El daño psíquico que la crisis y el desempleo producen en las personas, exige iniciar la reflexión a partir de esa ruptura del estatuto del bienestar, de la ruptura del modelo del contrato laboral como marco que articulaba el tiempo vital y ordenaba las edades de las personas. Acontecen fenómenos de pérdida, que exigen un enfrentamiento al trauma similar al trabajo del duelo ante la pérdida de un ser querido. Es preciso reelaborar la imagen de uno mismo.
-Respuestas. No es difícil comprobar el malestar entre/con profesionales de la Salud y de Salud Mental. Los pacientes de S.M. requieren escucha, espacio asistencial, diálogo terapéutico, contención emocional, seguimiento adecuado, más dosis de tiempo. Los partidos, asociaciones de la sociedad civil e instituciones han de tomar iniciativas profesionales y sociales posibles, de ahí la necesaria participación comunitaria. Con criterios de unir energías, y de compartir en la construcción social.
-Expectativas. Toca movilizarse frente a los límites de los derechos pues eso tiene sus recompensas. El movimiento asociativo relacionado con personas estigmatizadas, por la enfermedad mental o por el consumo de sustancias, necesita del apoyo social. Ser capaces de afrontar el cambio nos obliga a ser responsables pues la SM nos incumbe a tod@s.