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La pandemia termina con el tabú del suicidio



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Noticia | 20/12/2021

-Verónica Forqué y su muerte vuelven a destapar el drama sin apoyos de que cada día once españoles se quiten la vida
-La queja es unánime: las citas para el especialista en la Sanidad Pública tienen una demora de hasta tres meses


En las últimas dos horas acaba de suicidarse, según la media nacional, un ciudadano español. En los pasados 60 minutos, otros nueve han intentado hacerlo. Pero quizá si la laureada actriz Verónica Forqué no hubiera formado parte de esta triste estadística, esta semana no volveríamos a hablar de la primera causa de muerte no natural en nuestro país, que suma 2,7 veces más de fallecidos que los accidentes de tráfico. El pasado 2020 batió otro récord en España, con 3.941 suicidios totales, que podrían ser muchos más porque no todos llegan a ser catalogados así. Los que han perdido a un familiar debido a esta causa y también quienes intentaron suicidarse, están dispuestos a alzar la voz contra un problema que los expertos califican de «salud pública» y global para que sus muertes no queden en una simple estadística de anuario. 


El psiquiatra Alejandro Rocamora cuenta cómo en los últimos treinta años ha notado un gran cambio en la sociedad, condicionado sobre todo por los medios de comunicación. «Cuando empecé, hablar del suicidio era imposible. La sociedad avanza» y quiere hablar de ello, reseña. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desterrado en varias ocasiones el mito del supuesto ‘efecto llamada’ al informar del suicidio, y ha animado a los medios a tratar activamente el tema.


En 2020, según el Instituto Nacional de Estadística, casi cuatro mil personas se suicidaron; y pese a que el perfil fijado es el de un hombre de mediada edad y con patología psiquiátrica, destacan, según Rocamora, otros dos grupos. Los adolescentes y los ancianos. Estos últimos presentan factores proclives a hacerlo, como la soledad, deterioro físico, cognitivo, etc. Se quitan la vida en «un acto muy reflexivo y meditado», dice el psiquiatra. El joven, en cambio, se deja llevar por el impulso. Si las estadísticas de la OMS apuntan a que por cada suicidio se producen veinte intentos, entre las personas mayores detrás de cada suicidio se esconden dos tentativas.


El grueso de los datos contrasta con el olvido y la falta de apoyos que denuncian las asociaciones. Actualmente, los teléfonos en funcionamiento de ayuda contra el suicidio (como el de la Esperanza, 91 459 0055 o el de Prevención del Suicidio, 900 925 555), junto al 112, se encuentran en manos de voluntarios. «Ningún partido ha desarrollado una ley de prevención de conductas suicidas», explica Javier Jiménez, psicólogo clínico y miembro fundador de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio, RedAIPIS, donde han atendido a más de 120 familias en duelo por suicidio.


Javier Martín
Padece trastorno bipolar


«Si me rompo las costillas, me asisten en 2 horas; si me quiero quitar la vida, 3 meses»


Javier Martín tenía un trabajo estable, vivía felizmente casado y en su entorno nada se salía de la «norma», dice. Sin embargo, recuerda ahora pasados ya unos años, era tal el sufrimiento y el dolor que lo atormentaban que no podía contener los pensamientos suicidas. «Empecé con episodios maníacos y continué con depresión, hasta que me diagnosticaron trastorno bipolar», cuenta. Escuchaba en su cabeza constantemente «tírate por la ventana», un pensamiento que, aunque contaba a algunos amigos, ocultaba a su esposo.


Se podría decir que a este actor lo salvó el amor. «En el último segundo imaginé la cara de pánico de mi marido cuando llamara la Policía para decírselo», relata ahora. Fue entonces cuando pidió ayuda. En su caso, puede permitirse un psicólogo y un psiquiatra privado, y aunque recomienda a quien le suceda lo mismo que acuda a estos profesionales, es consciente de que las listas de espera son una amenaza para estas personas. «Si me rompo las costillas me atienden en dos horas, pero si me quiero quitar la vida tengo que esperar tres meses», se lamenta.


Carmen
Intentó quitarse la vida dos veces


«No quería morir, solo dejar de sufrir y quedarme dormida»


Carmen ha vivido ya dos intentos de suicido. El primero ocurrió hace 15 años, tras morir su padre, y el segundo este mismo verano. Reflexionando sobre ellos, cae en la cuenta de que ese primer intento le sirvió para «perder el miedo a la muerte», y que lo que la atormenta una vez superado ese miedo es el «sufrimiento». En esta segunda ocasión, «no quería morir, solo dejar de sufrir» y quedarse «dormida», pero al ver que perdía la conciencia, ella misma avisó a Urgencias. Ahora ve al psiquiatra y al psicólogo una vez al mes, es monitora de un taller de literatura, participa en otro de bonsáis y canta en el coro de la parroquia.


En todo este proceso, Carmen se duele por haber dejado atrás amistades debido precisamente al tabú que rodea al suicidio. Echa la vista atrás y todavía sufre al recordar cómo una amiga le recomendó vivir en un piso tutelado cuando confesó sus ideas suicidas. «La sociedad se tiene que comprometer más, y los amigos también».


A. F.
Se quedó en silla de ruedas


«Ahora dispongo de las herramientas adecuadas»


A.F., que prefiere no ser identificado, tiene en su calendario dos días señalados. Uno es el de su nacimiento, y otro el del día que volvió a nacer, el pasado 7 de noviembre de 2016. Antes ya había intentado ya quitarse la vida, pero rechazó medicarse para tratar la enfermedad que sufre, la depresión. A. entró en un ciclo de falta de sueño y de apetito que lo llevó incluso a tener grandes pérdidas de memoria. El día a día, recuerda ahora, cada vez le resultaba «más insoportable». «No lo tenía preparado, el día anterior hice mi rutina normal», rememora. Tras precipitarse por el balcón delante de su entonces pareja, y quedar para siempre en silla de ruedas, ahora da gracias por haber «encontrado el camino correcto» y disponer de las herramientas adecuadas para afrontar la realidad. «Ahora soy feliz cada segundo de mi vida», recalca al otro lado del teléfono.


Virginia Lupi
Perdió a su madre en 2020


«Fue culpa de la falta de atención y previsión tras la pandemia»


La madre de Virginia no murió por coronavirus, pero su familia tiene claro que es una víctima más de la pandemia. Aunque tenía un trastorno bipolar, en los últimos 30 años no había sufrido ningún episodio. El confinamiento, sin embargo, cortó de raíz sus rutinas y empezó, en palabras de su hija, a crearse un «miedo irracional que derivó en ansiedad y una depresión» que le impedía levantarse de la cama. Virginia defiende que el de su madre fue un caso de «falta tanto de atención como de prevención», y por ello pide públicamente una mejor educación emocional, tanto a nivel social como educativo.



Emi Caídas
Su hijo tenía 20 años


«No podemos estar más tiempo sin hablar de ello»


Jesús (o Suso, como le llamaban todos) tenía 20 años cuando se suicidó. Por aquel entonces vivía fuera de casa, en Madrid, donde estudiaba para acceder al cuerpo de la Guardia Civil, y su familia estaba contenta porque, según afirma a este diario su madre, Emi Caídas, «había encontrado algo que le gustaba y estaba realmente entusiasmado». Diez días antes había pasado incluso un test psicotécnico, pero ni sus allegados, ni sus amigos ni profesores podían intuir que, una vez de vuelta en su pueblo, Hoyos del Espino (provincia de Ávila), terminaría quitándose la vida. En su familia, lo que hicieron para intentar alejar el sentimiento de culpabilidad fue «hablar mucho» de lo sucedido. Años más tarde y ante la falta de apoyo institucional, su progenitora creó la plataforma Hablemos, precisamente para enfatizar ya desde el nombre de la organización la importancia de comunicar esta realidad. «No se puede estar más tiempo sin hablar de esto», pide ahora.


Desde la RedAIPIS, su presidenta, Montserrat Montés, recuerda que para los familiares de quienes se han suicidado, «el dolor es tan tremendo que los va a acompañar el resto de su vida». Para poder superarlo, ellos trabajan en grupos de duelo por suicidio, para crear un espacio donde no se sienten solos.


Victoria de la Serna
Su hijo de 17 años no dio señales


«Tienes un agujero en tu alma que no se cerrará nunca»


Luis (Luisete para su entorno)cursaba primero de Bachillerato. «No vimos nada raro en su comportamiento, nada que nos pudiera hacer entender después que iba a tomar una decisión tan equivocada», recuerda su madre Victoria de la Serna. Su hijo había suspendido algunas asignaturas e incluso superado un episodio de ‘bullying’ con apenas 11 años, pero ya con 17 no mencionó nada que hiciera temer el final ni a sus familiares ni a sus amigos. Tras conocer la noticia, hace ahora ocho años, Victoria es la que no quería vivir. «Uno de los sentimientos más profundos que tengo es el de la culpa. Lo peor que me ha podido pasar como madre es perder a mi hijo, y más de esa manera. Es algo que va más allá de la responsabilidad», llora. El suyo, describe, «es un agujero en el alma que no se cerrará nunca», aunque con los psicólogos y el resto de los parientes que han sufrido un episodio tan luctuoso, aprenden a gestionarlo como familia. A la sociedad esta madre le pide que no juzgue ni despache con lugares comunes a quienes sufren un suicidio. «Falta mucha más concienciación y educación», argumenta.


Cómo identificar señales de riesgo en adolescentes


En 2020 un niño con una edad de entre 5 y 9 años acabó con su vida, según los datos del INE que recuerda Montserrat Montés, presidenta de la RedAIPIS, un dato inusual y preocupante. Hace escasamente un mes, a la asociación le llegó también un suicidio de un menor de 10 años. Es el repunte de casos en este tramo de 10 a 14 años el que preocupa especialmente a los expertos. Desde la entidad RedAIPIS consideran «imprescindible» que las familias enseñen a sus hijos a comunicar lo que les sucede y pidan ayuda.


Diana Díaz, directora del teléfono de atención de la Fundación ANAR (91 726 0101), recuerda las señales que ponen en alerta con los adolescentes: cambios bruscos en el estado de ánimo y la conducta, menos actividad social, visión negativa de la realidad y caída del rendimiento académico. El año pasado, ANAR registró un aumento del 244% de las ideaciones y tentativas de suicidio, además de una subida también de las autolesiones de un 246%.


 


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Fuente: ABC
Palabras clave: suicidio, pandemia, salud mental
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