La publicación de un libro pretende transmitir a sus eventuales lectores, una determinada información que -en el saber y sentir de sus autores- puede serles de utilidad. En unas circunstancias, distrayéndolos; en otras, instruyéndolos en un determinado sector del saber; en ocasiones, estimulándolos a seguir un quehacer, doctrina o pensamiento, que les facilite la adopción de un comportamiento que, superando la elemental razón instrumental de supervivencia individual, les encauce hacia lo más digno de la existencia humana, la projimidad, como forma de coparticipación en la tarea común que, de una u otra manera, nos ha sido encomendada desde el amanecer mismo de la conciencia.
No sólo en la representación teatral, constreñida formalmente a cuatro paredes dentro de las que inevitablemente se desarrolla su trama, puede darse el prodigio de la ruptura de la llamada cuarta pared, que no por su realidad incuestionable, así como por su intangibilidad, puede hacerse evanescente en virtud de la humana voluntad.
De igual manera el rígido formato de un libro de limitado contorno físico y, sobre todo, sujeto al rigor gramatical de su sintaxis, su semántica preconcebida y su específica lexicología, puede romperse -por expresa voluntad de sus autores- una similar cuarta pared; precisamente, esa que separa al escritor de sus lectores -como en el teatro separa a los actores de su público-.
Podría ser la que encubre la íntima motivación del autor de la obra escrita, a la comprensión de sus lectores.Ambos hechos, dependientes directamente del libre albedrío de los autores del texto, pueden enriquecerlo o empobrecerlo, según sean o no activados por éstos.
En el libro “El juego de la vida, pero en serio. Saber, Querer. Poder. Hacer” de los Dres. Manuel Álvarez Romero y José I. del Pino Montesinos (Editado por SAMP. Sevilla 2024) además de enseñar a sus lectores el respeto y la consideración debidos al ser humano desvalido frente al sufrimiento, dan un paso más desde la perspectiva antropológico-humanística, mostrándonos la projimidad como el amor debido al otro por el mero hecho de ser un hombre, independientemente de cualquier posible diferencia.
El verdadero sentido del hacer humano, que los autores del libro nos transmiten como saber, puede conferirnos el necesario poder como para emprender, -querer-, una tarea impensable para muchos en un determinado momento.
La originalidad del “El juego de la vida, pero en serio”, de Álvarez y del Pino, reside precisamente en que, rompiendo esa cuarta pared -a la que hemos aludido referida a los textos- los autores enseñan al lector los pormenores íntimos de su quehacer cotidiano, pasando de la mera descripción de su proyecto de ayuda al otro, a compartir con el lector el intrincado mundo de vivencias por las que pasaron hasta la consolidación de su proyecto.
Consiguen, de este modo, que el lector viva con ellos y experimente, el torbellino emocional que genera la verdadera compasión que desencadena el prójimo que sufre.
El querer, cómo “sí, quiero hacerlo”, se convierte en la voluntad firmemente asumida sobre la que se sustenta la vocación más genuina.Por los muchos valores que atesora, bien venido sea a la literatura médica de hoy, un libro que, como “el juego de la vida, pero en serio”, nos presentan los Dres. Álvarez Romero y del Pino Montesinos, a los que, con el agradecimiento por su esfuerzo, quiero transmitirles la más cordial enhorabuena.
José Manuel González Infante.
Académico Numerario de la Real Academia de Medicina de Cádiz.
Catedrático de Psiquiatría. Cádiz
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