En su última versión del CIE-11, La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha excluido la transexualidad del apartado de trastornos mentales y pasa a denominarla incongruencia de género, clasificada con código Z: “Factores que influyen en el estado de salud y el contacto con servicios sanitarios”. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) valora de forma positiva la descatalogación y subraya que “las identidades de género, así como su expresión, evidencian diversidad y no enfermedad”.
“La autodeterminación del género es un derecho fundamental de las personas y no debe ser entendido de otra forma. Todo esfuerzo que vaya encaminado hacia la despatologización debe ser bienvenido”, indica el Dr. Marcelino Gómez Balaguer, miembro del Grupo de Identidad y Diferenciación Sexual de la SEEN (GIDSEEN), coordinador del equipo multidisciplinar de Identidad de Género del Hospital Universitario Dr. Peset, de Valencia y responsable de la organización del I Foro Clínico de Identidad de Género, celebrado en esta ciudad el 14 y 15 de junio.
La SEEN recuerda que, aunque en muchas ocasiones sigue etiquetándose la transexualidad como una alteración biológica, no existe ninguna anomalía hormonal ni genética en estas personas. Por este motivo, la decisión tomada por la OMS tiene una profunda carga simbólica. El hecho de que la transexualidad deje de considerarse como un desorden ayudará a combatir la transfobia social que todavía existe. Socialmente, las identidades trans siguen siendo patologizadas, aunque, afortunadamente, la tendencia en Europa es hacia la integración social de estas personas. “En España somos cada vez más los profesionales de la salud, en general, y endocrinólogos, en particular, que creemos en la conveniencia y necesidad de una atención integral a las personas trans, siempre desde el respeto a la diversidad de las identidades y expresiones de género. El posicionamiento actual de la OMS refuerza nuestras estrategias en pro de una atención transpositiva”, comenta el especialista.
La SEEN enfatiza que sería deseable que el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de los psiquiatras americanos (DSM V) se adaptara a los cambios de la OMS, puesto que utilizar el concepto de disforia para denominar la transexualidad es, a juicio de la Sociedad, inadecuado, ya que la disforia un síntoma y no toda persona trans lo presenta.
El papel del endocrinólogo, clave en la asistencia a las personas trans
“Es importante entender que los endocrinólogos no cambiamos sexos ni diagnosticamos identidades”, explica el Dr. Gómez Balaguer. “La identidad se autodetermina y los endocrinólogos ayudamos a realizar las adecuaciones somáticas que la persona trans pueda demandar en aras de conseguir un alivio del malestar, o disforia, que pueda estar sufriendo”, añade.
El acompañamiento endocrinológico de las personas trans durante su transición es fundamental. No todas las personas trans tienen las mismas necesidades. La actuación del endocrinólogo debe estar guiada por el respeto a la identidad de género de cada persona. En muchas ocasiones, no requerirán ningún tipo de medicalización, solamente combatir la falta de autoestima, facilitar acomodación administrativa y subsanar posibles conflictos generados (familia, trabajo, colegio). Este trabajo debe realizarse en colaboración con psicólogos-sexólogos. Si la persona trans demanda, como forma de aliviar síntomas, una adecuación corporal, ésta no será la misma en todas las personas, por lo que las intervenciones han de ser individualizadas y respetuosas con cada necesidad y, en estos casos, los tratamientos hormonales son de mucha ayuda.
Entre los retos de la atención a la transexualidad desde la perspectiva de la endocrinología, destaca la necesidad de un impulso formativo en identidad y en manejo clínico de estas personas a residentes, médicos y pediatras de atención primaria, enfermeros, ginécologos, urólogos y cirujanos; así como la revisión de los protocolos de intervención hormonal. “Estamos actuando sin ningún tipo de evidencia ni estudio comparativo de calidad, por lo que trabajamos en base a la experiencia personal de cada grupo; la carencia de cohortes suficientes hace que no podamos dar la mejor asistencia posible; seguimos empleando fármacos y pautas que no han sido críticamente valorados y manejando los mismos preparados desde hace más de 30 años; sufrimos con mucha frecuencia problemas de suministros y desabastecimientos que serían impensables en otras disciplinas y se retira la financiación de algunos de ellos”, señala el doctor.
Identidad de género en cifras
Es muy difícil hacer una estimación de la prevalencia real de personas trans. En primer lugar, muchas personas con identidad o expresión de género no binaria la ocultan por temor al rechazo y a la estigmatización. Por otra parte, a la hora de las estadísticas, hay que tener presente que la diversidad de género es tan amplia que el concepto epidemiológico no puede establecerse de forma precisa. Desde que comenzaron los registros hasta marzo de 2018, un total de 6.822 personas fueron atendidas, según datos aportados por diez Servicios de Endocrinología de nuestro país; el 13,6% de ellas eran menores de 18 años. “Sin embargo, este número no refleja en absoluto la realidad. En lo que a la asistencia sanitaria se refiere, deberíamos referirnos preferentemente a número de personas demandantes de atención médica transafirmativa”, manifiesta el especialista.
I Foro Clínico de Identidad de Género
Recientemente se celebró en Valencia el I Foro clínico de identidad de género y últimos avances en cirugía trans, en el que psicólogos, médicos de primaria, pediatras, endocrinólogos, ginecólogos, cirujanos, urólogos, juristas y usuarios, compartieron experiencias, intercambiaron protocolos, debatieron estrategias y unificaron procedimientos.
“Esta reunión tuvo un enfoque bio-social desde el respeto a las distintas identidades de género. No toda persona trans va a solicitar readecuación corporal, pero aquella que lo demande debe ser atendida con criterios garantistas y de calidad, en igualdad de derechos que el resto de usuarios de la sanidad pública”, apunta el Dr. Gómez Balaguer. “Por este motivo, se debe proporcionar una atención personalizada e integral, que comprenda los aspectos físicos, emocionales y sociales que rodean a las personas trans, dirigida por equipos cualificados y multidisciplinares, en estrecha colaboración con atención primaria y con las asociaciones de usuarios”, añade.