El trabajo comienza caracterizando los ejes principales de la teoría de la mentalización. Propone
que la eficacia de la psicoterapia se basa en la capacidad del paciente para considerar su experiencia
de sus propios estados mentales junto con la re-presentación de los mismos provista por el
terapeuta. Pero los pacientes con trastornos de la personalidad tienen serios déficits en su capacidad
para mentalizar y funcionan en modos prementalizados de experimentar el mundo interno, no
logran construir un modelo adecuado de su propia mente ni de la ajena y no están en contacto con
su propia experiencia emocional, o tienen de la misma representaciones confusas y pobremente
etiquetadas que les impide regularla. Por esta razón, dicha comparación se les torna muy
problemática si el terapeuta utiliza técnicas como la interpretación. Debido a estos déficits, se hace
necesario un abordaje específico que se aboque a optimizar los distintos aspectos del mentalizar que
no poseen un desempeño adecuado. El trabajo desarrolla cuál ha de ser la actitud del terapeuta,
cuáles son los principios que guían las intervenciones y cuál ha de ser la progresión de estas últimas
para que el trabajo sea eficaz. Ilustra dichas ideas con dos viñetas clínicas.