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Las personas con patología dual tienen una esperanza de vida de entres 10 y 25 años menos debido al tabaco



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Noticia | 31/05/2024

 


-Los estudios epidemiológicos indican que la mayoría de los pacientes con trastornos mentales sufre otro trastorno mental, que por regla general suele ser una adicción, como por ejemplo el Trastorno por Uso de Tabaco, que se incrementa en frecuencia y severidad de forma proporcional a la gravedad del trastorno mental.


-La Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) y la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) señalan que todo paciente con un trastorno mental tiene derecho a un diagnóstico de patología dual, o a identificar los otros trastornos mentales que constituyen las adicciones, de los cuales el más frecuente y nocivo es el Trastorno por Uso de Tabaco. 



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-El posicionamiento de SEPD y SEPSM sobre el Trastorno por Uso de Tabaco (TUT) se presentará en Madrid a finales de octubre. El documento de posicionamiento está basado en una “revisión narrativa” sobre el trastorno y actualiza las evidencias científicas sobre la relación entre el Trastorno por Uso de Tabaco con Otros Trastornos Mentales y su tratamiento desde la perspectiva integradora de la patología dual.


Se estima que las personas con trastornos mentales tienen una probabilidad tres veces mayor de desarrollar una adicción en comparación con la población general. Esto es especialmente evidente en el caso del tabaco: mientras la prevalencia del tabaquismo continúa disminuyendo entre la población general, ésta no deja de aumentar entre los adultos con trastornos mentales.


De hecho, se calcula que más del 66% de los pacientes con trastornos mentales graves presenta adicción al tabaco. Y no solo eso: las personas con trastornos mentales tienden a empezar a fumar a una edad más temprana, fuman más cigarrillos por día, extraen una mayor cantidad de nicotina por cigarrillo y desarrollan una adicción a la nicotina más intensa.


En gran medida debido a este mayor consumo de tabaco, las personas con patología dual -un concepto que identifica la coexistencia de una adicción y otro trastorno mental- tienen una esperanza de vida entre 10 y 25 años menor que la de la población general.


Partiendo de todos estos datos, la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) y la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) han publicado recientemente en la revista científica Spanish Journal of Psychiatry and Mental Health un posicionamiento conjunto que, bajo el título Trastorno por consumo de tabaco y otros trastornos mentales: la patología dual olvidada, sintetiza las líneas de trabajo en las que se deberían avanzar en los próximos años para abordar este grave problema de salud pública.


“Especialmente en España, hacemos poco por tratar esta adicción. Pocos se acuerdan de ella en su práctica diaria. Se ve como un problema menor. No es sencillo tratarlo por las profundas implicaciones sociales que tiene, y porque el tabaco, que no es sólo nicotina, es muy adictivo. Pero la gravedad de su impacto a nivel de salud, económico, social, etc., hace que no podamos mirar para otro lado”, afirma el doctor Carlos Parro, psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y primer autor del artículo.


Según el experto, existen factores comunes genéticos, neurobiológicos y sociales que conducen tanto al desarrollo del trastorno adictivo como a sufrir otros trastornos mentales.


“Probablemente, una de esas alteraciones neurobiológicas sea la del sistema cerebral colinérgico nicotínico endógeno, involucrado en  síntomas emocionales y cognitivos que el consumo de tabaco puede aliviar temporalmente”, explica Parro, que indica que muchos pacientes “probablemente” encuentran en el consumo de tabaco una mejoría temporal de algunos de sus síntomas, lo que les hace desarrollar una adicción más grave que las personas sin otros trastornos mentales; algo que a su vez provoca que el tratamiento sea más complejo y que los porcentajes de recuperación sean más bajos.


“Las políticas generales de abordaje del uso de tabaco no son suficientemente efectivas en ellos. Si no les ayudamos y diseñamos planes específicos, ajustados a sus características, la psiquiatría de precisión, van a quedarse atrás una vez más, mientras que la población sin trastornos mentales cada vez fuma menos”, añade.


Cambiar la mirada


Tal y como puede leerse en el artículo científico, en muchas ocasiones los profesionales de la salud mental y las partes interesadas no abordan el trastorno por uso de tabaco entre las personas con otros trastornos psiquiátricos graves “asumiendo erróneamente que no podrán dejar de fumar”, lo que provoca que existan “disparidades significativas” en el acceso al tratamiento de este problema clínico entre personas con y sin trastornos mentales. A eso se añade otra suposición común y no avalada científicamente: pensar que dejar de fumar podría empeorar el estado mental del paciente.


“Tenemos que interiorizar algo tan sencillo y complejo al mismo tiempo como que nuestros pacientes también tienen derecho a dejar de fumar, y que para ello necesitan apoyo.


Debemos considerar la adicción al tabaco como una enfermedad mental (del cerebro) y tratarla como tal. Es decir, dejar de pensarla como un hábito o una elección personal. Uno elije comenzar a fumar, pero no hacerse adicto. Aunque sea difícil, las personas con trastornos mentales pueden dejar de fumar.


Sabemos que tienen una gran motivación para hacerlo. Y en los casos en los que no puedan lograrlo, debemos poder ofrecer alternativas para disminuir el impacto de su adicción y reducir el daño, como la utilización de métodos de dispensación de nicotina que, teniendo riesgos, son menos dañinos que el tabaco”, apunta Carlos Parro.


Según el miembro de la SEPD, a pesar de la reciente implementación de restricciones al uso de tabaco en las unidades psiquiátricas para pacientes hospitalizados, las intervenciones para el trastorno por uso de tabaco generalmente se extienden solo a terapias de reemplazo de nicotina durante el ingreso para controlar el síndrome de abstinencia. Estas intervenciones, que no siempre son suficientes ni siquiera temporalmente, carecen de otros componentes terapéuticos adicionales, como los enfoques motivacionales o cognitivo-conductuales.


“En general, los programas integrales de tratamiento de la adicción al tabaco dentro de entornos de salud mental siguen siendo poco comunes, a pesar de la similitud en la motivación para dejar de fumar y la eficacia de los medicamentos para dejar de fumar para personas con o sin trastornos psiquiátricos”, puede leerse en el artículo.


En el mismo, desde la SEPD y la SEPSM se aboga por un enfoque dimensional de la patología dual, notanto centrada en los diagnósticos como en los síntomas, e individualizado para las características de cada paciente (la denominada psiquiatría de precisión), lo que permitiría la creación de intervenciones centradas en la persona y la oferta de intervenciones farmacológicas y psicológicas que han demostrado ser beneficiosas para pacientes con trastornos mentales graves.


En ese sentido, en el documento se cita la existencia de cuatro tratamientos farmacológicos (terapias de reemplazo de nicotina, vareniclina, citisina y bupropion) que pueden regular el sistema nicotínico endógeno y que ya tienen la aprobación tanto de la Food and Drug Administration (FDA) de EE.UU como de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para el tratamiento del trastorno por uso de tabaco.


“Estos medicamentos no han demostrado un aumento notable en los eventos adversos neuropsiquiátricos en múltiples ensayos clínicos, lo que alivia una preocupación importante que anteriormente había impedido que las personas con trastornos mentales obtuvieran beneficios de las estrategias farmacológicas”, se puntualiza.


Además de esos cuatro tratamientos, en el documento se señala el potencial de la estimulación magnética transcraneal profunda, aprobada ya por la FDA para el tratamiento del trastorno por uso de tabaco a corto plazo por su eficacia a la hora de reducir el craving (la sensación de deseo excesivo hacia el tabaco) y porque ha demostrado un efecto duradero en el tiempo (hasta 60 días) y, además, con menor riesgo de recaídas en comparación con el tratamiento farmacológico.


“La sensibilización sobre el trastorno por uso de tabaco debería convertirse en una prioridad para facilitar que las personas con patología dual puedan acceder lo antes posible a un tratamiento integrador y multidisciplinar que les permita dejar de fumar o reducir los daños del tabaco”, concluye Carlos Parro. 


 


Palabras clave: tabaco, patología dual, esperanza de vida

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