Un pequeño chip insertado bajo la piel en el caso de los pacientes que han sufrido ciertos tipos comunes de ictus podría ayudar a los médicos a predecir su probabilidad de sufrir un segundo ictus y, por tanto, su probabilidad de beneficiarse de una terapia preventiva.
Los resultados proceden de un reciente ensayo clínico publicado en la revista científica 'Journal of the American Medical Association' y dirigido por investigadores del hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern (Estados Unidos).
Hasta una cuarta parte de los ictus se producen en personas que ya han sufrido un accidente cerebrovascular. Los investigadores han estado buscando formas de identificar a los pacientes con probabilidades de sufrir un ictus recurrente, ya que estas personas podrían ser candidatas a tomar determinados medicamentos, como los anticoagulantes.
Uno de los grupos de pacientes con mayor riesgo de sufrir un ictus recurrente es el de los que padecen fibrilación auricular, un ritmo cardíaco irregular y a menudo rápido, que a menudo no se detecta ni se trata. Los latidos irregulares pueden permitir que la sangre se acumule en el corazón, lo que puede hacer que se formen coágulos que se desplacen al cerebro.
Investigaciones recientes han demostrado que un pequeño chip insertado bajo la piel puede monitorizar la frecuencia y el ritmo cardíacos, y ayudar a los médicos a detectar la fibrilación auricular en pacientes que previamente han sufrido lo que se denomina un ictus criptogénico, uno sin causa identificada a pesar de las exhaustivas pruebas realizadas al paciente.
Ahora los investigadores han probado el chip, denominado monitor cardíaco insertable, en pacientes que sufrieron un ictus causado por el estrechamiento de una arteria grande como la carótida, o por la obstrucción de una arteria pequeña en la profundidad del cerebro, donde la fibrilación auricular sería inesperada.
En el ensayo, 492 pacientes fueron asignados al azar y completaron 12 meses de seguimiento tras recibir un monitor cardíaco insertable en los 10 días siguientes al ictus inicial o la atención habitual, consistente en una monitorización cardíaca externa mediante electrocardiogramas u otros métodos de seguimiento.
El chip detectó fibrilación auricular en el 12, 1 por ciento de los pacientes, frente al 1, 8 por ciento detectado mediante la atención habitual. El equipo observó que los episodios de fibrilación auricular no eran breves, ya que la mayoría duraban al menos una hora. La mayoría de los expertos en accidentes cerebrovasculares recomendarían que los pacientes con este grado de fibrilación auricular empezaran a tomar anticoagulantes para prevenir un futuro accidente cerebrovascular.
"Descubrimos que una minoría significativa de pacientes con ictus que no se cree que estén relacionados con la fibrilación auricular tienen en realidad fibrilación auricular, pero sólo podemos encontrarla con un monitor implantable", explica el autor principal, el doctor Richard A. Bernstein, profesor de neurología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.
Los autores apuntan que por cada ocho pacientes monitorizados, los médicos podrían esperar encontrar fibrilación auricular en uno de ellos en el primer año. "Esto podría cambiar drásticamente las recomendaciones de tratamiento por parte de su médico", remachan.
Los próximos pasos de esta investigación incluyen la identificación de los factores del paciente que predicen el desarrollo de la fibrilación auricular y la duración y el alcance de la arritmia. Se están explorando otros estudios para comprender mejor la relación entre la fibrilación auricular silenciosa y los accidentes cerebrovasculares recurrentes de todo tipo.