El tratamiento de las personas con enfermedades mentales graves hasta hace poco no ha incorporado el abandono del hábito de fumar. De hecho, a pesar de una disminución gradual en todo el mundo en la prevalencia del tabaquismo, el tabaco sigue siendo una de las principales causas de muerte en el mundo. Ya que muchas personas, padecen enfermedades atribuibles al tabaco, como enfermedades pulmonares, cardíacas crónicas, riesgo de parto prematuro, enfermedad de Alzheimer, muchos cánceres bucofaríngeos y gastrointestinales, cataratas y osteoporosis.
Las personas con enfermedades mentales tienen una mayor prevalencia a fumar; entre dos a tres veces más que la población general, y además lo hacen con más frecuencia, en concreto sujetos con esquizofrenia o trastornos bipolares son los que mayores niveles presentan.
Por otro lado, atendido a la farmacocinética que se ajusta a los medicamentos que se toman en los diferentes tratamientos. Debido a que algunos ingredientes en el humo del tabaco (pero no en la nicotina) aceleran el catabolismo de la mayoría de los fármacos antipsicóticos y muchos antidepresivos, es decir aumentan el metabolismo de estos medicamentos haciendo que se expulsen antes del organismo, la dosis que se administra a los pacientes se ve modificada, aumentándose. Este proceso ocurre a través de la interacción de los hidrocarburos aromáticos cíclicos, que producen la eliminación de los fármacos entre un 20 y 50 %, lo que conlleva a un aumento en la dosis para que los medicamentos hagan efecto.
Los médicos deben acordarse de esta interacción, ya que, si un paciente deja de fumar, la dosis del fármaco tiene que ser modificada, porque al dejar de existir una interacción farmacocinética, se reducirá la porción de fármaco eliminada, y los niveles séricos del fármaco aumentarán en el organismo pudiendo producir efectos tóxicos.
Debido a todos los efectos nocivos que provoca el consumo de tabaco, sumándole los propios riesgos y complicaciones que le confiere a una persona un trastorno mental, el dejar de fumar debería ser una medida tomada por todos. Ya que es la opción más sana que un paciente puede tomar, y que le producirá muchos beneficios en su salud. Además, dejar de fumar conduce a menos depresión, ansiedad y estrés, así como a un aumento del estado de ánimo positivo y la calidad de vida. Por tanto, cuando una persona se somete a un tratamiento de una enfermedad mental, además de seguir una medicación debería implementarse el hábito de dejar de fumar también.