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Avances en Salud Mental Relacional
Advances in Relational Mental Health
ISSN 1579-3516 - Vol. 12 - Núm. 3 Diciembre 2013
Órgano Oficial de expresión de la Fundación OMIE
Revista Internacional On-Line / An International On-Line Journal
LOS PROCESOS CREATIVOS Y LA SUBJETIVIDAD. UNA
PERSPECTIVA DESDE EL PSICOANÁLISIS
CREATIVE PROCESSES AND SUBJECTIVITY. A
PSYCHOANALYTICAL PERSPECTIVE
Claudio Maruottolo (Médico Psiquiatra por la Universidad de Buenos Aires, Doctor en Medicina por la
Università degli Studi di Napoli Federico II (1994) y Doctor en Medicina por la Universidad del País Vasco
(2011). Jefe Clínico del Hospital de Día de Avances Médicos (AMSA) en Bilbao. Miembro titular de la
Asociación de Psicoterapia Analítica Grupal. Profesor del Máster Universitario de Salud Mental y
Técnicas Psicológicas, en la Universidad de Deusto, Bilbao).
cmaruottolo@avancesmedicos.es
RESUMEN
La expresión (del latín: expresso), etimológicamente, se refiere a un movimiento del interior hacia el
exterior, es decir, una presión hacia afuera. En base a esta definición etimológica, propongo que la
expresión es la resultante de un proceso complejo de transformación de lo psicodinámico y lo
sociodinámico que se materializa en la tercera tópica o subjetividad configurándose el discurso del
sujeto como lenguaje en acción en las prácticas sociales. Por lo tanto toda expresión, en cualquiera de
sus formas, es discurso y todo discurso se expresa según determinación de las múltiples dimensiones de
la mente (individual, vincular y colectiva) integrados en forma compleja y en su condición de existencia
histórica y cultural.
La creatividad implica en sí mismo un cambio psíquico de la expresión que compromete a un trabajo
psíquico de transformación de todo ese material psíquico para lograr su materialización. Ese trabajo
psíquico, re-desarrolla estructuras subyacentes a la subjetividad creando nuevos recursos yoicos más
adaptativos.
En la práctica de la Terapia, Grupal, Dinámica, Intensiva y Breve (TGDIB) que desarrollamos en un
dispositivo de comunidad terapéutica se emplea la creatividad como principio del abordaje. El proceso
terapéutico de la TGDIB se desarrolla sobre constantes transferenciales de problemas-conflictos que se
resuelven en base al desarrollo de la creatividad en lo singular, grupal y colectivo en las prácticas
comunitarias. El desarrollo de la creatividad en los participantes, re-desarrollará la estructuras del
aparato psíquico bajo la concepción múltiples dimensiones de la mente. Así propongo en forma
© 2014 CORE Academic, Instituto de Psicoterapia
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Los procesos creativos y la subjetividad.
Una perspectiva desde el psicoanálisis
didáctica el triángulo de la creatividad: ProblemaConflicto-Transferencia, trabajando sobre él desde el
foco a la periferia y desde la superficie a la profundidad. La aplicación de este instrumento es el
fundamento en el análisis de los procesos terapéuticos (en los grupos dinámicos y expresivos: arte, ocio,
trabajo comunitario) en este tipo de dispositivo asistencial breve.
En este trabajo desarrollaré en primer lugar las propuestas de Freud, Winnicott y Pichón Rivière sobre la
creatividad y sus procesos. En segundo lugar, presentaré el origen de la subjetividad, mostrando cómo
hay una relación entre el origen de la creatividad y la subjetividad. En tercer lugar, describiré los
contenidos y procesos que se producen en la subjetividad o tercera tópica, para posteriormente
proponer cómo desde este modelo se desarrollan la expresión y los procesos creativos. Por último,
relacionaré estos hallazgos con su utilidad clínica.
Palabras clave: Subjetividad. Tercera tópica. Creatividad. Expresión. Psicodinámico. Sociodinámico.
ABSTRACT
Etymologically, expression (from latin: expresso) means internal to external movement, that is, a
pressure towards the outside part of something. Based on this, I suggest that the expression is a
complex process of psychodynamic and socio-dynamic transformation that founds its materialization in
the third topic or subjectivity, configuring the subject discourse as language within social practices. Thus,
every expression, in every form, is discourse and every discourse expresses multiple mind dimensions
(individual, relationship and collective dimensions) integrated in a complex way and herein its historical
and cultural existence.
Creativity implies in itself a psychological change of the expression that comprises a psychic work of
transformation of the whole psychological material with the aim of materializing it. This psychological
work re-develops underlying subjectivity structures, creating new Ego resources that get the patient
closer to an adaptive behavior.
In the Intensive Dynamic Brief Group Therapy (IDBGT) that we develop in a Therapeutic Community we
use creativity as the main approach. The IDBGT therapeutic process grows from transference constants
of issues-conflicts that are settled by the development of individual, group and collective creativity
within social practices. The participants' development of creativity re-develops the psychic apparatus
structure in the psyche multiple dimensions. I propose a didactic model: a triangle of creativity, IssueConflict-Transference, working from the focus to the periphery and from the surface to the depth. The
application of this instrument is the basis of the therapeutic processes analysis (in dynamic and
expressive groups: art, free time, community work) in this outpatient clinical device.
First of all, in this issue I present the proposals of Freud, Winnicott and Pichón Rivière related to
creativity and its processes. Afterwards, I propose the origin of subjectivity, demonstrating the
relationship between that and creativity. In third place, I describe the contents and processes in which
subjectivity or third topic happens. Finally, I relate these findings with their clinical application.
Keywords: Subjectivity. Third topic. Expression. Creativity. Psychodynamic. Socio-dynamic.
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Los procesos creativos y la subjetividad.
Una perspectiva desde el psicoanálisis
I. INTRODUCCIÓN
Desde la perspectiva psicoanalítica se puede precisar que no ha existido una postura unívoca sobre el
concepto de creatividad. Sin embargo, los teóricos del psicoanálisis desde su origen hasta nuestros días,
coinciden en continuar investigando en la creatividad y los procesos creativos, ya que están ligados, por
un lado, al conocimiento de las dinámicas del aparato psíquico y por otro lado, a la explicación clínica de
como contribuyen al cambio psíquico que acerca al paciente a su cura.
Los avances de las neurociencias, las ciencias cognitivas, las ciencias sociales y del propio psicoanálisis
nos permiten comprobar que los procesos creativos involucran operaciones complejas que actúan en
múltiples dimensiones de la mente integrando todos los niveles de la personalidad. La inclusión de la
subjetividad como tercera tópica al resto de la personalidad (bajo el modelo dinámico, económico y
tópico) me permite representar desde el psicoanálisis el lugar mental de encuentro entre individuo y
sociedad, cuyo producto es el sujeto situado en su existencia histórica-cultural.
Como veremos más detalladamente, la subjetividad se encuentra configurada simultáneamente por
procesos psicodinámicos y sociodinámicos. Las representaciones cargadas libidinalmente acceden a la
tercera tópica como procesos psicodinámicos, ensamblándose en el lenguaje, que accede como
procesos sociodinámicos. Los procesos creativos son los responsables del ensamblaje de ambos
procesos, en la tercera tópica, creando ese discurso que expresará afectiva y representacionalmente un
lenguaje en acción. Todo discurso es lenguaje en acción porque tiende a su materialización dentro de las
prácticas sociales.
Podríamos decir que nadie crea fuera de su espacio y su tiempo cultural. Por lo que, al ser explicado el
proceso creativo desde el psicoanálisis debe ser estudiado además por el pensamiento complejo y por
los aportes socio-constructivistas que acompañan esta teoría.
A modo de acercamiento a la perspectiva que presento, me sustentaré en tres posturas teóricas: la de
Sigmund Freud, la de Donald Winnicott y la de Enrique Pichón Rivière. Veremos cómo en estas
propuestas hay un descentramiento del aparato psíquico desde lo individual a lo grupal y colectivo y a
una propuesta similar respecto al surgimiento de la creatividad que siguen estos autores. Así en Freud
depende del individuo, en Winnicott se suma el vínculo y en Pichón Rivière se suma a lo individual y lo
vincular: lo colectivo.
En este trabajo desarrollaré en primer lugar las propuestas de estos psicoanalistas que trabajaron sobre
la creatividad y sus procesos que van en la línea de mis teorizaciones. En segundo lugar, presentaré el
origen de la subjetividad, mostrando cómo hay una relación entre el origen de la creatividad y la
subjetividad. En tercer lugar, describiré los contenidos y procesos que se producen en la subjetividad o
tercera tópica, para posteriormente proponer cómo desde este modelo se desarrollan la expresión y los
procesos creativos. Por último, relacionaré estos hallazgos con su utilidad clínica.
En mi interés sobre la creatividad convergen distintas experiencias, destacando el estímulo de maestros
excepcionales: con Roberto Páez, con quien compartí espacios de trabajo en arte, y con José Guimón en
el acercamiento al estudio desde la perspectiva psicoanalítica de la creatividad en las artes. El placer de
conectar con la libertad de la creatividad artística y científica son parte de esas relaciones con estos dos
extraordinarios maestros. También la observación de los desarrollos de talleres de arte en el Hospital de
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Los procesos creativos y la subjetividad.
Una perspectiva desde el psicoanálisis
Día de orientación dinámica de AMSA en Bilbao, en donde distintos trastornos de la personalidad
utilizan el trabajo artístico como instrumento fundamental del proceso terapéutico, y el preguntarme en
qué medida ese trabajo artístico beneficia a nuestros pacientes y los acercan a la cura. Por último, el
espacio compartido con psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, artistas, en el curso de post grado de
"Terapias Corporales y Artísticas" que venimos realizando desde la Universidad del País Vasco (UPVEHU). La creación de este espacio de enriquecimiento de diálogo transdisciplinario, con intercambios de
ideas y experiencias, nos permitió la reflexión sobre los procesos creativos, la cultura y la subjetividad
desde una perspectiva psicoanalítica y cómo el trabajo creativo puede ser sustrato para continuar
investigando la relación de la creatividad con su utilidad clínica.
II. TRES PERSPECTIVAS PSICOANALÍTICAS SOBRE LOS PROCESOS CREATIVOS
En Freud, la teoría sobre el proceso creativo no fue expuesta de modo sistemático, sino que se
encuentra dispersa en varios de sus trabajos.
Para él, el material fundamental de la creatividad se encuentra, y está dado, por deseos inconscientes
que son concebidos como prohibidos. Ese material primario se mantiene reprimido, no encontrando
salida por los fuertes mecanismos de defensa y solo pudiendo hacerlo trasladando la meta pulsional a
otros fines por medio de un proceso psíquico complejo dependiente de la sublimación, por medio de la
cual el objeto original del impulso se sustituye por otro culturalmente más aceptable.
Por tanto, la energía necesaria para la creación es de naturaleza sexual. La pulsión es derivada hacia un
nuevo fin no sexual, con la obtención de un placer sustitutivo consciente del deseo original inconsciente
pero moralmente aceptada por la cultura en la sociedad. Las principales actividades sublimadas que
Freud describió son la artística, y la investigación intelectual1.
Siguiendo aún a Freud, la pulsión de vida conduce al sujeto hacia el objeto y suministra la materia prima
psíquica para la creatividad. El aparato psíquico reduce la tensión en forma de descarga de energía
libidinal por medio del principio del placer. Mientras se ejerce la represión de los instintos sexuales, se
genera acúmulo de energía y aumento de la tensión. Es por ello que mediante el mecanismo de
sublimación se permite el paso a la consciencia de esa representación sustitutiva adherida a una
cantidad de energía que buscará su descarga en un objeto investido diferente de su deseo originario.
La creatividad y los procesos que se ponen en marcha logran por un camino complejo la reconciliación
entre el principio del placer y el principio de la realidad permitiendo que el sujeto del deseo, más allá de
los condicionamientos inconscientes y conscientes pueda dar paso al proceso creativo haciendo lugar a
otro placer. Este otro placer hace posible aceptar la realidad, sustituyendo la resignación pasiva como
sucede en las disposiciones psicopatológicas.
1
Afirma Freud que la pulsión lleva a volcar gran cantidad de energía al trabajo cultural. A la capacidad de intercambiar la finalidad sexual por
otra, la llama capacidad de sublimación. La transformación de una actividad sexual en actividad sublimada, requiere de un tiempo de retracción
de la libido sobre el Yo, lo cual posibilita la reorientación hacia actividades no sexuales. A este proceso de retraimiento de la libido se le llama
narcisismo secundario. Este repliegue le parece imprescindible a Freud, para toda actividad creativa. Sobre este repliegue actúan otros
mecanismos de defensa del Yo, como ser la figuración, el desplazamiento, Este proceso de desplazamiento de la libido está considerado como
el punto de partida de cualquier actividad creativa.
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Winnicott ha sido sin duda alguna una de las figuras más destacadas del psicoanálisis post- freudiano y
representante disidente de la escuela inglesa de la década de los `60. Su teoría se centra principalmente
en la relación particular de la madre con el bebé. Los aportes más destacados además de creatividad
han sido los fenómenos transicionales y la descripción de la zona intermedia de experiencia cultural,
todos temas íntimamente enlazados como veremos.
En él, la creatividad es categorizada como universal del ser humano y la ubica en la condición afectiva de
estar vivo y nos da una síntesis fascinante: [...] "Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la
pena de vivirse es, más que ninguna otra cosa, la apercepción creadora"[...]. Separa la idea de creación
de la obra de arte en el sentido que creación puede ser un cuadro, pero puede ser también un jardín,
una casa, un traje, un peinado, una sinfonía, una escultura, una comida preparada en casa.
En su teoría, el proceso creador depende de un conjunto de operaciones psíquicas implicando a la
producción de ilusiones. El espacio potencial o zona intermedia de experiencia se origina de la relación
madre-bebé, por medio de la entrega del pecho. El posterior destete posibilita los estados de ilusión y
desilusión gradual que permiten la aceptación de la realidad2. Sin embargo, la tarea de aceptación de la
realidad nunca queda terminada, siendo imposible para toda la especie humana quedar libre de la
tensión de vincular la realidad interna con la externa. El alivio de esas tensiones lo proporciona la ilusión
de esa zona también libre de ataque donde el sujeto se relaciona con el objeto3, conservándose toda la
vida en las experiencias creativas como el arte, la vida imaginativa y a la labor científica creadora.
En la teoría winnicottiana se observa el descentramiento del sujeto al proponer una relación con la
cultura como determinante del desarrollo de la mente4. En referencia a esto dice así de su predecesor:
[...] "En su topografía de la mente, Freud no reservó un lugar para las experiencias de las cosas
culturales. Asignó un nuevo valor a la realidad psíquica interna, y de ello nació un nuevo valor para cosas
reales y verdaderamente exteriores. Uso la palabra "sublimación" para indicar el camino hacia un lugar
en que la experiencia cultural adquiere sentido, pero quizás no llego tan lejos como para decirnos en
que parte de la mente se encuentra esa experiencia" [...](Winnicott, 1971).
Para Winnicott, el lugar de ubicación de la experiencia cultural existe entre el individuo y el ambiente (al
principio el objeto materno). El uso de un objeto simboliza la unión de dos cosas separadas bebé y
madre, en el punto del tiempo y el espacio de la iniciación de su estado de separación. Así mismo, la
experiencia cultural comenzó con el vivir creador, cuya primera manifestación es el juego y por lo tanto
deriva de ella. En el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto percibido en forma
2
En la ilusión desilusión dedicada a los primeros objetos existe un inicio de operación simbólica realizada con un acompañamiento motriz, de
sentimiento de poderío sobre el objeto, es decir, sobre la angustia frente a la ausencia. Estos estados es donde lo vivido transcurre sin el
cuestionarse si es interior o exterior del bebe y teniendo la ilusión de que esa zona será libre de ataques. Recordemos además que para nuestro
autor en el origen: "no hay Sujeto. No hay bebe". El bebe no existe sino en un estado de soledad disociado no traumática.
3
El uso del objeto implica volver al instante de unión de dos cosas que ahora están separadas (el bebé y la madre), pero el uso de este objeto,
es decir la disposición de la imagen interna de este objeto, es posibilitada por la disponibilidad de la madre exterior, separada y real que
mantiene viva la imagen de este objeto
4
Winnicott establece una distinción entre cultura y experiencia cultural. Deja para el término cultura la denominación de aquellas
expresiones de tradiciones, costumbres, mitos, leyendas, cuentos, formas de registro que se transmiten de una a otra generación. En cambio
ubica la experiencia cultural del lado de cada creador, en el estado de ilusión creativa, del juego que cada uno haga posible de acuerdo a su
propia posibilidad de mantener la paradoja inaugural de la existencia humana.
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objetiva entre las extensiones del Yo y del no-Yo, se encuentra el juego recíproco entre el no existir otra
cosa que yo y el existir de objetos y fenómenos fuera del control omnipotente.
La importancia de esta dialéctica entre el lactante y el medio ambiente se expresa mediante el
desarrollo de la teoría de los fenómenos transicionales para describir la manera en que la formación de
un ambiente lo bastante bueno en las primeras etapas permite que el individuo haga frente al inmenso
registro de la pérdida de la omnipotencia.
El impulso creador aparece espontáneamente si el individuo se desarrolla satisfactoriamente
instituyéndose como acto vital, útil y necesario más allá del límite práctico porque encuentra placer en
su propio ejercicio.
En Enrique Pichón Rivière, tal vez el psiquiatra y psicoanalista más prolífico de la escuela argentina,
creador de una nueva concepción psicoanalítica, dice en referencia al ser humano: [...] "Entiendo al
hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una relación dialéctica mutuamente
modificante con el mundo, relación que tiene su motor en la necesidad..." (E. Pichón Rivière. 1971).
Parecería que en la idea de nuestro autor la creatividad es también, como en Winnicott, una función
vital en el devenir sujeto.
En Pichón Rivière se desarrolla una evolución teórica desde el sujeto determinado en lo individual a uno
determinado en el vínculo hasta llegar a lo social. Para él todo lo que existe se desarrolla, sufriendo un
proceso constante de transformación, siendo la contradicción el motor de ese desarrollo. El cambio se
puede producir en todos los ámbitos, pero tiene su estructura organizada en lo social, que crea las
condiciones necesarias para ello. (Pichón Rivière, 1980).
Existe una relación mutuamente modificante entre el hombre y la estructura social5. La propuesta que él
desarrolla, el psicoanálisis operativo, tiene como objeto de estudio el desarrollo y la transformación
dialéctica entre la estructura social y la fantasía inconsciente del sujeto, y reposa en relaciones
fundadas sobre las necesidades de éste.
En el proceso creador sostiene que [...] "Se asume al artista, como líder, para sí y para los otros. Este
proceso, aparentemente inconsciente, obedece, además de algunos factores personales, a una
intrincada red de estímulos provenientes de su contorno para poder captar aquello cuya emergencia
representa lo auténtico, es decir, "el propium". El vínculo que establece el artista entre su Yo y el objeto
artístico, si logra trascender, es porque su llamado o mensaje representa la reconstrucción de un mundo
que es propio y de todos" [...].
Toda obra como la de [...] "todo creador, ha seguido un curso no rectilíneo sino dialéctico. Se embarca
en el tobogán de la espiral, creando, destruyendo el objeto estético para reconstruirlo en un nivel
diferente y con técnicas diferentes"[...].
Sobre el proceso creativo agrega [...] "Partiendo del primer periodo que es el de descubrimiento,
deslumbramiento o encuentro fortuito de algo que puede guardar aún las señales de una destrucción
5
"A este proceso lo he representado gráficamente como el funcionamiento de una espiral en continuo movimiento, en la cual situaciones de
apertura y de cierre alternan y se resuelven dialécticamente de una manera continua, pero en condiciones anormales se transforma en un
círculo cerrado, vicioso, patológico. La actividad (la obra) adquiere el carácter de lo estereotipado. Esa dificultad puede definirse como una
inhibición (fobia) frente al espacio abierto por el nuevo ciclo de la espiral." "Entrevista de Zito Lema a Enrique Pichón Rivière, sobre el arte y la
locura" pag. 139, Ediciones Cinco.).
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previa, necesitó para su creación o reconstrucción un conjunto instrumental que caracteriza el Yo del
artista. Se crea así, por primera vez, un vínculo vocacional con un objeto que, por la operación señalada,
se ha transformado en el objeto estético. El objeto primario, fragmentado y disgregado, es "reparado"
por el artista; cada fragmento de ese todo anterior sufre una metamorfosis totalizante, es una forma y
permanece a la espera de ser externalizada sobre la pantalla de la tela. Es el triunfo de la vida sobre la
muerte, de la salud sobre la locura. Las contradicciones previas que habitan en el contexto de creación,
es decir, su mundo interno, se van resolviendo sobre la mancha. Así es cómo lo siniestro se transforma
en lo maravilloso, el contenido y la forma en la síntesis recrean una nueva estructura" [...] (Pichón
Rivière, 1978).
Del objeto creado como obra de arte nos dice que [...] lo importante es que todo este proceso da como
resultado la aparición de un objeto externo y capaz de ser contemplado por los demás, que provoca una
vivencia estética (por eso un objeto de arte)" [...].(Pichón Rivière, 1978).
Para Pichón Rivière [...]"El sujeto es "sano" en la medida que aprehende la realidad en una perspectiva
integradora y tiene capacidad para transformar esa realidad transformándose, a la vez, él mismo."
Diferencia estar sano de estar enfermo ubicándolo entre fenómenos comunicacionales: dilemática y
dialécticamente [...] "...El sujeto está activamente adaptado en la medida que mantiene un interjuego
dialéctico con el medio y no una relación rígida, pasiva, estereotipada" [...] (Pichón Rivière, 1971).
III. DE LA PULSIÓN A LA EXPRESIÓN Y LA CUESTIÓN DE LOS PROCESOS CREATIVOS
III.1. La Dinámica psíquica de la expresión
La expresión (del latín: expresso), etimológicamente, se refiere a un movimiento del interior hacia el
exterior, es decir, una presión hacia afuera. En base a esta definición etimológica y a las tres teorías
psicoanalíticas previas, propongo que la expresión es la resultante de un proceso complejo de
transformación de lo psicodinámico y lo sociodinámico que se materializa en el discurso del sujeto como
lenguaje en acción en las prácticas sociales.
Los fundamentos de la actividad psíquica son el deseo de expresión y la necesidad de descarga de la
tensión. En su recorrido, la dinámica de la expresión emerge de la complejidad de un proceso de
transformación que, partiendo de lo biológico a la pulsión, surge como comunicación en cualquiera de
sus formas en el lenguaje social, encontrando su destino de materialización en la cultura de pertenencia
con la obtención de placer. Esta unidad en el discurso, posiciona al sujeto deseante en una dialéctica de
intereses conscientes e inconscientes, de pertenencia y alteridad discursiva, en su condición situada
histórica-cultural6. Es por ello que podemos decir que nadie se expresa fuera de su espacio y su tiempo
cultural.
6
En Pierre Bourdieu, lo denomina habitus, siendo sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras predispuestas para funcionar
como estructurante, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente
adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines" (Bourdieu, 1993)
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Por lo tanto, se debe diferenciar entre capas de comunicación: la de los actos de habla7 (Harley, 2009) y
la del discurso. Mientras que los actos de habla están configurados por los signos lingüísticos y
organizados por los procesos cognitivos8 en su uso instrumental, en el contexto social, al referirnos al
discurso lo definimos desde la perspectiva foucaultiana como constituido por un número limitado de
enunciados para los cuales se puede definir un conjunto de condiciones de existencia, es decir desde
dónde se comunica y cuáles son las determinantes en la expresión del sujeto.
En este último sentido, la complejidad en la unidad del discurso que toda expresión detenta será la del
sujeto singular perteneciendo a una comunidad de intereses con sus intercambios libidinales. Así, el
conjunto de enunciados que provienen de un mismo sistema de formación de discursos como el
discurso familiar, de una disciplina o clase social entre otros, estarán determinados por constantes
espacio temporales de configuración cargados de contradicciones, azar y deseos pulsionales en el
sustrato cultural de las prácticas sociales.
Desde esta perspectiva, el discurso es toda expresión que comunica en la emergencia compleja de lo
profundo de las raíces psicodinámica y sociodinámica. El discurso en el arte, las ciencias, las religiones y
las tradiciones culturales son los grandes campos de esta posibilidad de análisis. Sin embargo, no hay
que olvidar la producción de discurso en la vida cotidiana del sujeto y su posibilidad de un etno-análisis.
Toda expresión es discurso y todo discurso es expresado en las prácticas sociales pudiendo ser
materializado, ahora sí como sostuvo Winnicott, en una obra de arte como un cuadro, pero pudiendo
ser un jardín, una casa, un traje, un peinado, una sinfonía, una escultura, una comida preparada en casa
cuando cualquiera de estas expresiones simboliza el encuentro de lo psicodinámico y lo sociodinámico
del sujeto posicionado en su condición de existencia histórica-cultural.
Partiendo de este modo, el discurso es una configuración compleja9 ya que: a) es una dualidad
psicodinámica y sociodinámica en la unidad del discurso (principio dialógico), b) los efectos
sociodinámicos del discurso son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello que lo produce en lo
psicodinámico (principio de recursividad), c) en la configuración del discurso no solo lo psicodinámico
está en lo sociodinámico, sino que lo sociodinámico estará en lo psicodinámico (principio
hologramático).
En el modelo de la subjetividad o tercera tópica, se sitúa el lugar de encuentro de los discursos10. Todo
enunciado en el discurso que sustenta el sujeto, implica lenguaje en acción, en cuanto expresa el poder
y los deseos de materialización y de descarga de tensiones del aparato psíquico. Ese discurso es
contenido y producción de la subjetividad. El proceso terciario corresponde a la actividad de ensamblaje
en el lenguaje social que habita en la subjetividad con las representaciones que para el sujeto tienen
7
Definida por la pragmática psico-lingüística cognitiva de Austin y Searle. Según estos autores son estructuras del lenguaje objetivables y
basadas en las reglas de las inferencias.
8
La subjetividad como tercera tópica presenta entre sus contenidos los procesos discursivos y los cognitivos. Estos últimos son los
responsables de la configuración de actos de habla. (Maruottolo, 2013)
9
Edgar Morín, La reforma del pensamiento. Pag. 115 (Morin, 1999)
10
intersubjetivos, es decir de aquellos que provienen del espacio cultural de lo familiar edípico u otros espacios que se van constituyendo a
partir del vínculo y de los discursos transubjetivos, es decir de aquellos que provienen del espacio cultural de lo público de los grandes grupos o
colectividades.
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una connotación a la vez singular, grupal y colectiva. El proceso terciario, como vamos viendo, tiende a
la doble materialización psíquica y física del discurso.
Siguiendo el modelo procesual de la expresión presentado, diríamos que hay un organismo biológico
que siente y tiene necesidades con aumento de tensión psíquica. En el Ello, las representaciones
cargadas se encuentran organizadas bajo el proceso primario. En el nivel de la experiencia inconsciente,
esa urgencia se experimenta como deseo, una pulsión que quiere expresarse y ser satisfecha,
obteniendo su descarga externa.
Las representaciones simbólicas, económicamente cargadas, se recogen en el Yo. El Yo encierra el
conocimiento de la realidad y el proceso secundario lleva a cabo la estrategia de cómo y cuándo
satisfacer las necesidades y deseos de expresión. Las relaciones de objeto y el grupo interno son los
organizadores paulatinamente internalizados en las prácticas histórico-sociales desde la experiencia
afectiva. Esa experiencia se internaliza primero en la diada (madrebebe), luego al grupo familiar y a
otros vínculos cercanos, hasta llegar posteriormente a las relaciones grupales más extensas con la
comunidad. El Yo posee sentimientos de continuidad a esas pertenencias sociales, que es adaptativa a
ese reconocimiento mutuo en términos de certidumbre afectiva operativa. La expresión depende de ese
sentimiento de continuidad trazando el camino de su descarga y solo en la interrupción de ese
sentimiento se activará el proceso creativo.
El Yo logra este objetivo a través de las demandas del Superyó, que a su vez se configura a través de las
demandas culturales como lo concibió Freud. El Superyó influencia la existencia del Yo a través del
sentimiento de culpa o ansiedad moral en la relación afectiva de los procesos sociodinámicos que se
internalizan en la cultura de pertenencia. El Yo se encuentra siempre "asediado" en una relación
dialéctica entre el deseo de expresarse y el deber de cómo hacerlo.
De acuerdo con Freud, estas estructuras y su interacción constituían el fundamento de la personalidad,
sólo teniendo un ligero conocimiento consciente. Sin embargo, desde la teoría que sostengo, la
expresión, además de los órdenes inconscientes y de la vida anímica, incluye como etapa final de su
materialización al orden del discurso. Así, la cultura crea un espacio-soporte donde se desarrollan los
intercambios libidinales. Este espacio ofrece la posibilidad de que los sujetos se encuentren en
comunidades de intereses, en las cuales establecen lazos afectivos y simbólicos que permiten dar cuenta
de los conflictos que se producen (Carpintero, 2012)11.
Desde esta perspectiva, la expresión requiere otros pasos que a mi modo de ver no se plasmaron en
modelizaciones previas: las representaciones se catectizan en el Yo, pasando a la subjetividad, donde se
produce su traducción, es decir, el ensamblaje de las representaciones cargadas al lenguaje, por medio
del proceso terciario, con la consecuente producción discursiva. La traducción es la materialización
psíquica de los deseos conscientes e inconscientes en el lenguaje, que para el sujeto tiene connotación,
conformando por tanto un lenguaje en acción, en el sentido del fin pulsional expresado en el discurso.
Estas producciones discursivas, libidinalmente cargadas, están siempre vinculadas a los elementos
afectivos subyacentes a la subjetividad, es decir, a las relaciones de objeto, a los organizadores del
11
Encuentro ese lugar de espacio-soporte en la configuración del discurso para una alineación a los discursos sociales que se internalizan en la
tercera tópica o subjetividad.
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grupo y a los sentimientos, a los grandes grupos colectivos que habitan el Yo y a ese espacio de
pertenencia cultural que al sujeto le es próxima.
La transcripción del discurso, es la segunda materialización, ya no psíquica, sino en las prácticas sociales.
La identidad del sujeto, en su expresión como producción cultural, se transcribe materialmente en la
identidad de la obra creada y es allí donde encuentran su descarga en la práctica social. El sujeto en su
acto expresivo actúa para sí y para los otros, transformándose en un portavoz de sus necesidades
simbólicamente expresadas. La identidad es siempre la expresión confirmatoria de alineación a los
discursos de pertenencia y alteridad, transcribiéndose fragmentos de la espiral dialéctica en lo singular,
lo vincular y colectivo.
La dinámica psíquica de la expresión sigue un camino desde la pulsión hacia su descarga como
materialización del poder y deseo de expresarse. Veremos en el apartado sobre la cuestión de la
creatividad, cómo ante la imposibilidad de poder expresarse, sea por mecanismos defensivos
psicodinámicos, sea por mecanismos defensivos sociodinámicos, la expresión cambiará, creando una
estrategia adaptativa para alcanzar ese objetivo. La creatividad como tarea es la estrategia que permite
el cambio psíquico sublimatorio adaptativo frente a la imposibilidad de expresión.
III. 2. Subjetividad contenidos y procesos
Como aproximación al entendimiento de cómo actúan los procesos psicodinámicos y sociodinámicos en
la expresión, requeriré profundizar en los contenidos y procesos que se llevan a cabo en la subjetividad.
Para ello utilizaré la metáfora del teatro de Baars que le permitió explicar a ese autor los fenómenos de
conciencia uniéndolos a lo inconsciente, y que me permito emplearla, criticarla y complementarla, para
elaborar mi punto de vista.
La propuesta de Baars (Baars, 1997)12, su propuesta parte de los supuestos que los fenómenos de
consciencia son activos, que la cantidad de información que puede albergar la consciencia es limitada,
que se gestiona por un sistema procesual de la información con procedencia de áreas corticales y que
los procesos consciente e inconsciente tienen igual importancia para dicho sistema. Así planteado, el
proceso que se lleva a cabo en lo consciente, permite disminuir la incertidumbre a la que se ve expuesto
el ser humano.
La metáfora del teatro muestra un escenario, un efecto luminoso que delimitaría un sector del
escenario, unos actores iluminados y fuera del foco otros actores que ocupan el escenario y, más allá, el
público junto a personas invisibles detrás de escena. Esta metáfora trata de hacer comprender cómo los
entramados cerebral e inconsciente movilizan, integran, organizan, y controlan el foco, quedando dichos
contenidos (los actores) incluidos en el foco luminoso (consciencia). Esto permite explicar, además de
los fenómenos inconscientes, según el autor, la percepción, el aprendizaje, la memoria de trabajo, el
control voluntario, la atención y la propia identidad (Mora, 2005).
12
Citaré que los precedentes del desarrollo de la metáfora de Baars se encuentran en la filosofía, la metáfora el mito de la caverna de Platón y
la metáfora del teatro cartesiano. En Baars su propuesta metafórica, va más adelante que las otras dos, ya que incluye lo consciente y lo
inconsciente.
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Como dije, trataré de utilizar la metáfora del teatro como Baars, agregando mi aproximación a lo ya
demostrado y con lo cual estoy hasta aquí de acuerdo, a comprender la configuración multidimensional
de la mente, de la necesidad de incluir a la subjetividad en un espacio psíquico específico y de la
existencia de procesos culturales que co-determinan la existencia humana. Además encuentro la
necesidad de incluir la subjetividad como sitio de convergencia de los procesos bio-psicológicos
(descritos por Baars), pero a diferencia de la postura reduccionista de este autor, propongo una
complejización mayor al incluir los procesos culturales sociodinámicos que se internalizan en la
subjetividad.
Baars no toma en cuenta la relación con la cultura y todo el sistema de creencias y rituales que la
sostienen en las prácticas sociales. Desde la perspectiva que sostengo, la mente requiere un modelo
sobre la complejidad de múltiples dimensiones que configuran
un psiquismo abierto y
multideterminado.
En la hipótesis a ser demostrada, los concurrentes al teatro: actores, público, y profesionales del teatro
que están allí comparten sus prácticas culturales. El foco es movido y enfocado en base a unas
características propias que dan las cualidades descritas por Baars, pero debe agregarse a todos los que
están en el teatro teniendo una identidad cultural compartida (en este caso por el arte teatral). Habrá,
además cierto grado de libertad para el foco, pero estará posicionado de acuerdo a las pautas que
restringe el libreto, el grupo de actores que actúa y el público que comparte la sala, fuera del foco,
participando desde el reconocimiento (por ejemplo mediante su asistencia o mediante aplausos, entre
otros). Mientras tanto, fuera del teatro la gente transcurre indiferente a lo que pasa allí dentro.
Si afirmamos que el sujeto está determinado por dos condicionantes primordiales:
a)
condicionantes conscientes e inconscientes de la vida anímica (en el sentido psicodinámico freudiano) y
que Baars demostró, y b) los condicionantes discursivos en la cultura (sentido sociodinámico), en base a
la demostración que acabo de describir, puedo ahora sí incorporar el legado teórico winnicottiano y
pichoniano al fundante de Freud.
Asimismo, observando la metáfora revisada, propongo la inclusión de los principios dialógico, de
recursividad y hologramático propuesto en la teoría de la complejidad de Edgar Morín como requisito
para comprender la multideterminación del sujeto posicionado discursivamente, y los aportes
socioconstructivistas, de Vygostky, de cómo se internalizan en el sujeto los discursos sociales, dialéctica
e históricamente, en lo singular y colectivo en toda práctica social.
Mi propuesta incorpora además: a) la subjetividad, b) su contenidos principales como las producciones
discursivas (con sus unidades: lenguaje y representaciones cargadas) y c) los procesos terciarios, que
actúan en las producciones discursivas (lenguaje connotativo): en la traducción (de representaciones y
lenguaje), entendida como materialización psíquica, y en la transcripción, en la materialización en la
obra creada, entendida como práctica social13.
13
En la subjetividad la semántica en el lenguaje de toda producción discursiva, podrá ser analizada, como expresión en cualquier orden en sus
componentes primordiales: los distintos lenguajes que habitan la subjetividad y sus representaciones simbólicas cargadas. Al referirnos a un
lenguaje connotativo y denotativo nos referiremos a la semántica del lenguaje discursivo que habita en el "sujeto en relación adaptativa" a los
discursos sociales y sus prácticas. Si bien, en la subjetividad coexisten diversos lenguajes denotativos son los connotativos los que adquieren
connotación discursiva encontrándose como significado afectivo en sede subjetiva.
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El proceso complejo de toda expresión se origina y es modulado por formaciones cerebrales, deseos
inconscientes y necesidades adaptativas conscientes, en relación con la connotación afectiva de los
discursos del espacio social. Esa concordancia o connotación discursiva entre sujeto y sociedad, mediada
por la cultura, otorga el grado de sentimiento de continuidad, pertenencia y seguridad en todas las
dimensiones de la mente. Es decir, que ese sentimiento de seguridad es coincidente con la necesidad de
certidumbre que señalaba Baars o Winnicott (este último, en la creación de la zona intermedia).
Esa necesidad está siempre presente a lo largo de toda la vida y está en la base de la dialéctica del
vínculo y de relaciones afectivas más extensas con la comunidad. En ese espacio de experiencia cultural,
la razón discursiva y el sentimiento de identidad afectiva conforman la organización compleja auto-ecoorganizada para mantener la continuidad y certidumbre psíquica de toda expresión que, al mismo
tiempo, es subjetivadora en la práctica social.
Ahora bien, vemos que el ser humano se expresa continuamente en un lenguaje cargado desde la vida
anímica siempre que el Yo sienta que es adaptativamente viable esa expresión. Dentro de esta
presentación de funcionamiento de la mente en general, pero de la subjetividad en particular, los
procesos creativos son un momento en el funcionamiento de la psiquis que se adapta para el cambio de
una situación preexistente. Como ya hemos dicho, pasando de un momento de continuidad a otro de
discontinuidad y de necesidad vital de retorno a la continuidad, que dé certidumbre a la existencia del
sujeto situado.
La discontinuidad14 o situación de crisis en el sujeto15, sería el momento de activación del proceso
creativo que accede al Yo, sea por vía de lo inconsciente, sea por vía del mundo externo. En cualquier
caso, se pone en crisis la continuidad de poder expresarse como hasta ese momento por la adaptación
del Yo que es vivida como displacer. Por lo tanto, "el libreto" debe ser cambiado para alcanzar una
nueva adaptación.
El Yo del sujeto es el centro coordinador, movido por el displacer que debe crear una nueva adaptación.
La regresión será la norma, al igual que presentará una caída de identificaciones y una retirada de la
pulsión libidinal sobre los discursos que habitan la subjetividad (Maruottolo, 2008). Recordando a
Winnicott16, el Yo busca en su espacio de experiencia intermedia a un objeto que calme el displacer y la
incertidumbre. Esta situación activa la fantasía que será el instrumento Yóico de la creatividad, debiendo
crear una nueva producción semántica (un nuevo discurso). Hasta aquí vemos como la continuidad
representa las posibilidades de expresión en el lenguaje, dada la identificación subjetiva con el objeto
14
El termino discontinuidad en Foucault: "Designa al conjunto de quiebres, dispersiones, interrupciones, accidentes, entrecruzamientos que
ocurren en el interior de una episteme determinada- La discontinuidad se refiere a aquella dispersión experimentada en el nivel de los hechos y
sucesos históricos que la historia tradicional no puede observar sino como accidentes o singularidades. (...) A su vez, la discontinuidad pone de
manifiesto que allí donde yacen las unidades y coherencias aparentes, emergen en verdad los quiebres, las rupturas, las dispersiones, la nocoherencia." Para Foucault las discontinuidades rompen con una historia tradicional que pone los hechos históricos como productos de una
evolución y como una continuidad de acontecimientos y a su vez propone una nueva manera de comprender dichos acontecimientos, como
productos de rupturas y quiebres que son finalmente los que componen la historia. (Albano, 2007).
15
Para René Kaës "El hombre se crea hombre gracias a la crisis, y su historia transcurre entre crisis y resolución, entre ruptura y sutura. En este
espacio del "entre", de vivas rupturas y mortales suturas, de fracturas mortificantes en uniones creativas, en este espacio de lo transicional, se
juegan todos los avatares de lo social, lo mental y lo psíquico, que juntos tejen la singularidad de una persona".
16
Winnicott el uso del objeto implica volver al instante de unión de dos cosas que ahora están separadas (el bebe y la madre), pero el uso de
este objeto, es decir la disposición de la imagen interna de este objeto es posibilitada por la disponibilidad de la madre exterior, separada y real
que mantiene viva la imagen de este objeto.
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Los procesos creativos y la subjetividad.
Una perspectiva desde el psicoanálisis
discursivo social, y otorga la certidumbre al sujeto, situado en sus prácticas sociales. También vemos la
existencia de otro momento opuesto de crisis, de discontinuidad, que genera incertidumbre, displacer
psíquico. La cuestión de la expresión, sus orígenes, destinos y la necesidad de emprender cambios como
cualidad de la creatividad, serán tratados en el punto siguiente.
IV. LA DINÁMICA DE LA CREATIVIDAD Y SUS PROCESOS
Cuando los discursos del sujeto son concebidos como prohibidos, el sujeto sufrirá un sentimiento de
discontinuidad que lo invade17. Ese material primario se mantendrá reprimido (a fin de evitar el
sentimiento de displacer en el Yo), no encontrando salida por los fuertes mecanismos de defensa y solo
pudiendo hacerlo trasladando la meta pulsional a otros fines por medio de un proceso psíquico
complejo dependiente de la sublimación. Por medio de este mecanismo, el objeto original del impulso
se sustituye, proporcionalmente a la intensidad de la censura percibida, por otro culturalmente más
aceptable.
A mi modo de ver, tres posibilidades crean las condiciones para que en el Yo se active el proceso
creativo (si bien como comprenderemos están indivisiblemente relacionadas). En el primer caso, por
una necesidad de expresión intensamente motivada que no encuentra posibilidad de traducción o
transcripción en el lenguaje que habita la subjetividad. Basándome en los desarrollos de la teoría crítica
de Marcuse, se produce lo que llamo la unidimensionalidad discursiva: no hay pluralidad de lenguajes en
la subjetividad o tercera tópica, por la libertad de expresión "censurada" con acumulación de tensión.
En el segundo caso, por pérdida de reconocimiento de los vínculos que daban sustento afectivo a la
identidad. Implica una alteración que parte de la segunda tópica, donde toda pérdida es vivida como un
duelo en el que se produce un repliegue libidinal de los discursos que antes daban sentido a la condición
de existencia en la vida anímica, es decir, los discursos pierden su anclaje afectivo.
En el tercero y último caso, a diferencia de las dos primeras, la entrega voluntaria, motivada por el
placer de la creatividad, hecho que ocurre en el arte, las ciencias o en cualquier acto de la vida cotidiana
donde se realiza un trabajo creativo movido por el deseo.
En relación con esta última posibilidad, el placer y el reconocimiento (dando certidumbre) generan la
motivación para llevar a cabo el trabajo creativo. La creatividad debe ser comprendida como una
producción que emerge de la capacidad y la necesidad universal del ser humano de expresarse, por
medio de un trabajo, que al mismo tiempo que se transforma a sí mismo, transforma la realidad cultural
a la que pertenece. El cambio en la cultura retorna en nuevas transformaciones sobre el propio sujeto.
El proceso terciario son las operaciones que se llevan a cabo en la subjetividad, siendo definido como el
ensamblaje de las representaciones cargadas (psicodinámicas) que se unen al lenguaje (sociodinámicas).
El proceso terciario está constituido por la traducción y transcripción como actividades procesuales de la
expresión. En la actividad creativa el proceso terciario adquiere el nombre de proceso creativo.
17
Un acrecentamiento esperado, previsto, de displacer es respondido con la señal de angustia; y su ocasión, amenace ella desde afuera o
desde adentro, se llama peligro. (Freud, 1935). ESQUEMAS DE PSICOANÁLISIS. Parte I El aparato psíquico. Pag 144.
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Como fases del trabajo creativo, distingo el momento de la fantasía18 y la regresión al servicio del Yo
como el anuncio del inicio de la fase divergente de la creatividad que sirve para generar múltiples
realidades y múltiples versiones para utilizarlas como materiales a fin de obtener significados de las
experiencias y elaborar los conflictos. Como ya vimos, esta fase de la creatividad es dependiente de la
discontinuidad, sea en forma involuntaria o sea en forma voluntaria.
El trabajo de Bonovitz es interesante porque considera que la fantasía es un campo de los
pensamientos, sentimientos, ideas e imaginaciones que no guardan un vínculo estrecho con la realidad
objetiva. Para él es mucho más amplia que la definición que Freud hace de ella, como una satisfacción
parcial de los deseos derivados de las pulsiones inconscientes sexuales y agresivas. Para Bonovitz la
fantasía es tanto consciente, como inconsciente y preconsciente, y trabaja sobre la suposición de que la
realidad y la fantasía existen en una relación dialéctica en la que cada una define a la otra, se
interrelacionan y se separan al mismo tiempo. Coincido con este autor en que en toda fantasía existen
núcleos de realidad, y en la realidad hay fragmentos de fantasía, y cada una de ellas influye en la otra y
la penetra.Concuerdo con Bonovitz, en que la fantasía es una construcción influenciada por el otro, no
como el producto de una mente aislada(Bonovitz, 2003).
Otro punto indispensable de estudiar es el de regresión al servicio del Yo, que he mencionado más
arriba y que está relacionado con la creatividad y la fantasía. Este concepto, desarrollado en la década
de los `50 por Ernest Kris, describe un proceso en sede Yoica que se refiere a la movilización y
cristalización del material bruto del inconsciente actuando en el preconsciente. La regresión es una
vuelta a lo primario e infantil al servicio del Yo. Esto ocurre, según este autor, en los momentos como en
los estados de debilidad de esta instancia, el sueño, las fantasías, la enfermedad o en el proceso creador
(Kris, 1952).
En la regresión al servicio del Yo este autor señala dos fases: primero una fase de inspiración, en la que
el Yo pierde su capacidad de control sobre el proceso secundario produciéndose una regresión a su
servicio, es decir hasta una etapa en la que funciona el proceso primario.
En la segunda fase, de elaboración, el producto creativo a través del proceso secundario continúa su
transformación, es decir, el material que proviene del Ello y que deviene preconsciente produce una
evaluación lógica bajo las cualidades del proceso secundario de la obra creada. Para Kris, lo distintivo de
este estado es que está dado bajo el control de la consciencia al servicio del Yo, y la energía que
requiere este proceso es dada por catexias del propio Yo.
Desde la perspectiva que sostengo sobre la creatividad, coincido hasta aquí con el autor, sin embargo,
creo que al encuentro de material inconsciente, debe sumársele material consciente que se encuentra
también bajo la influencia de la fantasía y bajo la posterior elaboración creativa del proceso secundario.
18
En cuanto a la idea del papel que juega en las teorizaciones de Freud sobre la fantasía [...] Se discernió que el ámbito de la fantasía era como
una «reserva natural» instituida a raíz del paso, sentido dolorosamente, del principio de placer al de realidad, a fin de proveer un sustituto a la
satisfacción pulsional que debió resignarse en la vida real y efectiva. El artista, como el neurótico, se había retirado de la insatisfactoria realidad
efectiva a ese ámbito de la fantasía, pero, a diferencia de aquel, se ingeniaba para hallar el camino de regreso y volver a hacer pie sólidamente
en la realidad fáctica. Sus creaciones, las obras de arte, eran satisfacciones fantaseadas de deseos inconscientes, en un todo como los sueños,
con los cuales tenían además en común el carácter del compromiso, pues también ellas debían esquivar el conflicto franco con los poderes de
la represión [...]. (Freud, 1935). ESQUEMAS DE PSICOANALISIS. Parte I El aparato psíquico.
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Una perspectiva desde el psicoanálisis
El material cargado por catexias del Yo debe pasar de la segunda tópica a la tercera tópica, es decir,
desde el Yo a la subjetividad, donde se produce otra transformación mediante el proceso terciario. Es
decir, se traduce esa representación cargada en una coherencia de lenguaje discursivo con la instancia
cultural de experiencia próxima. En esto se deben seguir las ideas de Pichón Rivière (que va más allá de
Freud y de Winnicott), viendo al sujeto producido como emergente y portavoz en la praxis de lo social y
a su vez, como transformador de la cultura. La subjetividad o tercera tópica sería el punto de
convergencia (fase de convergencia creativa) de esos tres espacios (individual, vincular y social) en un
proceso de traducción de todas las tópicas (primera, segunda y tercera tópica). Por ello, encuentro en la
subjetividad19 el sitio para configurar todas las demandas de la mente en el proceso creativo.
El proceso creativo se concreta con la transcripción del lenguaje discursivo en las prácticas sociales del
sujeto en situación, imprimiéndole su identidad. La identidad en su expresión emerge de la subjetividad
en toda práctica social, siendo una síntesis compleja del sujeto en la dialéctica discursiva, de la vida
anímica (procesos psicodinámicos) y de su espacio y su tiempo cultural (procesos sociodinámicos). La
identidad es el pasaje de esos contenidos mentales a la materialización física en el discurso, sea en los
diálogos, en las prácticas de disciplinas científicas, religiosas, en las acciones de la vida cotidiana y, por
supuesto, en las obras de arte, es decir, en todos los espacios que el sujeto construye y crea como sujeto
situado.
V. DEL ORIGEN DE LA SUBJETIVIDAD Y LA CREATIVIDAD
La creatividad es indisoluble de la subjetividad, ya que la primera es el producto de las configuraciones
que se llevan a cabo en la segunda por la emergencia de lo singular (procesos psicodinámicos
conscientes e inconscientes) y lo cultural (procesos sociodinámicos discursivos sociales).
Sostengo que el origen de los procesos creativos está ligado al origen sociodinámico de la subjetividad,
dado que ambos se produjeron en la zona de experiencia intermedia, signados por los primeros
encuentros entre la madre y el bebé. En ese espacio vincular se produce el primer proceso creativo,
originándose la subjetividad con la incorporación del individuo a la cultura como sujeto de ella. Por eso,
expresé en otro artículo que [...] Donde hay un individuo debe advenir un sujeto [...] (Maruottolo, 2013).
El acto original del encuentro en la zona de experiencia intermedia, como la describió Winnicott,
establece la dialéctica del vínculo, donde a mi modo de ver, no solo se desarrollan los procesos de la
vida anímica, sino también los discursivos20. Los primeros, organizados en el espacio afectivo del vínculo
como componentes del Yo (configurando las relaciones de objeto y posteriormente, el grupo interno
19
La subjetividad constituida por los sistemas intrasubjetivo o subjetividad narcisista, Intersubjetivo o subjetividad vincular y transubjetivo, o
subjetividad colectiva (Maruottolo, 2013).
20
En Piera Aulagnier (Aulagnier, 1975) lo conceptualiza desde un contrato que designará lo que está en la fundación de toda posible relación
sujeto-objeto, sujeto-sociedad, discurso singular y referente cultural. En ese investimento se transfieren ideales, valores, se trasmite la cultura y
la palabra de certeza del discurso social al cual el sujeto está anclado. El carácter continuo de la vida, que da espontaneidad al sujeto en su
cotidianeidad (18), es característico de ese pacto fundador, que habita en su escena fantasmática.
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Los procesos creativos y la subjetividad.
Una perspectiva desde el psicoanálisis
con la inclusión del resto del grupo familiar), y como componentes del Superyó (configurando la
conciencia moral y el ideal del Yo). Los segundos, organizados en el espacio discursivo intersubjetivo del
vínculo, internalizándose e incorporándose como componente de la subjetividad.
El origen de la primitiva subjetividad se determina en el encuentro diádico, y la separación de la
subjetividad o tercera tópica con la segunda tópica, cada una con contenidos y procesos diferentes. A
su vez, el ingreso del sujeto a la cultura producirá la separación de la propia subjetividad,
configur
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