Décadas de investigación clínica han establecido firmemente la eficacia del litio en el tratamiento de episodios agudos de manía y depresión, así como en la prevención de recurrencias en el trastorno bipolar (TB).
Además de sus propiedades estabilizadoras del estado de ánimo, el litio posee un efecto antisuicida distintivo, que parec...
Décadas de investigación clínica han establecido firmemente la eficacia del litio en el tratamiento de episodios agudos de manía y depresión, así como en la prevención de recurrencias en el trastorno bipolar (TB).
Además de sus propiedades estabilizadoras del estado de ánimo, el litio posee un efecto antisuicida distintivo, que parece operar de manera independiente y adicional a sus efectos sobre el estado de ánimo. Sin embargo, a pesar de su eficacia, el uso clínico del litio se ve limitado por su perfil de seguridad y tolerabilidad, ya que requiere un monitoreo constante debido a su estrecho índice terapéutico.
Es comúnmente aceptado que los niveles séricos de litio deben mantenerse por encima de 0, 6 mEq/L para asegurar su eficacia terapéutica, aunque la base empírica para este umbral es relativamente débil, y emergen evidencias que sugieren que el litio podría tener efectos beneficiosos a concentraciones mucho más bajas.
Contenido
Esta revisión narrativa se propone tres objetivos principales:
(1) revisar críticamente y reinterpretar la evidencia clínica que sustenta el uso del umbral de 0, 6 mEq/L como referencia para la eficacia del litio,
(2) presentar una síntesis narrativa de estudios que sugieren que el litio podría ser eficaz incluso en dosis significativamente más bajas, y
(3) explorar los datos biológicos que respaldan el uso clínicamente viable del litio en niveles bajos, proponiendo una hipótesis mecanicista sobre su mecanismo de acción. Entre las evidencias que se revisan, se incluyen estudios epidemiológicos sobre la presencia de litio en el agua y su relación con la salud mental, así como investigaciones que destacan los efectos antisuicidas, antiagresivos y neuroprotectores del litio.
En particular, se examina la eficacia del litio en la prevención de la progresión del deterioro cognitivo, la enfermedad de Alzheimer (EA) y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), sugiriendo que estos beneficios podrían lograrse con dosis más bajas que las utilizadas tradicionalmente en el tratamiento del trastorno bipolar.
Conclusiones
El litio presenta una gama diversa de efectos clínicos y moleculares que parecen estar, en cierta medida, relacionados con la dosis administrada. Mientras que concentraciones superiores a 0, 6 mEq/L son óptimas para la estabilización del estado de ánimo en el tratamiento del TB, niveles más bajos podrían ser suficientes para prevenir recurrencias depresivas en pacientes mayores y reducir el riesgo de suicidio en individuos con trastorno bipolar.
Además, el litio podría ejercer efectos neuroprotectores significativos a dosis subterapéuticas, lo que sugiere su potencial para contrarrestar el deterioro cognitivo y la neuroinflamación, incluso a concentraciones mucho menores que las empleadas habitualmente. Sin embargo, a pesar de estos hallazgos prometedores, aún se carece de una comprensión completa del mecanismo de acción del litio a dosis bajas.
Por lo tanto, es fundamental llevar a cabo más investigaciones para identificar con precisión los objetivos moleculares del litio y validar su uso en microdosis como una estrategia terapéutica eficaz. Esto no solo podría ampliar las aplicaciones clínicas del litio, sino también mejorar la seguridad y tolerabilidad de este tratamiento para una mayor cantidad de pacientes.
Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original:https://journalbipolardisorders.springeropen.com/