La psicóloga Concha López Soler, miembro del comité de expertos que asesora a la Universidad de Murcia, dice que lo que debía haber sido una alternativa al trabajo presencial ha acabado convirtiéndose en una acumulación.
Los efectos de esta crisis sanitaria sobre la salud mental de la población están más que comprobados. Hay múltiples informes que certifican que la llegada del COVID ha disparado las cifras de casos de depresión, de ansiedad, incluso las conductas con ideario suicida.
El teletrabajo tiene parte de culpa porque es un recurso que, a juicio de los expertos, no se ha gestionado bien. La psicóloga Concha López Soler, miembro del comité de expertos que asesora a la Universidad de Murcia, dice que lo que debía haber sido una alternativa al trabajo presencial ha acabado convirtiéndose en una acumulación de tareas. Hemos vuelto físicamente a nuestros lugares de trabajo, pero seguimos trabajando en casa.
Estamos echando más leña al fuego y lo peor, dice López Soler, es que los efectos sobre nuestra salud mental serán permanentes. Después de dos años de pandemia, ya no podemos esperar que esos episodios de depresión o ansiedad pasen sin dejar huella, ni que vayamos a poder desprendernos fácilmente de los malos hábitos que hemos ido generando:
Es cierto, añade, que hay quien se comporta ahora casi como si no existiera la pandemia. Pero en esas actitudes se esconde casi siempre un mecanismo de defensa.
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