Comprender el impacto de las siestas en los cambios fisiológicos y de comportamiento relacionados con la regulación circadiana en adultos mayores, es un paso importante para comprender cómo la propensión a quedarse dormido durante el día puede afectar las variables del sueño nocturno.
Los autores compararon a 30 adultos mayores que declararon haber tomad...
Comprender el impacto de las siestas en los cambios fisiológicos y de comportamiento relacionados con la regulación circadiana en adultos mayores, es un paso importante para comprender cómo la propensión a quedarse dormido durante el día puede afectar las variables del sueño nocturno.
Los autores compararon a 30 adultos mayores que declararon haber tomado siestas dos veces por semana durante el último año con 30 adultos mayores que no informaron haber tomado siestas en el mismo período de tiempo. Fundamentalmente, los métodos proporcionan pocas características de la siesta que serían útiles para interpretar los resultados del estudio.
Por ejemplo, no se nos informa sobre las razones por las que los participantes toman la siesta o cuánto tiempo llevan teniendo el hábito de hacerlo; aunque sí aprendemos que las personas que dormían la siesta tenían un mayor índice de masa corporal y un rasgo de somnolencia, lo que potencialmente revela un mayor impacto de la mala salud en las personas que dormían la siesta al inicio del estudio.
Se realizaron múltiples pruebas de latencia del sueño durante un período de 40 horas para medir la propensión a dormir durante un período circadiano completo, con melatonina salival recolectada como indicador de la fase circadiana.
En general, los grupos de siesta no mostraron diferencias en los niveles de melatonina, la cantidad de sueño (es decir, el tiempo total y las etapas del sueño) o la calidad subjetiva del sueño. Sin embargo, cuando se tuvieron en cuenta estadísticamente las fluctuaciones diurnas iniciales de melatonina, se determinó que las personas que dormían siestas tenían melatonina reducida, lo que sugiere una relación intrigante entre la melatonina diurna y la propensión a las siestas.
Las personas que dormían siestas también tenían más facilidad para lograr el sueño con movimientos oculares rápidos (REM) durante los períodos circadianos que promueven la vigilia que las que no dormían, lo que sugiere una reducción en la propensión al sueño REM.
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