorow y Orange y desde finales de los años 90 por Jessica Benjamin. En
sudamérica distintas corrientes herederas de Pichón Rivière se definían como vinculares, desde el grupo
de discípulos que continuaron desarrollando el psicoanálisis operativo a los de las configuraciones
vinculares de Berenstein-Puget o del psicoanálisis multifamiliar de Jorge García Badaracco. En España, el
modelo analítico vincular de Nicolás Caparros destaca por la impronta pichoniana y su desarrollo
posterior, también en Madrid Alejandro Ávila-Espada y, en Cataluña, Joan Coderch por el psicoanálisis
relacional. En el País Vasco la técnica grupal dinámica intensiva y breve continuadora del grupoanálisis,
del psicoanálisis grupal operativo y del psicoanálisis multifamiliar que venimos desarrollando junto a
José Guimón, Norberto y Andrés Mascaró desde hace ya más de 10 años, son variantes de un
psicoanálisis grupal que toma en cuenta la subjetividad también como elemento de cambio
(Maruottolo, 2012).
Por todo lo antedicho, en ese honorable Congreso y desde el Grupoanálisis propuse establecer un
psiquismo que incorpore a la subjetividad como un tercer lugar o una tercera tópica en el psiquismo
humano que se estructura indisolublemente con las producciones de las otras dos tópicas y el discurso
social.
El grupoanálisis como ninguna otra disciplina psicoanalítica ha desarrollado desde su origen distintos
dispositivos. Esta postura sobre la subjetividad y su lugar en el psiquismo surge de mi experiencia clínica
en la coordinación y observación de esos dispositivos con sus distintas dinámicas puestas en acción
terapéutica. Este trabajo, apunta a dar una nueva propuesta metapsicológica, que por un lado será de
utilidad en la clínica psicoanalítica y grupoanalítica aplicada a los grupos pequeño, grande, multifamiliar
e institucional y por otro lado, será de utilidad para continuar con los múltiples intereses del
psicoanálisis como constructo teórico que permita en el análisis de los fenómenos complejos socioculturales que afectan a los seres humanos en la posmodernidad.
Si se pretende dar a la subjetividad una categoría de tercera tópica se debe adecuar a la teoría
psicoanalítica, esto es demostrar en primer término, en forma dinámica, tópica y económica su
participación en los fenómenos psíquicos y en segundo término, su utilidad en la práctica clínica de
distintos dispositivos psicoanalíticos.
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2. DE LA GENEALOGÍA DE LA SUBJETIVIDAD
La inscripción de la subjetividad como tercera tópica debe ser pensada por el actual giro paradigmático
del psicoanálisis que se viene dando en la pragmática de los discursos sociales en términos de cambios
transicionales entre modernidad y postmodernidad.
Desde esta perspectiva se describe por qué se ha ido cambiando progresivamente la idea de la
modernidad en torno a lo "medible, controlable, neutral y abstinente" de lo objetivo y la revalorización
de lo subjetivo en la postmodernidad, al menos desde algunas corrientes psicológicas en general y
psicoanalíticas en particular. En este sentido, hemos ido observando el giro paradigmático psicoanalítico
de cuestionar la supuesta neutralidad o abstinencia del analista en la práctica clínica, y las consecuentes
lecturas de sentido (salvo posturas ortodoxas dogmáticas) en las distintas corrientes psicoanalíticas de la
actualidad.
Nos situamos y, por consiguiente, también a nuestras prácticas sociales, en una época que
denominamos posmodernidadv. El término es controvertido pero, de alguna manera observo que, desde
distintas corrientes del pensamiento se supera la idea de objetividad, propio del pensamiento de la
modernidad, por el de complejidad determinando cambios en la manera de producción de la
subjetividad y la socialización de los seres humanos en la posmodernidad.
Para algunos pensadores de la realidad social son tan sólo cambios cuantitativos de la modernidad, y
por lo tanto hablan de hipermodernidadvi o sobremodernidadvii. Para otros, entre los que me cuento,
son cambios cualitativos y cuantitativos de un proceso de transición y paulatina consolidación de un
nuevo paradigma socio-cultural. Si bien en principio coincido con las críticas pesimistas que se realizan
sobre las relaciones de producción en la sociedad postmoderna, una característica optimista, a mi modo
de ver, es la preeminencia de lo subjetivo de la postmodernidad sobre el objetivismo de la era moderna,
donde la "objetividad" detentaba el saber y por lo tanto el poder hegemónico en las relaciones socioculturales.
Por lo tanto, el primer escollo es resolver el lugar de la subjetividad en la era posmoderna para luego sí
adecuarla al modelo psicoanalítico.
Lo que en general se conoce como método científico puede asimilarse al conocimiento de la sociedad
moderna expresado desde las aludidas antiguas certidumbres que dieron razón instrumental sobre el
funcionamiento de la sociedad. La Ilustración había establecido una sólida relación entre saber y poder,
dando una consolidación progresiva al discurso hegemónico positivoviii. Todo esto implicaba la
consolidación definitiva del paradigma de la razón metódica, la neutralidad axiológica y la abolición de
todo modelo teórico alternativo. Bajo el posestructuralismo, deconstructivismo y diferentes teorías
relativistas de los comienzos de la posmodernidad, se promovieron no sólo la abolición radical de la
razón como orden instrumental, sino también de la razón crítica de todo posicionamiento subjetivo
emancipador, lo que determinó un discurso social caracterizado por la sobreabundancia de significantes
vacíos (Laclau, 1996),y simultáneamente, por la hegemonía de un discurso único conservador en un
contexto de dilución de pluralidad dialéctica sin fuerza de convicción de posturas contrahegemónicas.
Como observamos de lo antedicho, lo subjetivo a lo largo de la historia de la filosofía y la ciencia
adquiere una cualidad de inferior, de debilidad, de individual frente a la objetividad positiva. En este
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sentido, el psicoanálisis no fue la excepción y las contribuciones de muchos intersubjetivistas actuales se
limitan a esas cualidades discursivas.
Desde finales del siglo pasado la subjetividad ha sido motivo de reformulación en la sociología crítica
tanto desde su versión intersubjetiva, primero de Jürgen Habermas y luego de Axel Honnet, como desde
la llamada subjetividad colectiva de José Maurício Dominguesix (Domingues, 2003). Algunas de estas
teorías han comenzado a ser incorporadas por algunos autores al psicoanálisis.
La propuesta de configuración tomada por mi perspectiva de la subjetividad es un retorno a la dialéctica
hegeliana donde el par afirmación/negación no son opuestos sino complementarios necesarios para la
existencia uno del otro, en una constante retroalimentación de negación/afirmación y viceversa. Hegel
presenta la ley de la negación de la negación, donde el negar no implica la inexistencia sino que lo
negado permanece como sustrato de lo nuevo, de lo afirmado. Desde esta posición se podría enunciar
que la subjetividad está configurada por este par en lo discursivo y representacional. Así, la subjetividad
constituida por el par subjetivo /objetivo representacional y discursivo, no son negaciones una de la otra
sino formas complementarias que se incluyen y se reproducen mutuamente en el saber instrumental de
la propia posición subjetiva en relación con el objeto, estando presentes al mismo tiempo en conflicto.
Esta particular conformación de las representaciones y discursos, al que denominaré "procesos
discursivos de la subjetividad" (PDS) y que continuaré profundizando a lo largo del presente trabajo, son
subjetivadas por las transformaciones que intra, inter y trans subjetivamente vamos produciendo
complejamente con el resto de nuestro psiquismo y en relación dialéctica con la cultura.
Como se observa desde la perspectiva que presento, el psiquismo debe ser pensado en forma compleja
no lineal, ni reduccionista, ni disyuntora de sus dinámicas, relacionando la subjetividad con las fuerzas
externas e internas que determinan al sujeto en situación, por un lado con otras formaciones psíquicas
subyacentes y, por otro, por la cultura de un tiempo y un lugar que configuran el contenido discursivo
que conforman la personalidad.
3. DE LA SUBJETIVIDAD EN LA COMPLEJIDAD DE LA CULTURA
Para Freud, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la cultura es el conjunto de las normas
restrictivas de los impulsos humanos, sexuales o agresivos, exigidas para mantener el orden social.
Aunque en el mundo cultural hay un sinfín de valores, estos provienen de una sublimación, y en general,
de una renuncia a la satisfacción de las pulsiones libidinales que provocan siempre una búsqueda de su
descarga.
Desde la perspectiva que presento, la subjetividad emerge en la intersección de la cultura (conformada
por las estructuras discursivas de la cultural familiar edípica y de la cultural pública) y las motivaciones
inconscientes de los sujetos. Estas dos fuerzas se encuentran en relación dialéctica y de conflicto
permanente. El poder subjetivador de la sociedad es por lo tanto una resultante dada por la
configuración particular y única que en cada subjetividad conforman la estructura discursiva del sujetox.
En los contenidos de la subjetividad encuentro necesario establecer dos componentes de esta tópica
como PDS (lenguaje connotativo), que va en el sentido del habitusxi, y los procesos terciarios (PT) o
creativosxii íntimamente relacionados con el sujeto y su culturaxiii. Este PDS se va reestructurando
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dialécticamente cuando entra en crisis, dando como resultado cambios, a partir de los procesos
terciarios, que producen un nuevo PDS.
Por lo tanto, la subjetividad debe ser asociada a la producción de sentido en la acción sea en forma de
relatos, sea en otras formas de movilización social. Por medio de las instituciones, y fundamentalmente
desde el Estado, es desde donde ideológicamente se determinará el tipo de cultura hegemónica que se
instaurará en la propia sociedad (pública y privada) teniendo la cultura como organizador de la
subjetividad y el Estado. Asimismo, éste último representa la Institución de mediación entre los distintos
relatos que intentan construir sentidos subjetivantes dominantesxiv. Aquí es donde entran en acción las
distintas instituciones y dispositivos de poder para garantizar la producción y la reproducción de los
discursos que configuran la subjetividad. El terreno cultural, como advertía Antonio Gramsci, se
transforma en un campo de conflicto y visiones del mundo del sujeto en situación y que concuerda con
las ideas de Vygotski de que la cultura se va apropiando del sujeto en una relación dialéctica y el sujeto
de la cultura.
La subjetividad es, al mismo tiempo, singular, grupal y colectiva, guardando una relación de productor y
producido con los objetos significativos y a través de ellos dialécticamente con la cultura. La subjetividad
y el conjunto de identificaciones que la sostienen, determinan la identidad del sujeto, en cuanto
semántica de los discursos y representaciones de pertenencia y alteridad (C. Maruottolo, 2008).
En base a esta definición, vemos cómo el sujeto y su núcleo de pertenencia, con su identidad familiar,
posee una estructura discursiva de ese mundo externo pero a su vez privado, con los contenidos de
pensar, sentir y hacer en el mundo que marcan sus cuerpos de determinadas maneras. A su vez, ese
espacio familiar de lo privado se relaciona dialécticamente con el espacio social de lo público con sus
resistencias y cambios en la manera de situarse culturalmente.
4. DE LA SUBJETIVIDAD EN LA COMPLEJIDAD DEL PSIQUISMO
El concepto de las múltiples dimensiones de la mente que desde algunos años desarrollamos permite
acercarnos al devenir del sujeto desde un triple registro psíquico: como individuo biológico y como
sujeto psicológico y socialxv.
La personalidad definida como las formaciones bio-psicológicas integradas, con niveles de organización
(consciente e inconsciente: primera tópica) y jerarquización dinámica que determina la estabilidad,
consistencia, y coherencia en la forma (Ello, Yo, Superyo: segunda tópica) y los contenidos discursivos
(Subjetividad: tercera tópica) que determinan la compleja particularidad proactiva del pensar, percibir,
sentir y comportarse consigo mismo y con los otros a fin de lograr la mayor adaptabilidad al ambiente
cultural a lo largo de la vida. (Maruottolo, 2012)
La subjetividad otorga cierta respuesta fija a las experiencias en la cotidianeidad determinadas por PDS.
En momentos de crisis e incertidumbre el sujeto tiene la posibilidad de incorporar nuevos elementos
discursivos que permitan re-estructurar los PDS a través de los procesos PTxvi por medio de apertura y
creatividad adaptándose frente a la nueva experiencia.
Esta integración de la subjetividad al aparato psíquico configurando tres tópicas interrelacionadas en
forma compleja, es necesaria para comprender cómo queda el sujeto sujetado al mundo
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indisolublemente y siempre inevitablemente en conflicto. Sólo nombraré las dos primeras, la primera
tópica de la existencias de tres sistemas con sus dinámicas consciente, preconsciente e inconsciente y la
segunda tópica determinada también por tres sistemas: el Ello, el Yo y el Superyo. La subjetividad que
presento quedará incluida como tercera tópica con sus tres sistemas: Intrasubjetivo o subjetividad
narcisista, Intersubjetivo o subjetividad vincular y transubjetivo o subjetividad colectiva.
El sistema intrasubjetivo o subjetividad narcisista se caracteriza por su unidireccionalidad, ya que se
irradia predominantemente desde el Yo hacia lo externo. Estaría sostenida, anclada y apuntalada en
formaciones biopsicológicas temperamentales y representaciones de sí mismo, del Yo corporal, de
fantasías originarias e imagos. Todo su erotismo y energía libidinal es auto dirigida, y el mundo exterior
no estaría reconocido. Sus componentes, como la pulsión de autoconservación o la necesidad de
supervivencia dan paso al deseo narcisístico primario, que signa la incapacidad para reconocer al objeto,
es decir, en este sistema es incapaz de reconocer un mundo distinto a sí mismo. Toda la producción
representacional y discursiva intrasubjetiva es parcial, preconflictual y omnipotente adecuada a
intereses propios de apropiación cosificante a sus necesidades. Para el individuo en su subjetividad
narcisista, el otro y el mundo exterior son desconocidos en su alteridad y autonomía, siendo éstos los
resabios o huellas mnémicas de la pulsión de autoconservación. En palabras de Pichón Rivière sería que
la necesidad antecede al deseoxvii. Estas motivaciones inconscientes dan la configuración discursivas a
esta instancia de la subjetividad, que deberá vincularse dialécticamente con las que emerjan de la
cultura familiar edípica y con su resultante: la subjetividad vincular.
El sistema Intersubjetivo o subjetividad vincular se caracteriza por su bidireccionalidad, puesto que el
sentido ya no provendría desde el mundo interno primigenio hacia los otros, sino que devendría de
objetos internalizados y estaría configurado por el grupo interno desde la relación dialéctica con los
otros. Se determinan así dos sistemas en conflicto. Por un lado, el intrasubjetivo del individuo para sí
con el intersubjetivo del sujeto sujetado a los vínculos que necesita y que, por consiguiente, desea ser
reconocido y que en esa escena resuelve su necesidad identitaria al grupo familiar y a otros grupos de
intersubjetividad. Por otro lado, el conflicto con el registro transubjetivo del espacio público que
determina su identidad colectiva y que intenta colonizar dialécticamente el espacio intersubjetivo.
Lo intersubjetivo se apoya, apuntala y queda anclado a estructuras subyacentes que conforman el
vínculo, primero mediante el holding materno, primera investidura del sujeto a un otro y, luego, en la
trama triangular familiar-edípica. El ingreso a lo social se produce en el momento en que el infante
vincula la pulsión de autoconservación a la obtención de placer con su madre, la cual representa toda la
tradición cultural de una determinada sociedad en la que aquel se inscribexviii.
En ese contexto intersubjetivo, la interfantasmatización en el vínculo vehiculiza la inscripción de pactos
y acuerdos inconscientes prexistentes en el grupo familiar, incluso antes del nacimiento, sustentados
por las tramas de necesidad, deseos, amor y poderxix. Los mitos e ideologías familiares y sociales
(trasladados por la familia en forma de creencias compartidas) actúan para organizar esta estructura
intersubjetiva desde los órdenes consciente e inconsciente y ejercen ese objetivo instrumental. Por lo
tanto, la representación inconsciente del vínculo es el campo de los otros dentro del psiquismo, surgida
de las identificaciones primarias y secundarias del vínculo. Se configura así el pasaje conceptual del
grupo interno a los otros del vínculo y viceversa. La necesidad hace que el Yo se adapte sujetándose a
objetos que serán significativos, primero para la supervivencia y, luego, para la obtención del placer.
Diría Freud: (...) "donde hay un ello debe advenir el yo". Frente a esto pienso que "donde hay un
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individuo debe advenir un sujeto". Este es el paso paulatino del proceso inevitable que transforma al
individuo en sujeto.
El sistema intersubjetivo se configura en la emergencia de la trama dialéctica de discursos y
representaciones de sí mismo y de su grupo cultural familiar, que son posibilidades parciales de
representar la realidad. Esas primeras ideas serán el retoño de la transubjetividad que se determinará
en un periodo posterior. El contenido de los discursos se adquiere en este espacio altamente
determinante de la subjetividad por las condiciones de existencia y medios de producción atados a los
deseos de los otros del grupo primarioxx.
Para Pichón Rivière, el aparato psíquico está "implicado" en el vínculo, haciendo referencia a la segunda
tópica freudiana: el Yo, el Ello y el Superyó. Con cada una de estas instancias psíquicas el sujeto
establece una relación de objeto, de tal manera que el vínculo del sujeto con el Yo es más operacional o
tiene más sentido del manejo adaptativo de la realidad vincular. De aquí enuncio que, cuando se dice
que la intersubjetividad está implicada en el vínculo, debe referirse a una parte del vínculo, constituida
por los contenidos investidos de discursos y de representaciones que configuran cada uno de esos tres
sistemas y que conforman la subjetividad, posicionando discursivamente al sujeto en situación. Por lo
tanto, la subjetividad se manifiesta a raíz de metas pulsionales, constituidas por discursos y
representaciones que se van a investir (PDS), convirtiéndose en objetos libidinalmente cargados. El
proceso de cambiar las metas pulsionales sobre otros discursos cargándolos libidinalmente (PDS) lo
denomino procesos terciarios o creativos.
El sistema transubjetivo, o subjetividad colectiva, concibe un registro psíquico que con su prefijo trans
nos ubica "al otro lado" de la relación intersubjetiva que representa el mundo externo de lo público y
del campo cultural-social. La defino como el conjunto de contenidos representacionales y discursivos
donde el sujeto queda posicionado en la cultura de lo público. Se apuntala, por un lado, en las
representaciones y discursos del vínculo intersubjetivo primario, inicialmente indiferenciado, signadas
en la trama familiar-edípica, representante de la cultura privadaxxi , y constituyendo las primeras etapas
del desarrollo de la subjetividad.
Por otro lado, el Yo, el Superyó y el Ello junto al grupo interno con sus producciones fantasmáticas, son
sustrato del espacio cultural-socialxxii que organiza la subjetividad colectiva, al ingresar el sujeto
paulatinamente en el espacio público de la organización institucionalxxiii. Se configuran así los contenidos
discursivos y de representaciones donde la subjetividad colectiva determina dialécticamente las
condiciones del sentimiento de pertenencia al ámbito público, influyendo en las creencias de lo
diferente, el intercambio económico, la expresión artística, los medios de producción y la dinámica de
gestión científica y tecnológica que colonizan el mundo de la vida de los sujetos en la sociedad.
En base a esta estructuración de la subjetividad, vemos cómo el sujeto produce PDS desde su lugar de
pertenencia y en base a su condición de existencia, con su identidad familiar que no se agota en el
vínculo intersubjetivo sino que se estructura dialécticamente en lo transubjetivo cultural del espacio
público. Así mismo, el sujeto tiene la capacidad potencial de crear nuevos marcos referenciales
subjetivos por medio de los procesos terciarios que determinarán cambios en estructuras subyacentes a
la subjetividad y en el medio culturalxxiv.
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Esta mente ampliada y abierta a la cultura queda configurada indisolublemente por la subjetividad,
incluida a la estructura de las otras dos tópicas, que a través de la complejidad de su emergencia, otorga
al individuo su transformación en sujeto social recategorizándolo como sujeto en el Mundo.
5. LA UTILIDAD CLÍNICA DE RECONCEPTUALIZAR LA SUBJETIVIDAD COMO TERCERA TÓPICA
Como se observa de todo lo antedicho, la reconceptualización e incorporación de la subjetividad como
tercera tópica permite que se continúen abordando los múltiples intereses del psicoanálisis
transdisciplinariamente y en forma heterodoxa analizando las dinámicas sociales (arte, conflictos
sociales, conflictos de género, entre otros) y sus efectos sobre la psiquis de los sujetos emergentes de la
cultura bajo los principios del psicoanálisis.
En este apartado señalaré únicamente su utilidad en la clínica psicodinámica en los distintos dispositivos
terapéuticos. En este punto conviene contrastar los rasgos específicos de los distintos dispositivos
psicoanalíticos sean bipersonal, del grupo pequeño, el grupo grande o el grupo multifamiliar.
El psicoanálisis bipersonal está centrado en el sujeto en relación con el analista que, en primera
instancia, se focaliza en las dinámicas intrapsíquicas inconsciente del paciente y en el holding que se va
estructurando con el terapeuta. El contexto socio cultural ocupa un lugar relevante, pero está centrado
entre otros en el complejo de Edipo, esclarecer los conflictos inconscientes reprimidos (o escindidos
según el tipo de paciente) y cómo se estructuran el Yo, el Superyó y el Ello, proporcionando los recursos
para permitir el proceso de redesarrollo de la personalidad. El análisis de la transferencia, de los
mecanismos de defensa y de las resistencias, es el medio para el cambio bajo las reglas del encuadre.
Las intervenciones técnicas del terapeuta se basan en distintos abordajes, siendo la interpretación el
elemento que moviliza y hace consciente los conflictos inconscientes, y evita la tendencia a la
repetición. El paciente trae un material de la realidad social y el terapeuta lo analiza en función de la
estructura de personalidad subyacente a la subjetividad y en cómo actúan esos discursos sociales, sin
trabajar directamente sobre ellos. Los cambios que ocurran durante el proceso terapéutico, permitirán
no sólo redesarrollar la forma de pensar, sentir, percibir y conducirse (segunda tópica) sino también
sentar las bases para una reflexión subjetiva (tercera tópica) de los contenidos representacionales y
discursivos preexistentes.
El grupo pequeño es el representante simbólico del grupo familiar, todas las interpretaciones están
dirigidas a él o hacia alguno de los sujetos del mismo. En este caso, el grupo presenta una matriz con la
posibilidad de trabajar sobre las transferencias múltiples y la disposición en que quedó fijado el sujeto
en la relación edípica. El material traído por el paciente de contextos sociales es también interpretado
desde la estructura del vínculo primario del que el paciente procede y de la configuración que va
tomando en el propio grupo. Se actúa analíticamente, por tanto, sobre dinámicas intrapsíquicas y
vinculares intragrupo o intergrupales. Como vemos, también aquí se trabaja terapéuticamente sobre la
primera y segunda tópica, sabiendo que los logros de redesarrollo en estos lugares del psiquismo
repercutirán en cambios en los contenidos discursivos y representacionales de la subjetividad. Al igual
que en la psicoterapia bipersonal, en el grupo pequeño las técnica empleada serán las tributarias de la
interpretación a fin de hacer consciente el material inconsciente.
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La subjetividad como tercera tópica psicoanalítica.
Conceptos de su metapsicología y clínica
En el grupo grande grupoanalítico salimos de lo personal y lo familiar y encontramos al sujeto en el
ámbito de lo sociocultural, en donde podemos analizar cómo "Una persona puede ser tan inconsciente
de sus supuestos culturales como de su inconsciente"(...)"El grupo grande nos permite observar mejor
que otros dispositivos nuestras subculturas y nuestros supuestos macroculturales" (de Maré, 1983). La
organización subjetiva entrará en conflicto con la estructura social, pudiendo así mostrarse las
ramificaciones que pueda tener con lo cultural. Es fundamental tratar como cruciales los supuestos
culturales encubridores que determinan nuestras representaciones y discursos sociales, que
particularmente suelen manifestarse como una conspiración del silencio como señaló Paulo Freire. Por
lo tanto, el grupo grande es un dispositivo donde los discursos y representaciones sociales se despliegan
en actos de habla entre subjetividades colectivas contrapuestas, conformando subculturas grupales que
se posicionan dialécticamente a fin de desmitificar esos implícitos sociales. El trabajo terapéutico sobre
las dinámicas subjetivas que se producen en este setting modifica indirectamente las estructuras
subyacentes, habida cuenta de que los ideales culturales aportados por el sistema Superyoico movilizan
a través del Yo contenidos que inciden en los contenidos discursivos de la subjetividad. El convocador es
el responsable de permitir el marco de diálogo plural agonal entre las partes a fin de posibilitar el
reconocimiento mutuo en la ética del diálogo para así redescubrir los fenómenos alienantes de la
cultura y alcanzar, de este modo, las máximas potencialidades de libertad de las acciones de habla del
grupo y de los sujetos para su redesarrollo en el marco social. Es por tanto la matriz de una
microsociedad que rehabilita al sujeto alienado por esa misma sociedad. Por lo tanto, es a la vez un
medio para Humanizar la sociedad y Socializar al sujeto del grupo.
El grupo multifamiliar psicoanalítico es también un grupo grande, representando simbólicamente
también una microsociedad, pero en este caso, las subunidades sobre las que fundamentalmente se
interviene son las dinámicas vinculares y cómo la sociedad las condiciona. En él concurren las familias
junto con los pacientes, pero también acuden parejas o sujetos solos. En mi experiencia, las personas
que asisten concurren con su campo psicológico vincular presente y todos los abordajes irán dirigidos a
los supuestos culturales que lo determinan. Las representaciones y discursos sociales son cuestionados y
reinterpretados en un marco de creatividad y libertad que permite a los grupos familiares
reposicionarse intersubjetivamente frente a los mitos, ideologías y otros determinantes sociales que
alienan a las familias. Aquí también se observa que en la medida en que los ideales culturales aportan el
Super-Yo contenidos que inciden en la dinámica psíquica de los individuos, estos lo vierten al vínculo de
la propia familia presente. Así, la posibilidad de una reflexión intersubjetiva de esos contenidos
transubjetivos permite también, indirectamente, modificar las estructuras subyacentes. En palabras de
García Badaracco "Es lo que se parece más a la vida cotidiana de los individuos en la familia y a las
familias en el contexto social" (J. García Badaracco, 2000). Es en este dispositivo terapéutico
hipercomplejo donde las experiencias enriquecedoras serán necesarias para redesarrollar procesos de
subjetivación / socialización en los participantes a través del vínculo (Maruottolo, 2009).
6. CONCLUSIONES
Al incorporar la subjetividad como una tercera tópica, se reconceptualiza todo el aparato psíquico. En
primer término, coincido con Janine Puget (Puget, 2007) y René Kaës (Kaës, 1996) en la existencia de
tres registros. Sin embargo, creo necesario reubicar los lugares en que residen los contenidos mentales y
cómo operan desde las múltiples dimensiones de la mente, dado que si mejoramos la conceptualización
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de cada uno de estos sistemas, podremos actuar mejor sobre ellos tanto en el estudio de su complejidad
como en la clínica. En segundo término, la categorización de tercera tópica de otros autores merece
una mención especial en este apartado. Dentro de ellas, la más difundida es la de Ruben ZuKefeld
(Zukerfeld, 1992), que incorpora el mecanismo de escisión y lo declara como universal y estructurante
del psiquismo. Sin embargo, si bien el hallazgo es significativo, está incluido dentro de la segunda tópica
y por lo tanto de una tópica ya existente. La otra propuesta que se puede citar es la de César Merea
(Merea, 2003), quien determina como tercera tópica la intersubjetividad. En este caso, la idea de
tercera tópica converge en un planteo que va en el sentido de este artículo, pero encuentro que queda
limitado a un solo espacio y no discrimina entre intersubjetividad y el resto de la constitución del
vínculo.
La subjetividad desde la perspectiva que presento, es el sitio que recibe las tensiones internas y las
externas. De las internas, las provenientes del Yo directamente y las que también provienen
directamente del Ello superando las contracatexias del Yo y del Superyo en forma de lapsus, sueños,
realización de deseos o las propias fantasías del Yo. De las tensiones externas, provenientes de la cultura
que no solo sostiene, sino que también configura, organizando la subjetividad desde la dialéctica de la
cultura familiar edípica, de lo privado y de la cultura pública, de lo social en su idea más amplia y global.
La subjetividad es la resultante dialéctica de las demandas pulsionales y las demandas de la sociedad. La
subjetividad se estructura por los paradigmas discursivos subjetivos, permitiendo dar continuidad y
cotidianeidad a las experiencias humanas. Las crisis dan paso a los procesos terciarios o creativos,
siendo momentos de discontinuidad necesaria para la apertura y el cambio de los discursos del sujeto
posicionado.
En base a todo lo expuesto, se concluye: que nadie puede no hablar desde algún lugar. Cuando
encarnamos un discurso lo hacemos desde nuestra subjetividad que siempre está posicionada y que se
manifiesta a raíz de una meta pulsional, constituidos por discursos y representaciones investidos (PDS),
convirtiéndose en objetos libidinalmente cargados.
La posibilidad de trabajar cotidianamente en el psicoanálisis en sus diversas formas, sea bipersonal, de
grupo pequeño grupoanalítico, del grupo grupoanalítico grande y el grupo de psicoanálisis multifamiliar,
inmerso alguno de ellos en una Comunidad Terapéutica de orientación grupoanalítica que dirijo junto a
importantes psicoanalistas con los que hemos venido realizando diferentes investigaciones y
publicaciones (Guimón, Maruottolo, Mascaró, 2012), me permite inferir que a medida que el setting se
complejiza, cambia el lugar de acción del abordaje terapéutico, y si bien los efectos se verán en todas las
estructuras que conforman el aparato psíquico, se trabajará más sobre unas que sobre otras. Así, en el
análisis bipersonal y en el análisis en el pequeño grupo (se incluye en este la psicoterapia del grupo
familiar) se trabaja más sobre las dinámicas intrapsíquicas, como la primera y segunda tópica, e
implicancias del vínculo. La técnica corresponderá a las tributarias de la interpretación. En el grupo
grupoanalítico grande, en el psicoanálisis multifamiliar y en el tratamiento institucional de orientación
psicoanalítica se trabajará terapéuticamente más sobre la tercera tópica o subjetividad, dado el carácter
eminentemente social de su configuración, y la técnica será la conversación, el aprendizaje desde la
experiencia sociodinámica que tendrá como centro el sujeto o el vínculo, según se trate.
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7. BIBLIOGRAFIA
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1997.
Maruottolo, C. (2012). Comunidad terapéutica de orientación grupoanalítica. Experiencia en la técnica
grupal dinámica intensiva y breve. Teoría y Práctica Grupoanalítica. Vol 2, Nº 2.
Domingues J. M. (2003). Collective subjectivity and colletivity causality. Philosophica 71 (23) PP 29-38.
Laclau, E. (1996) "¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?". Emancipación y
diferencia, Buenos Aires: Ed. Ariel.
Maruottolo, C. (2008). Crisis e identidad. Aportes psicodinámicos para su intervención analítica grupal.
Avances en Salud mental relacional. Vol 7, Nº 8.
Bourdieu, P. (1993) Estructuras, habitus, prácticas. El sentido práctico. Madrid: Ed. Taurus.
Fiorini, H. (2006).Los procesos terciarios: arquitectura del Movimiento. Teoría y clínica de procesos
terciarios. Buenos Aires. Nueva Visión.
Freud, S. (1940). Esquema del psicoanálisis y otros escritos de doctrina psicoanalítica. Madrid: Alianza
Editorial. 1991.
De Meré. P. (1983). La historia del grupo grande y sus fenómenos en relación a la psicoterapia grupo
analítica. Textos escogidos. Campos, J., Mir, P.; Martínez, O. Barcelona: Cegaop. 2010
García Badaracco, J. (2000). Consideraciones generales sobre el contexto multifamiliar. Psicoanálisis
Multifamiliar. Buenos Aires: Paidós.
Maruottolo, C. (2009). El psicoanálisis multifamiliar como dispositivo terapéutico hipercomplejo.
Avances en Salud Mental Relacional. Vol. 8, N. 2.
Berenstein, I y Puget, J. (2007). En busca de nuevas hipótesis psicoanalíticas. Lo vincular. Clínica y técnica
psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós.
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Merea, C. E. (2003). El psiquismo extenso. Parejas y familias. Psiquismo extenso y psicoanálisis
intersubjetivo. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Guimón, J.; Maruottolo, C. Mascaró, N. (2012). La psicoterapia grupal dinámica intensiva y breve.
Psicoterapias Dinámicas en los Trastornos Límites de la Personalidad. Madrid: Ed. Eneida. 2012.
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8. NOTAS
i
Congreso que se realizó bajo la consigna "Impacto Social, Crisis y Transformación. Claves para
(Re)pensar lo Identitario y Relacional desde el Conocimiento Grupal".
ii
Los textos más representativos sobre el tema serían "Psicología de las masas y análisis del Yo" y "El
Malestar en la Cultura". En el primero señala que "En la vida anímica individual, aparece integrado
siempre, efectivamente, el otro, como modelo, objeto, auxiliar o adversario", y de este modo, la
psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio,
pero plenamente justificado. Entre otros aportes del mismo Freud útiles para pensar sobre el
determinismo de lo social en la configuración de la mente son libros como "Tótem y tabú",
"Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte" o "El porvenir de una ilusión".
iii
Karen Horney, entre otros psicoanalistas partiendo de estudios de antropología cultural, sociología,
psicología social, crean lo que se ha dado en llamar escuelas culturales del psicoanálisis. Destacan el
papel de lo sociocultural en el origen y las manifestaciones de las enfermedades mentales y en los
criterios, actitudes y prácticas al respecto en culturas o grupos sociales determinados.
iv
v
Se toma el concepto como proceso cultural observado en la condición humana existencial
determinada, según Lyotard desde finales del siglo XX e inicios del siglo XXI.
vi
El sociólogo de la Universidad de Grenoble Gilles Lipovetsky representa con este término al conjunto
de fenómenos sociales que caracterizan la postmodernidad.
vii
Bajo esta expresión Marc Auge de L´Ecole des Hautes en Science Sociales de París conceptualiza una
antropología de la posmodernidad.
viii
Ejes de los estudios de la primera generación de la Escuela de Frankfurt, encabezados por
Horkheimer, Adorno, Marcuse, entre otros.
ix
Doctor en Sociología por la London School of Economics and Political Science, Universidad de Londres.
Profesor adjunto e investigador del Instituto Universitário de Pesquisa do Río de Janeiro. Quien
desarrolla el concepto de subjetividad colectiva.
x
En este punto la postura althusseriana del Estado como controlador de las instituciones es
reinterpretada por la de mediador de las dinámicas sociales que determinarán el modo de producción
cultural. Es el mediador político en las tensiones y disputas del poder subjetivador de distintos subconjuntos o grupos sociales con sus cosmovisiones. La trama que emerge de este hecho social en lo
cultural no sólo sostiene, sino que configura y coloniza, determinando las condiciones de existencia de
los sujetos en la sociedad.
xi
"los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia que producen
habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras predispuestas para funcionar
como estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y
representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda
consciente de fines" (Bordeau, 1993)
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Termino desarrollado por Hector Fiorini, y reubicado desde la perspectiva que presento en la
subjetividad. Así mismo, encuentro diferencias en cuanto a la relevancia no solo del resto dela
personalidad del sujeto (primera y segunda tópica), sino a la superlativa determinación en la relación
dialéctica que se establece con la cultura en los procesos terciarios.
xiii
Existe en esta propuesta un tercer contenido representado por los procesos cognitivos (lenguaje
denotativo) que no será objeto de análisis en esta presentación.
xiv
Generándose un círculo de regulación del sujeto en situación social: Cultura-Subjetividad-Estado de
fuerzas instituyentes.
xv
Mascaró Masri, N.; Maruottolo Sardella, C. "El grupo multifamiliar: abordaje simultáneo de la
dimensión individual, familiar, y social de la mente". Seminario realizado en la Escuela Vasco- Navarra
de Terapia Familiar, 2007. Bilbao.
xvi
"...como capacidad de crear en diferentes ámbitos de la cultura, el trabajo, los vínculos, la vida
cotidiana".(H. Fiorini, 2006)
xvii
El vínculo que Pichón Rivière conceptualiza como ningún otro hasta ese momento lo articula con la
necesidad material dialéctica.
xviii
Dice Freud: "Naturalmente, en el influjo de los progenitores no sólo es eficiente la índole personal de
estos, sino también el influjo, por ellos propagado, de la tradición de la familia, la raza y el pueblo, así
como los requerimientos del medio social respectivo, que ellos subrogan. De igual modo, en el curso del
desarrollo individual el superyó recoge aportes de posteriores continuadores y personas sustitutivas de
los progenitores, como pedagogos, arquetipos públicos, ideales venerados en la sociedad. Se ve que ello
y superyó, a pesar de su diversidad fundamental, muestran una coincidencia en cuanto representan los
influjos del pasado: el ello, los del pasado heredado; el superyó, en lo esencial, los del pasado asumido
por otros. En tanto, el yo está comandado principalmente por lo que uno mismo ha vivenciado, vale
decir, lo accidental y actual". ( Freud, 1940)
xix
De la satisfacción de las necesidades para la reproducción de la vida aparecen otras más complejas,
del orden simbólico que se configura dialécticamente en el vínculo. Junto al lenguaje y la complejización
del vínculo se van configurando los contenidos discursivos, descriptos por Piera Aulagnier y su pacto
narcisista o el denegativo de René Kaës. Es importante observar, a mi modo de ver, cómo estas
cualidades se configuran según los procesos discursivos de cada época de la producción cultural en la
historia de la humanidad.
xx
Describir lo intersubjetivo no puede ser aislándolo del concepto de vínculo que Pichón Rivière instaura
como ninguno hasta ese momento articulándolo al psicoanálisis y al concepto de necesidad material.
xxi
Por eso ese polo indiferenciado solo permite incorporar a ese registro una parcialidad del mundo que
es punto de partida de la cultura particular del grupo familiar.
xxii
Determinando su poder de subjetivación.
xxiii
En la estructura social de la Comunidad Terapéutica (Maruottolo, 2012), en Teoría y práctica
grupoanalítica, 2(2): 282.
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No es el caso de las interdependencias patológicas, que van a ofrecer resistencias ante lo novedoso,
ante los conflictos, ante las experiencias críticas que tiendan a desestructurarlas, en las que se observa
la tendencia a la repetición (Maruottolo, 2008).
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