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Sexuality in Alzheimer's disease.

Fecha Publicación: 27/05/2010
Autor/autores: Manuel Martín Carrasco

RESUMEN

Las demencias constituyen un creciente problema de salud pública, sobre todo la en-fermedad de Alzheimer como forma de frecuencia más frecuente, y alrededor del 7% de los ancianos con demencia presentan trastornos de la conducta sexual. Sin embargo, esta área ha recibido menos atención de la deseable, lo que puede deberse a varias razones, especialmente a la consideración socia sobre la expresión sexual en la vejez. Este tipo de alteraciones puede presentar notables dificultades de manejo, con la consiguiente repercusión sobre la sobrecarga del cuidador, tanto familiar como profesional. Por ello, son necesarios programas específicos de intervención para este tipo de problemas, tanto en el medio familiar como residencial, que deben situarse en el contexto más amplio del estudio y repercusión social de la sexualidad de los mayo-res. Los tratamientos farmacológicos se basan en el empleo de ISRSs, neurolépticos y hormonas sexuales, aunque los datos sobre su eficacia son más de tipo empírico, y sería necesario realizar investigaciones controladas en esta área.


Palabras clave: Sexualidad; Enfermedad de Alzheimer; Tratamiento.
Área temática: .

Trastornos de la conducta sexual en la enfermedad de Alzheimer.
(Sexuality in Alzheimer's disease.)
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2003; 7(5)

Manuel Martín Carrasco.
Clínica Psiquiátrica Padre Menni. Pamplona. Navarra.
E-mail: manuelmartin@intersep.org
PALABRAS CLAVE: Sexualidad, Enfermedad de Alzheimer, Tratamiento.
KEYWORDS: Sexuality, Alzheimer's disease, Treatment.)

Resumen
Las demencias constituyen un creciente problema de salud pública, sobre todo la en-fermedad de Alzheimer como
forma de frecuencia más frecuente, y alrededor del 7% de los ancianos con demencia presentan trastornos de la
conducta sexual. Sin em-bargo, esta área ha recibido menos atención de la deseable, lo que puede deberse a
varias razones, especialmente a la consideración socia sobre la expresión sexual en la vejez. Este tipo de
alteraciones puede presentar notables dificultades de manejo, con la consiguiente repercusión sobre la sobrecarga
del cuidador, tanto familiar como profesional. Por ello, son necesarios programas específicos de intervención para
este tipo de problemas, tanto en el medio familiar como residencial, que deben situarse en el contexto más amplio
del estudio y repercusión social de la sexualidad de los mayo-res. Los tratamientos farmacológicos se basan en el
empleo de ISRSs, neurolépticos y hormonas sexuales, aunque los datos sobre su eficacia son más de tipo
empírico, y sería necesario realizar investigaciones controladas en esta área.

Introducción
El envejecimiento poblacional es el rasgo demográfico más característico de las sociedades más desarrolladas al
comienzo del siglo XXI. Examinemos dos ejemplos. En los EEUU, se estima que la tasa de envejecimiento en el
año 2000 era aproximadamente del 12.7%, y el grupo de edad igual o superior a 85 años es el segmento de la
población anciana que crece más rápidamente: ha aumentado el 274% desde 1969 a 1994(1). En España, la tasa
de envejecimiento poblacional es del 17 % según los datos del Censo de 2001, y puede alcanzar el 20 % para el
año 2020; al igual que en los EEUU, el grupo de más edad de la población anciana es el que más rápidamente
crece(2).
De acuerdo a las estimaciones que se consideran válidas actualmente, la prevalencia de demencia aumenta desde
aproximadamente el 2% entre los 65 - 69 años al 40% en los mayores de 90 años, un fenómeno conocido como
Ley de Jorm(3). A pesar de este hecho, hay muy poca información científica acerca de cómo el deterioro cognitivo
afecta a la sexualidad en las personas ancianas. Es probable que una de las razones para esta falta de atención es
el extendido prejuicio acerca de la falta de interés sexual en las personas mayores. Con frecuencia, las personas
mayores que muestran su sexualidad se consideran pervertidos moralmente, según el estereotipo del "viejo
verde"(4).
Sin embargo, varios estudios han demostrado que, aunque existe un declive gradual en la actividad sexual tanto
en hombres como en mujeres según aumenta la edad, una proporción significativa de ancianos mantiene el
interés por el sexo y la capacidad de mantener relaciones sexuales, y que la práctica de relaciones sexuales está
más condicionada por la falta de oportunidades que por otros factores. Renshaw(5) informó que el 4% de las
parejas tratadas en la clínica de patología sexual de Loyola, Chicago, tenían más de 65 años. Otro estudio
realizado por Masters(6) encontró que más del 75% de los hombres en la séptima década de la vida mantenían
relaciones sexuales al menos una vez al mes. El 37 y 28%, respectivamente, de los sujetos comprendidos en los
grupos de edad de 61 a 65 años y 66 a 71 años mantenía relaciones sexuales al menos una vez por semana.
Queda claro, por lo tanto, que la capacidad sexual se mantiene hasta una edad avanzada. Sin embargo, hay que
tener en cuenta que la sexualidad en las personas mayores se ve influida por una serie de factores negativos,
como son la disponibilidad de pareja, la salud física y mental, la privacidad, y la historia sexual previa(4).
Con frecuencia, la enfermedad de Alzheimer (EA) y otras enfermedades que causan demencia pueden provocar

cambios anómalos en el comportamiento sexual, entre los que destacan la agresividad sexual y la desinhibición.
Este tipo de alteraciones son más frecuentes en demencias que afectan al lóbulo frontal, como la demencia
frontotemporal. En cambio, en la enfermedad de Alzheimer lo más frecuente es la pérdida del interés sexual(7), o
la presencia de disfunción eréctil en los hombres, que puede alcanzar hasta el 53% de los pacientes(8), mientras
que sólo el 10% parece mostrar un aumento del deseo sexual(9). Podemos considerar la desinhibición sexual
como cualquier comportamiento de tipo sexual considerado inapropiado en el contexto en que se realiza. Este tipo
de comportamiento inadecuado puede presentarse en el 5-12% de los pacientes ancianos con demencia(10, 11),
e incluye un variado repertorio de comportamientos, desde verbalización de comentarios sexuales inadecuados,
hasta proposiciones sexuales, exhibicionismo o masturbación en público.
Estos comportamientos puede resultar muy problemáticos para los cuidadores, ya esté el paciente en su domicilio
o en un medio residencial. En ocasiones la conducta sexual anómala se manifiesta como comportamiento
agresivo. Entre los delincuentes sexuales, los ancianos representan el 1.7% de los violadores y el 3.79% de todo
el resto de delitos sexuales, lo que ofrece un total del 5.5% de delitos sexuales cometidos por ancianos(12). Otros
registros elevan esta cifra hasta el 8%(13). En cualquier caso, solo una mínima proporción de esta cifra estaría
integrada por sujetos con demencia.

Etiología
Factores Orgánicos
. Pérdida Neuronal. Burns y cols (10) encontraron que la desinhibición sexual en la EA se asociaba positivamente
con la gravedad clínica del síndrome demencial, pero no se obtuvo ninguna asociación con los resultados en la
TAC craneal. Sin embargo, existen evidencias de que existe una asociación entre las anomalías del
comportamiento sexual en ancianos y la presencia de patología en lóbulo frontal y parietal(14). Por ejemplo, la
desinhibición sexual es un rasgo bien conocido en las lesiones del lóbulo frontal(15), lo que puede deberse a una
disminución en la actividad de los mecanismos frontales inhibitorios normales. Ello explicaría el aumento de
patología sexual en algunas demencias, como la demencia frontotemporal o la demencia alcohólica. La afectación
bilateral de los lóbulos temporales también produce un síndrome en el que destacan las anomalías del
comportamiento, entre ellas la hipersexualidad(16).
. Fármacos. Se ha achacado a la levodopa la aparición de hipersexualidad en pacientes con enfermedad de
Parkinson tratados con esta sustancia(17). El alcohol y, más raramente, las benzodiacepinas, pueden afectar la
cognición y dar lugar a conductas desinhibidas(15), lo que puede ocurrir con más frecuencia en sujetos con
demencia u otras formas de daño cerebral.
. Enfermedades concomitantes. También pueden ocurrir alteraciones en el comportamiento sexual, como
desinhibición o agresión tras episodios de accidente cerebrovascular, intervenciones quirúrgicas, traumatismo
craneoencefálico o lesión cardiaca, que se acompañan de deterioro cognitivo de instauración aguda(18). Con
frecuencia, en estos casos el comienzo en agudo, sin que se aprecien datos en la historia previa de alteraciones
en el comportamiento sexual. Sin embargo, en ocasiones, la alteración del comportamiento es el resultado de la
incapacidad del paciente de controlar una tendencia sexual que anteriormente había reprimido con éxito(19, 20).
La presencia de un cuadro de delirium también puede mediar la existencia de alteraciones en el comportamiento
sexual(21).
Factores Sociales
La presentación de conductas sexuales inadecuadas en público puede verse favorecida por factores sociales. Por
ejemplo, en las residencias de ancianos pueden influir factores como la falta de privacidad, la contemplación
pública de comportamientos sexuales explícitos a través de la televisión, o la interpretación errónea de las
actuaciones de los cuidadores, como cuando un cuidador femenino ayuda a un paciente demenciado varón en su
higiene personal o en el baño.
Síntomas Psicóticos
Los delirios, alucinaciones e identificaciones erróneas son frecuentes en los pacientes con demencia, y pueden
desencadenar un comportamiento sexual inadecuado. Por ejemplo, un paciente puede confundir a otra persona
con su cónyuge e iniciar una aproximación sexual con ella. Los síntomas psicóticos también pueden dar lugar a
que un paciente refiera contactos sexuales que no han ocurrido(14). Con respecto al deterioro cognitivo, el déficit
de memoria puede ocasionar que el paciente realice demandas inapropiadas repetidas, a pesar de que se le
explique cada vez la inoportunidad de la petición, o que solicite a su esposa una nueva relación sexual, sin
recordar que la ha tenido recientemente.

Tipos de conductas sexuales inapropiadas
Por lo general, se contemplan tres tipos de comportamiento sexual anómalo en sujetos con demencia: verbal,
conductual e implícito. Los estudios con personal de enfermería en Unidades Residenciales para pacientes con
demencia confirman la presencia habitual de los tres tipos, de manera que el 16-25% de los residentes
manifiestan algún tipo de los mismos en mayor o menor grado(22, 23).
Verbal
Los pacientes con demencia pueden emplear un lenguaje sexual obsceno o explícito, lo que contrasta con
frecuencia con sus hábitos previos o con su personalidad, según refieren sus familiares. Este tipo de alteración
suelen presentarla en exclusividad el 25% de los sujetos con trastornos del comportamiento de esta naturaleza
(22).
Conductual
Consisten en conductas sexuales inapropiadas que se presentan en público. Pueden implicar solo al paciente como desnudarse, exhibir los genitales o masturbarse ­ o incluir a otras personas, generalmente miembros del
personal u otros pacientes, sobre los que se realizan caricias o tocamientos. También hay que considerar que
algunas conductas que pueden ser interpretadas como síntomas de desinhibición sexual ­ por ejemplo, el
desnudarse ­ pueden interpretarse más acertadamente como consecuencia directa del deterioro cognitivo, sin que
medie trastorno alguno de la sexualidad.
Implícito
Entre ellos se encuentran la utilización de material pornográfico o la solicitud de cuidados no necesarios implican
un contacto sexualmente estimulante.
Acusaciones sexuales falsas/Abuso sexual
No es infrecuente que un paciente demenciado realice acusaciones sexuales falsas, que pueden tener carácter
sobrevalorado o delirante. Por ejemplo, el paciente puede acusar al cuidador de molestarle sexualmente,
confundiendo las maniobras de limpieza o higiene con avances sexuales. También pueden producirse quejas de
abusos sexuales; por ejemplo, el paciente puede afirmar con insistencia que un cuidador o que otro paciente le
molesta durante la noche. Este tipo de afirmaciones puede ser secundario a alucinaciones visuales o táctiles, o
bien a errores de identificación o interpretación, como ya se ha comentado anteriormente. No obstante, también
se producen casos de abusos sexuales por parte de cuidadores o pacientes sobre ancianos con demencia, por lo
que siempre que existan quejas de esta índole tema deberán ser valoradas con discreción hasta discernir su
auténtica naturaleza.

Consecuencias
Los trastornos de la conducta sexual en pacientes ancianos den demencia presenta múltiples riesgos potenciales,
por lo que se trata de un problema clínico que siempre debe ser abordado. Por ejemplo, la presencia de trastornos
del comportamiento sexual puede ser una causa de sobrecarga para los familiares de un paciente con demencia, y
puede determinar el ingreso en una residencia o en un centro de día. En el medio institucional, la presencia de
estos trastornos puede crear dificultades graves al personal o a otros pacientes. Si el problema no se trata de
forma adecuada, puede dar lugar a un aumento de las restricciones mecánicas u otras formas de contención, con
los efectos adversos asociados a este tipo de prácticas.
La masturbación repetida puede causar lesiones genitales, especialmente en pacientes varones con catéter
uretral. Las acusaciones falsas de contactos sexuales pueden determinar el abandono del trabajo de un miembro
del personal falsamente acusado. Por el contrario, el abuso sexual puede causar serias complicaciones
emocionales y somáticas, como lesiones genitales o transmisión de enfermedades sexuales(24).

Evaluación
La primera fase de evaluación consiste en obtener una historia clínica completa, que, como siempre en el caso de
pacientes con demencia, debe incluir tanto al paciente como a los cuidadores(25). La historia sexual previa y una
completa evaluación psicosexual son parte ineludible de la misma, aunque con frecuencia los clínicos pasamos por
alto esta parte de la historia(26). La evaluación de cualquier varón con un cuadro de deterioro cognitivo de inicio

reciente debe incluir sistemáticamente una valoración del riesgo de comportamiento sexual inadecuado, lo que
permitirá la adopción de las medidas preventivas adecuadas(18). Posteriormente se llevará a cabo una
exploración psicopatológica completa, que incluya el examen detallado de los procesos cognitivos.
También es importante realizar una exploración física, ya que debe descartarse la presencia de delirium como
factor desencadenante o agravante de los trastornos de comportamiento; no podemos olvidar que los cuadros de
demencia y delirium coexisten con frecuencia(14). La valoración de la conducta sexual plantea con frecuencia
aspectos éticos y morales, que no pueden ignorarse(27). Obviamente, debe recogerse el tipo, frecuencia e
intensidad de los trastornos del comportamiento sexual, lo que con frecuencia conlleva una aproximación conjunta
por parte de todo el equipo terapéutico, especialmente si la valoración se lleva a cabo en un contexto
institucional.
Este tipo de abordaje permite que todos los miembros comprendan la importancia de estos problemas, y ofrece
apoyo y pautas de comportamiento al personal directamente implicado(28, 29). Por último, las pruebas y
exámenes de laboratorio pueden ayudar a profundizar en las causas de las alteraciones comportamentales,
especialmente en los casos en que se sospechen alteraciones somáticas como las citadas con anterioridad en el
apartado de etiología(30).

Tratamiento
Pese a la elevada prevalencia de los trastornos de la conducta sexual, no existen demasiados trabajos que
aborden el tratamiento de las alteraciones del comportamiento sexual en demencias, tanto de tipo farmacológico
como no farmacológico, ya que los estudios se centran sistemáticamente en otro tipo de alteraciones, y aspectos
como la desinhibición o la agresividad sexual tiende a evitarse. Por lo tanto, las evidencias se obtienen sobre todo
a partir de series de casos e informes clínicos, a pesar de que se trata de un problema clínico que puede
beneficiarse en gran medida de la intervención psiquiátrica(31).
Tratamiento Psicosocial
Como ya se ha mencionado, los factores psicosociales juegan un papel importante en la aparición de trastornos de
la conducta sexual, especialmente en el medio institucional, pero también el medio familiar. Como en el caso de
otros trastornos de comportamientos en las demencias, la técnica básica consiste en analizar el comportamiento
problema, descubrir factores que lo desencadenan o agravan, y establecer estrategias de manejo, que
necesariamente pasan por incorporan a los familiares y/o cuidadores al plan de manejo.
Si el problema afecta a miembros de la familia, debe incorporárseles necesariamente al plan de tratamiento. En el
caso de que se trate de parejas que experimenten una disfunción sexual y uno de los miembros presente un
deterioro cognitivo ligero, debe considerarse la posibilidad de iniciar una terapia sexual(32). La psicoterapia de
apoyo puede ser útil para el cónyuge del paciente. Sobre todo, es importante que comprenda que la conducta del
paciente es reflejo de su enfermedad, y no de una alteración que se haya producido en su relación. Si el cónyuge
considera que no puede aceptar las demandas de mantener una relación sexual por parte del paciente, puede
aconsejársele que las redirija hacia una mayor intimidad física, sin llegar necesariamente a la relación sexual. En
otras ocasiones, la excesiva demanda de relaciones sexuales obedece a que el paciente olvida que ya las ha
tenido recientemente, por lo que conviene recordárselo(33).
Cuando aparecen conductas sexuales inapropiadas, como la masturbación pública, el primer paso consiste en
explicarle al paciente porqué esta conducta resulta inaceptable. Es importante hacerlo de forma discreta; una
confrontación directa puede precipitar una reacción catastrófica, y los sentimientos de culpa o vergüenza solo
producen malestar inmediato en el paciente, pero a la larga no son útiles para reducir la conducta problemática.
Los métodos de modificación de conducta pueden resultar útiles. Por ejemplo, el paciente puede ser separado del
resto de los compañeros y conducido a su habitación cuando se presente la conducta problema; en este sentido,
hay que señalar que la falta de intimidad que puede existir en determinados recursos asistenciales es un factor
importante a la hora de desencadenar las conductas problemáticas. La existencia de un ambiente pobre en
estímulos y carente de contacto afectivo también puede desencadenar las conductas de autoerotismo en públicas,
en las que puede existir un componente de demanda de atención, especialmente en pacientes poco deteriorados.
En estos casos, puede ser de utilidad una actitud de ignorar la conducta, suprimiendo el refuerzo positivo de la
atención adicional(34).
La modificación ambiental también puede dar frutos; por ejemplo, el empleo de pantalones sin cremallera puede
mejorar el comportamiento del paciente varón que se masturba en público. La distracción es otra técnica que
resulta de utilidad con frecuencia. Los errores de interpretación acerca de la intencionalidad sexual de la conducta
de otros pueden minimizarse a través de explicaciones simple y repetidas. En cualquier caso, es importante la
formación de los cuidadores, ya sean profesionales o familiares, para que su respuesta ante este tipo de conducta

sea la adecuada(35). Existen diversos estudios que demuestran la importancia de desarrollar programas de
intervención específicos y bien definidos, y cómo la formación mejora el manejo de este tipo de problemas(3638).

Tratamiento Farmacológico
Como regla general, no debe efectuarse únicamente un tratamiento farmacológico de las alteraciones de la
conducta sexual de los pacientes con demencia, aunque en ocasiones el grado avanzado de deterioro cognitivo del
paciente o la gravedad y frecuencia de las alteraciones hacen necesario este tipo de abordaje(39). Por ejemplo, la
presencia simultánea de conductas agresivas, conductas parafílicas y exhibicionistas en un paciente con tendencia
al paso al acto puede hacer considerar que la primera intervención sea la aplicación de un tratamiento
farmacológico. Existe constancia en la literatura científica del empleo de una amplia gama de sustancias para el
control de las alteraciones del comportamiento sexual, entre los que destacan los neurolépticos, las sales de litio,
los antidepresivos, los betabloqueantes y los ansiolíticos. Sin embargo, se trata la mayoría de las veces de
informes de casos, por lo que existe una gran necesidad de llevar a cabo estudios controlados en este campo.
Como regla general, no debemos olvidar que además de la prescripción de determinadas sustancias, es necesario
llevar a cabo una restricción de otras sustancias, como el alcohol, que pueden facilitar la desinhibición.
Se ha informado sobre la eficacia del pindolol a dosis de 20 mg/día para disminuir la hipersexualidad en la
enfermedad de Alzheimer(40). El empleo de benzodiacepinas no parece estar indicado, dado que estas sustancias
no poseen un efecto antilibidinal específico; en ocasiones concretas puede resultar útil su capacidad sedativa, pero
no como tratamiento continuado(41). Los neurolépticos presentan un efecto de reducción del impulso sexual, que
puede estar mediado por la producción de hiperprolactinemia(42). Pueden estar especialmente indicados en el
caso de que las alteraciones del comportamiento sexual se presenten con otros síntomas, como agresividad o
síntomas psicóticos. En caso de utilizar estas sustancias, hay que recordar que los neurolépticos atípicos se
toleran mucho mejor que los fármacos clásicos en sujetos ancianos, especialmente con demencia, y que deben
evitarse especialmente las sustancias con capacidad anticolinérgica. En este sentido, la risperidona puede
representar un buen fármaco de elección, a dosis de 0,5-2 mg/día(43).

Los antidepresivos, especialmente los fármacos con capacidad de inhibir la recaptación de serotonina, han
mostrado cierta eficacia para reducir las conductas parafílicas y la desinhibición sexual, aunque se desconoce si
este efecto está mediado por la acción antiobsesiva o por la disminución de la libido. Aunque existen informes de
la eficacia de fármacos tricíclicos bloqueantes de la recaptación de serotonina, como la clorimipramina, su perfil de
efectos adversos les hace no estar indicados en pacientes ancianos con demencia, por lo que los fármacos de
elección en este caso son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRSs). Se recomienda que el
tratamiento en este caso se inicie a dosis menores de las empleadas para el tratamiento de los síntomas
depresivos, ajustando progresivamente la dosis en función de la respuesta. Por ejemplo, puede iniciarse el
tratamiento con paroxetina a dosis de 20 mg./día, ajustando posteriormente la dosis(14).
En caso de que los tratamientos citados no obtengan respuesta, pueden emplearse fármacos antiandrógenos o
estrógenos. Se ha informado la presencia de una correlación positiva entre los niveles de testosterona en plasma
y la presencia de conductas agresivas en pacientes ancianos varones con demencia, mientras que los niveles de
estrógenos presentaban una correlación negativa(44). El empleo de hormonas sexuales en pacientes con
incapacidad de otorgar un consentimiento informado puede generar problemas de tipo ético, por lo que esta
opción terapéutica debe ser valorada cuidadosamente(45). Sin embargo, las neurohormonas tienen la ventaja de
una respuesta rápida, la capacidad de efectuar una valoración fisiológica de su actuación a través de la medición
de los niveles de testosterona, y la facilidad de administración (oral, inyectable, parches).
Fundamentalmente, se han empleado el acetato de ciproterona y medroxiprogesterona como antiandrógenos en
esta indicación. Ambos pueden producir fatiga, ganancia de peso y depresión, por lo que debe vigilarse la
aparición de estos síntomas. Además, la ciproterona puede causar disfunción hepática y ginecomastia, y la
medroxiprogesterona puede exacerbar un cuadro preexistente de diabetes mellitus. El acetato de ciproterona es
un análogo esteroideo que es eficaz a la hora de reducir el impulso y la respuesta sexual(18, 46); se trata de un
antagonista competitivo de la testosterona, y reduce la liberación de gonadotrofinas, y ha sido empleado con
eficacia en pacientes con demencia o conductas sexuales muy alteradas(47, 48). Existen más datos sobre el
empleo de medroxiprogesterona en pacientes ancianos con demencia. En un estudio, 4 pacientes fueron tratados
con medroxiprogesterona a dosis de 300 mg./semana por vía intramuscular durante un año, consiguiéndose una
desaparición completa de los síntomas a las dos semanas de tratamiento, y manteniéndose la mejoría durante el
periodo de estudio. Otro estudio empleaba la medroxiprogesterona a dosis de 100 mg. por vía intramuscular cada
dos semanas, consiguiéndose una mejoría de los síntomas, que desaparecieron finalmente cuando se incrementó
la dosis a 150 mg cada dos semanas(49). Finalmente, en otro estudio se empleó la medroxiprogesterona a dosis
de 100 mg/día por vía oral, obteniéndose la desaparición de las conductas anómalas de nuevo a las dos semanas

de tratamiento (50). También se ha postulado el tratamiento
medroxiprogesterona y leucoprida, para el control de la agresividad(51).

con

antiandrógenos,

combinando

Los estrógenos no han sido empleados con frecuencia en el tratamiento de la desinhibición sexual en las
demencias. Sin embargo, se trata de unas sustancias con un potencial terapéutico digno de consideración, tanto
por su posible eficacia en la enfermedad de Alzheimer ejerciendo el papel de un factor neurotrófico(52, 53) como
por su eficacia sobre el conjunto de los trastornos psicopatológicos en las demencias(54) y la agresividad en
particular(55). En cuanto a su eficacia en el tratamiento de las alteraciones de la conducta sexual, un estudio
informó una reducción significativa de estas conductas en 38 de 39 hombres a los que se administró estrógenos
bien oralmente (0,625 mg/d) o empleando parches transdermales (0.05 a 0.10 mg/d).
En otro estudio, un varón de 94 años de edad con demencia fue tratado con dietilestilbestrol, comenzando con
una dosis de 1 mg/d; a lo largo de la primera semana de tratamiento desaparecieron las conductas anómalas(49).
Los parches de estrógenos pueden ser una alternativa especialmente útil en el caso de pacientes con problemas
de comorbilidad con enfermedades somáticas, en los que no sea adecuado el empleo de neurolépticos. Sin
embargo, este tipo de tratamiento no está exento de riesgos. Aunque el cáncer de mama y la ginecomastia es
excepcional en varones, existen algunos casos publicados en pacientes tratados con estrógenos. También puede
ser problemático su empleo en pacientes con tromboflebitis, embolismo pulmonar ­ especialmente en pacientes
ancianos con movilidad reducida -, enfermedad cerebrovascular, y trombosis retiniana.

Conclusiones
Las demencias constituyen un creciente problema de salud pública, sobre todo la enfermedad de Alzheimer como
forma de frecuencia más frecuente, y alrededor del 7% de los ancianos con demencia presentan trastornos de la
conducta sexual. Sin embargo, esta área ha recibido menos atención de la deseable, lo que puede deberse a
varias razones, especialmente a la consideración socia sobre la expresión sexual en la vejez. Este tipo de
alteraciones puede presentar notables dificultades de manejo, con la consiguiente repercusión sobre la sobrecarga
del cuidador, tanto familiar como profesional. Por ello, son necesarios programas específicos de intervención para
este tipo de problemas, tanto en el medio familiar como residencial, que deben situarse en el contexto más amplio
del estudio y repercusión social de la sexualidad de los mayores. Los tratamientos farmacológicos se basan en el
empleo de ISRSs, neurolépticos y hormonas sexuales, aunque los datos sobre su eficacia son más de tipo
empírico, y sería necesario realizar investigaciones controladas en esta área.

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