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El ambiente y las pautas de crianza pueden contrarrestar la susceptibilidad genética a la depresión

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Noticia | 05/04/2016
No sólo los genes determinanr si una persona va a sufrir o no depresión. El ambiente es también un factor importante y la crianza puede anular la predisposición escrita en el ADN, según publica la revista “Translational Psychiatry”. El estudio, llevado a cabo con roedores, es extrapolable a nuestra especie, según la autora, Eva Redei, del departamento de psiquiatría y ciencias conductuales de la Facultad de Medicina de la Universidad de Northwestern.

En el estudio, Redei y sus colegas querían ver si podían alterar la depresión originada por predisposición genética cambiando el entorno donde se criaban las ratas. Utilizaron un modelo de rata para la depresión que es biológicamente equivalente a la humana, como ha demostrado Redei en estudios previos, comparando los marcadores biológicos. La inclinación a la depresión de estos roedores se había favorecido a lo largo de 33 generaciones.

Para intentar burlar a los genes, los investigadores pusieron a las ratas deprimidas en jaulas grandes con un montón de juguetes nuevos para que pudieran explorarlos, así como lugares donde esconderse y trepar. Los roedores permanecieron durante un mes, un buen periodo de tiempo, si se tiene en cuenta que suelen vivir entre uno y dos años.

“Lo llamamos psicoterapia para los roedores, porque el enriquecimiento del lugar donde viven permite que interactúen con el medio en el que viven y con otros roedores”, explica Redei. “Los resultados de un mes en ese patio de recreo hicieron que el comportamiento depresivo de las ratas se redujera drásticamente”.

Después de ese mes estimulante, las ratas tuvieron que pasar la prueba del tanque de agua, que sirve para medir la depresión desde el punto de vista conductual. Las ratas del grupo control, sin predisposición genética a la depresión, nadan alrededor del tanque buscando la forma de escapar. Por el contrario, las ratas deprimidas simplemente se limitan a flotar sin un plan concreto. Un comportamiento que refleja su desesperación. Pero después del mes en el patio de recreo, las ratas genéticamente deprimidas también nadaron enérgicamente alrededor del tanque en busca de una salida.

“Si alguna persona tiene antecedentes importantes de depresión en su familia y tiene miedo de padecerla o de que afecte a sus hijos en el futuro, nuestro estudio es tranquilizador. Sugiere que incluso con una alta predisposición a este trastorno del estado de ánimo, la psicoterapia o una terapia de activación conductual puede aliviarlo”`, explica Eva Redei. La terapia de activación conductual es en la actualidad una de las que mejor funcionan para combatir la depresión. Como mínimo es tan efectiva como la medicación. Consiste, como en el caso de los roedores, en enriquecer la vida de las personas con depresión. Para ello hay que buscar actividades placenteras y recompensantes que mejoren el estado de ánimo y su calidad de vida.

La segunda parte del experimento de los investigadores de la Universidad de Northwestern demuestra cómo, incluso sin predisposición genética, un ambiente monótono puede llevar a la depresión. Para averiguar si el estrés ambiental podría desencadenar la depresión en las ratas control sin predisposición ni depresión, las sometieron a una situación psicológicamente estresante: dos horas de aislamiento e inmovilización al día durante dos semanas. Después de ese tiempo, las ratas de control mostraron un comportamiento depresivo cuando se las colocaba en el tanque de agua. Ahora simplemente flotaban (comportamiento de desesperación) pero no trataron de escapar. El estrés se reflejaba también en algunos de los biomarcadores sanguíneos para la depresión, que se alejaron de los niveles observados en los roedores no deprimidos y se aproximaron a los de las ratas genéticamente deprimidas…

El siguiente paso, explican los investigadores, será averiguar si los biomarcadores sanguíneos alterados con los causantes de ese comportamiento poco adaptativo en respuesta a los desafíos del entorno. “Si es así, entonces tal vez podamos encontrar la forma de cambiar el nivel de esos biomarcadores observados en las ratas deprimidas y aproximarlos a los de los controles no deprimidos y, por lo tanto, descubrir nuevos medicamentos antidepresivos”, señala Redei.

Acceso gratuito al texto completo.
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Translational Psychiatry
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